Resonancias texcocanas
Juan Luis Silis, talento sin escenarios
Pachuca o la amnesia taurina
antiene tal energía el espíritu intemporal del Compadre Silverio Pérez que puntualmente le imprime a la feria anual que con tanto cariño crearan él y don Antonio Ariza, más el entusiasmo de otros ciudadanos de Texcoco, un algo de profunda huella racial. Si bien desde sus inicios la feria fue llamada Internacional del Caballo, ya de éste más bien van quedando los de rejoneo, más entendidos y valientes que no pocos improvisados metidos a legisladores.
Al término del serial de siete festejos, organizado una vez más por el empresario Marco Castilla y su hijo, con una empatía taurina que pocos promotores son capaces de aplicar, el balance es por demás positivo, sobre todo en cuanto a la corroboración del enorme potencial de algunos toreros, no así en lo que respecta a la bravura con clase, tan escasa ya en todos los ruedos del mundo.
De las cotizadas tres eses –Sánchez, Saldívar y Silveti– bien a secas, aunque se haya hecho de cinco orejas en dos tardes, el hidrocálido Juan Pablo Sánchez, primero con reses de Arroyo Zarco, a las que despenó de certeras estocadas, y luego con otras de más recorrido de Julián Hamdan. Pero su privilegiado temple apenas pudo paladearse. Pundonorosos Ignacio Garibay, con uno de Valparaíso, una oreja en su única comparecencia, Diego Silveti, con igual premio ante un mansurrón de Hamdan, y Zotoluco, que malogró inspirada faena a su segundo de Arroyo Zarco.
Ratificaron su condición de figuras en cierne, a pesar de los criterios empresariales del duopolio, Fermín Rivera –oreja por bella y reposada faena a un Valparaíso e importante actuación con dos de Campo Hermoso y uno de regalo, al que imprimió desgarradas tandas con la diestra– y el mentalizado Sergio Flores –tres orejas esa misma tarde por trasteos un tanto efectistas. El chou –como diría el cecetlo– de Hermoso de Mendoza, cuyo histrionismo ya se parece al de un político discurseando, le permitió llevarse dos orejas. Exitoso y esperanzador resultó el festival taurino infantil Fiesta Futura, del incansable promotor José San Martín, con las destacadas actuaciones de José María Mendoza, Alberto Rangel, Sara Edith, Emiliano Villafuerte y el rejoneador Diego Cruz. Sembrando, no sólo aprovechando lo sembrado por otros, es como se puede cosechar, incluso en la fiesta de los toros.
Lo verdaderamente emocionante, por la conjunción de un toro bravo y un torero lleno de recursos tauromáquicos, sello y transmisión al tendido, estuvo a cargo del capitalino Juan Luis Silis, último alumno del maestro Mariano Ramos, y del bravo y noble Alfarero, del hierro de Magdalena González, en el sexto y último festejo texcocano. Sería la bendición postrera del espíritu silveriano a este serial.
Con sólo tres festejos toreados desde su rotundo triunfo en la Feria de Pachuca, en octubre pasado, pues acá, como en Sudamérica, los taurinos no tienen prisa en recuperar la bravura, incorporar a toreros taquilleros y buscar, unidos y con método, competencia y reposicionamiento del espectáculo, exactamente seis meses después de aquella confirmadora faena a un bravo toro de Caparica y gracias a la empresa de Texcoco, Juan Luis Silis, tras dos capotazos al encastado toro de Magdalena González, desmayó los brazos en siete templadas verónicas y lo fue llevando, sin prisas, pero con mando, hasta los medios. Luego de una vara en la que el toro recargó, Silis se echó el capote a la espalda y, otra vez en el centro de la plaza, ejecutó sin pestañear tres gaoneras de manos bajas, mientras la gente asimilaba la magia de la verdadera tauromaquia.
Con un gran sentido de la distancia, colocación precisa y percepción clara del comportamiento de un toro que embestía, no sólo pasaba, este Juan Luis, poseedor de una cabeza torera privilegiada, estructuró una limpia faena por ambos lados de muy altos vuelos, de muletazos erguidos y ligados en un palmo de terreno, a un astado con trans- misión y con clase, como si el hombre toreara a diario y no cada bimestre. Un estoconazo hasta las cintas culminó aquella obra espléndida. Arrastre lento a los despojos del emotivo toro y las dos orejas a Juan Luis Silis, que ya con su primero había desplegado su inexplicable sitio y realizado una faena imposible en medio de un vendaval, haciéndose del toro y del público. ¡Síganlo desperdiciando, pendejos!, gritó un aficionado, pero los promotores alelados no lo oyeron. Un botón de muestra:
Hoy en Pachuca celebra sus primeras 2 mil corridas el rejoneador navarro Pablo Hermoso de Mendoza, llevando en el cartel a Fermín Spínola, su protegido, y a Joselito Adame. ¿Por qué caprichosa razón la empresa no pudo poner en lugar de alguno de éstos al triunfador de la pasada feria, Juan Luis Silis? Con estos taurinos para qué queremos antis.