No generan suficiente carbonato de calcio para crecer, según estudios de Queensland y Exeter
Los manglares, humedales y arrecifes, parte de los ecosistemas más degradados de la zona, afirma Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente
Instan a regular la pesca y otras actividades marítimas con la finalidad de evitar que los daños sean irreversibles
Jueves 25 de abril de 2013, p. 2
La Habana, 24 de abril.
La disminución de los corales en el mar Caribe mantiene en alerta a medios científicos del área, que advierten sobre esa situación con diversos reportes.
En los años recientes, muchos corales caribeños dejaron de crecer o llegaron al umbral de la erosión, de acuerdo con recientes investigaciones científicas lideradas por las universidades de Queensland (Australia) y Exeter (Reino Unido).
Las estructuras coralinas no generan suficiente carbonato de calcio, necesario para su crecimiento vertical, y la cantidad de esa sustancia cae por debajo de los índices adecuados hasta en 70 por ciento, sobre todo en zonas de baja profundidad, revela el estudio.
Esa situación impide responder de forma positiva a los cambios en su ambiente y amenaza con la futura desaparición de las especies de corales, señaló el profesor británico Chris Perry en un artículo de la revista Nature Communications.
Más allá del daño medioambiental irreversible, millones de caribeños dependientes de los productos del mar perderían su fuente de sustento, destacaron los científicos.
Según el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), los manglares, humedales y arrecifes forman parte de los ecosistemas más degradados del Caribe.
De hecho, sus aguas figuran entre aquellas con mayor número de corales en peligro de extinción, amenazados o vulnerables, advierte el Pnuma.
Sin embargo, el escenario no es exclusivo de los estados insulares, las estructuras coralinas cercanas al litoral caribeño de Costa Rica y Panamá también reportan lento crecimiento y disminuyen su número.
Peligros
Tan sólo en Costa Rica, 97 por ciento de los corales presentan daños en un área de 970 kilómetros cuadrados, indica la Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente (AIDA), lo cual alarma a grupos ambientalistas y autoridades gubernamentales.
La sedimentación, los fertilizantes agrícolas que escurren por los ríos hasta las costas y la práctica de un turismo irresponsable son los principales peligros en esa nación, destaca AIDA.
De los corales costarricenses, 62 figuran en la lista de especies en peligro de extinción, elaborada por la Convención sobre el Comercio Internacional de Flora y Fauna.
Ante ese problema, el Ministerio de Aguas y Mares proyecta nuevas disposiciones jurídicas que prohíben a los buques anclar en zona de arrecifes, extraer los corales y realizar dragados o construcciones de cualquier tipo.
Si bien existen instrumentos jurídicos suficientes para fortalecer la legislación en temas marinos, todavía falta voluntad política, dijo el titular costarricense de esa cartera, José Lino Chávez.
Países como Cuba, México, Belice, Panamá, República Dominicana, Guatemala y Colombia cuentan con leyes de protección y defensa de los corales, mientras Costa Rica quedó un poco rezagada, consideró Haydée Rodríguez, la asesora legal de AIDA.
En tanto, estudios realizados en Panamá por el Instituto Smithsoniano de Investigaciones Tropicales revelan que las partículas suspendidas en el aire a causa de la actividad volcánica contribuyen también al lento crecimiento de los arrecifes del Caribe.
Los ecosistemas de coral son sensibles a la concentración atmosférica de dióxido de carbono global y a las emisiones regionales de aerosoles, señaló el investigador Lester Kwiatkowski, de la universidad británica de Exeter.
Las 75 especies de coral presentes en la zona del Pacífico poseen mejores condiciones que las más de 130 existentes en el Caribe panameño, arrojan informes de la organización ecologista The Nature Conservancy. Un escenario similar en aguas del Caribe continental e insular contribuye a que 30 por ciento de los arrecifes se encuentren casi o totalmente destruidos y de continuar las tendencias actuales, en los próximos 30 años desaparecerá otro 20 por ciento, advierte el Pnuma.
La pesca indiscriminada, la contaminación, la urbanización costera, los efectos derivados del cambio climático, los fenómenos naturales extremos, la acidificación de los océanos y la práctica de un turismo poco sostenible ponen en riesgo la supervivencia de los corales.
En 2010, casi dos tercios de esas estructuras en el área estaban amenazadas por esos motivos, señala el Pnuma en su informe titulado Estado de la biodiversidad en América Latina y el Caribe.
Los arrecifes coralinos son una barrera natural de protección en los litorales y a escala internacional, los beneficios de ese resguardo ascienden a 18 millones de dólares por cada kilómetro cuadrado de esa superficie, reporta AIDA.
Por su parte, la industria de la pesca comercial obtiene ganancias anuales de 380 mil dólares por cada kilómetro cuadrado de arrecife, debido a sus condiciones favorables para el desove y la alimentación de la fauna marina, agrega la entidad.
Asimismo, es muy atrayente para el buceo y el turismo de naturaleza, ambas con aceptación creciente en el mundo y un caudal más de ingresos para países dependientes de la industria del ocio.
El optimismo también llega en las noticias recientes, pues algunos expertos australianos consideran que los ecosistemas coralinos pueden ser muy resistentes y recuperarse de daños severos en un tiempo relativamente corto, divulga la revista Science.
Esa alentadora mejoría depende de factores externos, como la vuelta a la normalidad de las temperaturas del mar y la acción poco invasiva de la actividad humana, expuso el investigador James Gilmour, del Instituto Australiano de Ciencia Marina.
Sin embargo, lograr tales condiciones resulta difícil, la mayoría de las veces los corales mueren y terminan convertidos en un esqueleto blanco, añadió el experto.
A su juicio, es indispensable adoptar medidas urgentes para regular la pesca y otras actividades marinas en aras de una mejor gestión ambiental ayudaría a preservar los arrecifes y evitar que la situación sea irreversible.