Editorial
Ver día anteriorDomingo 14 de abril de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Venezuela: lo que está en juego
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ay mucho más en juego en las elecciones presidenciales que se realizan hoy en Venezuela que la simple disputa por el poder presidencial entre el actual mandatario interino, Nicolás Maduro, y el opositor Henrique Capriles.

En primer término, la cita comicial de hoy es la primer prueba de supervivencia política para el chavismo ya sin la presencia física de Hugo Chávez, así como un referéndum sobre la fortaleza actual y el destino de la institucionalidad bolivariana construida durante el periodo presidencial del difunto mandatario. Sea cual sea el resultado de hoy, pero particularmente si se confirman los pronósticos que otorgan a Maduro una mayoría en las preferencias electorales, las pugnas intestinas y los obligados reacomodos políticos en el actual grupo gobernante, así como la capacidad de éste para mantenerse cerca de la amplia masa social que hoy respalda al gobierno de Caracas, condicionarán necesariamente el rumbo de la revolución bolivariana en años venideros.

Desde una perspectiva más general, la jornada comicial de hoy es un examen más para la institucionalidad electoral venezolana, que durante el periodo de Chávez fue sometida a prueba una y otra vez bajo el paradigma de la democracia participativa, con saldos favorables en términos de eficacia, transparencia en los comicios y credibilidad nacional e internacional. Tales saldos, sin embargo, lucen hoy amenazados ante los cuestionamientos formulados por la oposición por la presunta parcialidad del Consejo Nacional Electoral (CNE) y ante las sospechas de que el equipo de Capriles busca inducir un clima de sospecha sobre de los resultados electorales para desacreditar así el proceso soberano en su conjunto.

A ninguno de los actores políticos que se disputan el poder en Venezuela conviene, sin embargo, una erosión de la credibilidad nacional e internacional de que goza el CNE y los procesos electorales de la nación caribeña. El descrédito del primero y las segundas derivaría necesariamente en una pérdida creciente de legitimidad del conjunto de la clase política venezolana, y ello afectaría por igual a oficialistas y a opositores, quienes durante el ciclo de presidencias chavistas lograron, pese a todo, diversas posiciones de poder político –alcaldías, gubernaturas y representantes en el Poder Legislativo– por la vía electoral. Es pertinente que las distintas coaliciones partidistas actúen hoy responsablemente y eviten el desgaste de uno de los principales legados institucionales de los años recientes: los procesos democráticos.

Por último, es indudable que el gobierno venezolano entrante, independientemente de quién lo encabece, habrá de hacer frente a una circunstancia económica nacional por demás complicada, que se refleja con una inflación de 40 por ciento y un desabasto de diversos productos y servicios. En buena medida, lo que habrán de decidir los venezolanos hoy es si esas dificultades se afrontarán mediante un regreso a las directrices neoliberales preconizadas por el equipo de campaña de Capriles, o una continuidad y profundización del proyecto social y de transformación económica iniciado por Chávez hace casi tres lustros, y cuyos saldos positivos en materia social están, pese a todo, a la vista.