Munich, 23 de abril

Bayern Munich asestó al Barcelona una de las peores derrotas de su historia, al humillarlo 4-0 en el juego de ida de las semifinales de la Liga de Campeones, con lo que el equipo bávaro acaricia la final en Wembley.

Este miércoles Borussia Dortmund recibirá al Real Madrid en el otro duelo semifinalista.

Thomas Mueller, a los minutos 25 y 82; Mario Gómez (49) y Arjen Robben (73) marcaron los tantos locales, que obligan a los azulgranas a un milagro para remontar el 1º de mayo en el Nou Camp.

Llamó la atención la pasividad del técnico Tito Vilanova, quien con el 2-0 en contra estaba bloqueado. Al 77 puso a calentar a David Villa y lo metió un minuto después del 4-0. Fue su único cambio.

El Bayern devolvió a su rival el 4-0 que le endosó en 2009 en la ida de los cuartos de final de la Champions y presentó su candidatura para suceder al Barça como dominador del futbol europeo en los próximos años.

La última vez que el cuadro culé perdió en el torneo europeo por un resultado similar fue en 1997, en la fase de grupos ante el Dinamo de Kiev, pero por el escenario, el resultado y la trascendencia del duelo, la de hoy es una de esas derrotas que quedarán grabadas en la memoria.

Xavi Hernández había insistido el pasado lunes en que la clave del partido estaría en la capacidad de ambos equipos para imponer su personalidad en el campo. Habló incluso de dormir la pelota, tenerla el mayor tiempo posible, desesperar al Bayern y aguijonearlo cuando llegara el momento.

Sin embargo, empujado por un estadio lleno y rugiente, espoleado por la ambición de demostrar que quienes lo señalan como gran favorito no se equivocan, Bayern mordió a su rival desde el primer momento.

Barcelona nunca se sintió cómodo con el balón. Fue impreciso y lento en la circulación y el centro del campo visitante sufrió acosado por un Javi Martínez motivado en su primera semifinal de Champions.

Messi fue una sombra. Perseguido por Dante, bloqueado por un impecable Schweinsteiger y probablemente ofuscado por la inseguridad física.

El cuadro germano bajó al Barça a la tierra con un partido pleno de ritmo, compromiso colectivo e inspiración. Es el futbol más moderno en la historia del club, según palabras de su técnico, Jupp Heynckes, del que muchos se estarán preguntando por qué se va.

El electrizante ambiente de las gradas tuvo su correlato sobre el césped apenas dos minutos de iniciado del partido, cuando Víctor Valdés tuvo que detener un disparo cruzado del holandés Arjen Robben.

Mueller adelantó a los locales al 25 aprovechando una de las fortalezas del Bayern, el juego aéreo. Robben centró desde la derecha, Dante cabeceó en el segundo poste y el bávaro remachó en el otro lado de la portería.

Barcelona no reaccionó y el guión no cambió un ápice en el complemento. Al cuadro germano le bastaron cuatro minutos de uniciado el segundo tiempo para ampliar su ventaja. Esta vez Gomez, en el área pequeña, para culminó una jugada con el pie.

El Allianz Arena vibraba. Barcelona estaba en la lona y Vilanova sólo acertó a cambiar a Pedro por Villa. El Bayern estaba comiéndose al rival en uno de esos partidos que marcan un antes y un después.

El 3-0 de Robben, al 73, confirmó esa sensación y el 4-0 marcado por Mueller (82) fue el éxtasis local. Los azulgranas no sólo sucumbían en Munich, sino que fueron humillados como no ocurría desde la final de Champions ante el Milan en 1994.

Fue una locura... Tenemos que estar orgullosos, dijo Robben, mientras el jefe de la junta directiva del Bayern, Karl Heinz Rummenigge, calificó el partido como un sueño.

Nos han dado un repaso, admitió Gerard Piqué. Es una pena pero hay que seguir. Está difícil, pero lo vamos a intentar. Hacía ya 15 días que no jugaba y físicamente no estaba de la mejor manera, señaló Messi.