a respuesta al encabezado de este artículo es sí, pero con marcada tendencia al descenso. En Estados Unidos, la población que allá clasifican como hispana tiene en su abrumadora mayoría origen latinoamericano. En el país del norte viven 52 millones de hispanos, dos tercios de los cuales se identifican como católicos. El porcentaje está por debajo de la cifra que alcanzan los católicos en cada país de América Latina, con la excepción de Guatemala.
La categoría del establishment estadunidense para denominar a quienes llegan del sur, los hispanos, pierde terreno ante la descripción que hacen de sí mismos esos inmigrantes y sus descendientes: prefieren ser llamados latinos. Culturalmente son diversos, lo mismo en creencias que en prácticas religiosas. Han contribuido a fortalecer el catolicismo, ya que representan 40 por ciento de los feligreses de esa confesión. Si bien el número de católicos ha crecido en los últimos años en Estados Unidos, y esto se debe en gran parte a la población latina, en términos porcentuales se ha mantenido estable desde hace cinco décadas.
El obispo de Chicago, Francis George, explica el estado cuantitativo del catolicismo estadunidense en los siguientes términos: Hoy día, cerca de 24 por ciento de estadunidenses se identifican como católicos, pero cerca de 30 por ciento habrían sido criados en la fe católica. El porcentaje de estadunidenses que dicen ser católicos ha permanecido constante, en aproximadamente 25 por ciento, durante los pasados 50 años, pero eso sucedió debido a que los católicos de origen estadunidense que han abandonado la Iglesia han sido remplazados por católicos inmigrantes y por conversos al catolicismo. Cerca de la mitad de las personas que fueron católicas se unieron a alguna forma de comunidad de fe protestante, usualmente evangélica; la otra mitad, en su mayoría, permanece sin afiliarse a otra religión, con frecuencia considerándose como espirituales, pero no religiosos
( Católico, periódico oficial en español de la arquidiócesis de Chicago, 7/08).
Según las proyecciones que cita Elizabeth Días, en su reportaje publicado en la revista Time del 15 de abril, de los dos tercios que en la población latina se reconocen como católicos, el número va a descender a 50 por ciento. En su investigación, titulada The latino reformation: inside the new hispanic churches transforming religion in America
, Días (no Díaz) se refiere a la vitalidad de las comunidades evangélicas latinas que comienzan a incidir en la agenda pública estadunidense. Veintitrés por ciento de los latinos son protestantes/evangélicos y su futuro es de mayor crecimiento.
Uno de los cambios recientes en el campo religioso latino evangélico en Estados Unidos es que de ser casi en su totalidad congregaciones conformadas por hispanos, ahora un número creciente de ellas atrae simpatizantes de otros grupos étnicos. Las iglesias evangélicas que más están creciendo son latinas. Varias de ellas empezaron en locales prestados por iglesias protestantes anglosajonas. Con el paso del tiempo han sobrepasado a sus hospedadores, y no son pocos los casos en que, al ver la vitalidad y sentido comunitario de la congregación latina, buen número de anglosajones optan por asistir a las actividades en español, con traducción de por medio.
La conducta electoral de los latinos evangélicos ha tenido notables cambios. En 2004, 69 por ciento de los evangélicos hispanos votaron para la presidencia de Estados Unidos por el republicano George W. Bush. Cuatro años después, 66 por ciento del mencionado colectivo sufragó en favor de Barack Obama, y en su reciente relección lo hizo 50 por ciento (datos en Michael Warren, Among the evangélicos
, The Weekly Standard, 25/3/13). De manera decidida, los liderazgos latinos evangélicos se movilizan en favor de la reforma migratoria, para que salgan del ostracismo millones de indocumentados.
La población latina en Estados Unidos es muy dinámica en todos los órdenes. En el religioso hay que mirar detenidamente, para no seguir reproduciendo estereotipos que carecen de asideros en la realidad. Con variantes propias del contexto en que viven, los latinos estadunidenses se están diversificando confesionalmente, al igual que los latinoamericanos de la amplia geografía del continente. No hay identidades esenciales e inmutables, sino con mayor intensidad se fortalece la construcción de identidades elegidas que siguen su propia conciencia y no consignas a cumplir ineluctablemente.
Así como el estereotipo del WASP (white anglo-saxon protestant) cada vez está más lejano de describir a personas cuyas generaciones pasadas sí respondían a esa identificación, el de hispano, moreno y católico ya no responde a las agudas transformaciones que tienen lugar en el campo religioso y cultural de los latinoamericanos residentes, legalmente o no, en Estados Unidos.
Allá y aquí los liderazgos religiosos de uno y otro signos deben comprender, y aceptar, que no hay feligresías cautivas permanentes, sino transformaciones en las conciencias de las personas que las llevan a elegir una u otra opción de vida.