El escritor recibió el Premio Cervantes 2012, en la Universidad de Alcalá de Henares
“La quema de libros es una metáfora de la esclavitud”
La poesía rehabilita a la sociedad, dice
Miércoles 24 de abril de 2013, p. 6
Madrid, 23 de abril.
El poeta gaditano José Manuel Caballero Bonald (Jerez de la Frontera, 1926), recibió el Premio Cervantes 2012 con un discurso reivindicativo y de amor a la poesía, su género y su hábitat.
Manifestó que los enemigos históricos de la libertad han recurrido desde siempre a una suprema barbarie: la hoguera
.
El galardonado vislumbró que “en las ficciones futuristas de un mundo amorfo, despersonalizado, regido por computadoras, la quema de libros representa algo más que un mandamiento atroz: es una metáfora de la esclavitud”.
Uno de los territorios habituales de la literatura del galardonado es precisamente la posguerra, en la que pasó hambre y sufrió la barbarie
de esos enemigos históricos de la libertad
que limitaban cualquier atisbo de libre albedrío o creación.
Espejo múltiple
El discurso de Caballero Bonald en el paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, en homenaje al autor de El Quijote, fue el acto central de la sesión presidida esta vez por los príncipes de Asturias, Felipe y Letizia, en sustitución del rey Juan Carlos –intervenido quirúrgicamente en una cadera.
“Soy consciente –dijo Caballero Bonald– de que mi biografía literaria depende tanto de los libros que he escrito como de los que he leído. Todos ellos constituyen como una especie de espejo múltiple donde me veo frecuentemente reflejado, y en todos ellos se alojan no pocos de mis descubrimientos de la vida precisamente porque también en esos libros descubrí otras vidas, experimenté la sensación de que algo había allí que me ofrecía la posibilidad de compartir un mundo ignorado y excitante.
“La poesía también tiene algo de indemnización supletoria de una pérdida. Lo que se pierde evoca en sentido lato lo que la poesía pretende recuperar, esos innumerables extravíos de la memoria que la poesía reordena y nos devuelve enaltecidos, como para que así podamos defendernos de las averías de la historia.
Afirmaba Pavese que la poesía es una forma de defensa contra las ofensas de la vida y ese es para mí un veredicto inapelable. Siempre hay que defenderse con la palabra de quienes pretenden quitárnosla. Siempre hay que esgrimir esa palabra contra los desahucios de la razón
, señaló.
“Leer un libro, escuchar una sinfonía, contemplar un cuadro, son vehículos simples y fecundos para la salvaguarda de todo lo que impide nuestro acceso a la libertad y la felicidad. Tal vez se logre así que el pensamiento crítico prevalezca sobre todo lo que tiende a neutralizarlo. Tal vez una sociedad decepcionada, perpleja, zaherida por una renuente crisis de valores, tienda así a convertirse en una sociedad ennoblecida por su propio esfuerzo regenerador.
“Quiero creer –con la debida temeridad– que el arte también dispone de ese poder terapéutico y que los utensilios de la poesía son capaces de contribuir a la rehabilitación de un edificio social menoscabado. Si es cierto, como opinaba Aristóteles, que la ‘la historia cuenta lo que sucedió y la poesía lo que debía suceder’, habrá que aceptar que la poesía puede efectivamente corregir las erratas de la historia y que esa credulidad nos inmuniza contra la decepción. Que así sea”.