El campamento en Seúl estuvo “tranquilo’’ y fue aprovechado al máximo las dos semanas, dijeron los taekwondoístas anoche en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.

En el primer grupo que arribó –otro lo hizo más tarde– venían la doble medallista olímpica María del Rosario Espinosa, Idulio Islas, Érick Osornio, Briseida Acosta, Damián Villa y Diego García, quienes coincidieron en que recibieron la orden de regresar porque todos en México estaban my preocupados por la amenaza militar de Corea del Norte.

Osornio dijo que fue una lástima haber regresado antes (tenían programado el retorno el 20 de este mes). “Nosotros estábamos tranquilos, no había alarma ni siquiera de los habitantes. La incertidumbre era de nuestros papás, de los medios de comunicación, pero nosotros bien.

“El grupo estaba tranquilo. Realizamos los combates (en el Comité Olímpico de Corea del Sur) y nos trasladábamos al hotel. El último día vimos que pasaban helicópteros, pero fueron dos semanas de entrenamiento con la selección coreana y a seguir entrenando para el Abierto de Toronto’’, el cual se realizará el próximo mes.

Érick e Idulio Islas, dos de los preseleccionados con más experiencia en este tipo de campamentos en Corea, comentaron que la amenaza de guerra entre esos dos países “es tan normal porque es de hace años’’, y no sintieron temor alguno, aunque les habría gustado más aprovechar los días que les faltaron, pero por instrucciones de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte, y la Federación Mexicana de Tae Kwon Do, debieron retornar.

La medallista olímpica de Singapur 2010, Briseida Acosta, sonreía y se limitó a señalar que ella aprovechó al máximo la concentración, porque además del abierto canadiense y el de Suiza, vendría el selectivo para definir a los que competirán en el Mundial de Puebla, en el mes de julio.

El doctor Héctor Bedolla reportó que afortunadamente no hay riesgo de lesiones, pero algunos de los taekwondoístas manifestaron que venían un poco golpeados y era normal.

El poblano Damián Villa y el mexiquense Diego García también insistieron en que la tranquilidad en el grupo fue general y eso tenían que transmitirlo a sus familiares porque constantemente les hablaban por teléfono ante la amenaza militar de Corea del Norte.