uando ser seguidor del Cruz Azul era sinónimo de masoquista o perdedor –loser, a decir de los jóvenes–, y se estaba resignado a ser el blanco preferido del bullying futbolero, ingenioso y sádico a más no poder, el equipo se despojó del vestido de quinceañera que todos le encajaron con sorna y por fin alzó un cetro, el de la Copa Mx conquistado en el paradisiaco Cancún.

La Máquina rompió la maldición y por fin el sábado dio la vuelta olímpica en el estadio Azul, vitoreado por sus miles de seguidores que deliraban tras la vapuleada 5-0 sobre los Xolos, y que salieron del coso gritando con voz ya enronquecida ¡Azul, azul!, convencidos de que el logro ante Atlante es, todo indica, el comienzo de una nueva era.

Cientos de desquiciados aficionados acudieron el jueves al Ángel de la Independencia, el sitio de los festejos exclusivos del Tri, pero no había de otra, era el lugar idóneo para celebrar la liberación, el romper de cadenas de la prolongada opresión. Otro grupo de seguidores saturó el aeropuerto capitalino para recibir a sus héroes, con Chuy Corona y Chaco Giménez a la cabeza.

Los celestes acuñaron con una sucesión de ilusión-desazón el mote de subcampeonísimo, en finales perdidas en la liga ante Pachuca, Santos, Toluca y Monterrey; en la Concachampions contra Atlante y Pachuca, y en Copa Libertadores frente a Boca Juniors. En el trayecto hubo también episodios sombríos, como el cese de todo el plantel en la época de Mario Carrillo y el secuestro de Rubén Omar Romano.

Ahora los jugadores, sin la pesada losa encima, señalan que la Copa Mx es el comienzo de una historia triunfal. No debe dudarse, Cruz Azul tiene los ingredientes principales: un plantel con buenos jugadores, un estratega estudioso y serio –quizá demasiado parco–, y una directiva cuyo principal pecado parece haber sido el de dar en demasía.

Los aficionados hacen barullo y están tan locos como el que nunca tuvo y de pronto se ve colmado. Pero el técnico Guillermo Vázquez se muestra ubicado, sabe que los resultados mandan. No puede olvidar que hace un mes fue repudiado y con enfado calificó a su afición de malvibrosa. El sábado probó la otra cara de la moneda, pero, sereno, apenas alzó la mano en señal de saludo.

Tigres y Atlas amarraron su clasificación matemática, sin embargo, el equipo de la UANL perdió lo invicto, mientras los Zorros firmaron su salvación. Rojinegros y felinos esperan a los siguientes seis invitados a los cuartos de final, aunque América, Santos, Pumas y Morelia parecen decididos a dejar en la rebatiña última a Cruz Azul, Monterrey, Pachuca, Toluca, Xolos y Chivas, que van por un milagro.

La zona baja tomó rumbo definitivo con la caída de los Gallos en Morelia. Querétaro, que ascendió en 2009, mantiene su historial de bandazos, sin poder afianzarse en el máximo circuito. La mala suerte incluye aquella desaparición de un plumazo, en 2004, bajo la casi convicción de haber sido invadido por el narco. La ruta del adiós será de tres partidos ante San Luis, Chivas y Puebla.

Potosinos y rojinegros brindaron un partido vibrante y emotivo que marcó la permanencia para ambos. Los Reales, de la mano del Conejo Pérez y de Sergio Bueno, culminaron la misión encomendada, mientras el Puebla, pese a la derrota ante Jaguares, aún tiene en sus manos la salvación. Los deprimidos Potros reaccionaron frente a Chivas tras haber perdido la Copa Mx.

Como hace mucho no ocurría, la capital del país tiene en zona de clasificación y con buenas perspectivas a sus tres equipos: América, aferrado pese a todo al tercer lugar; Pumas, que con un golazo de La Rata Bravo bajó de la nube a los Tigres, y ahora el motivado Cruz Azul, que busca enquistarse entre los ocho mejores con los choques en puerta ante Toluca, Santos y Monterrey.

El Tricolor del Chepo de la Torre enfrentará el miércoles a Perú en juego amistoso; será un interesante ensayo y, como ya se sabe, oportunidad para recaudar en San Francisco los necesarios dólares. Lo malo es que esos partidos de poco ayudan cuando en los oficiales da prioridad a la legión europea.

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