En cientos de cajas de cartón apiladas, la Secretaría de Gobernación resguarda la operación e historia de los casinos en el país.

Sin ninguna medida de seguridad, miles de fojas de trámites en curso son acumuladas en el piso 12 de Hamburgo 135, colonia Juárez. Ahí estará, sólo por unos días más, la Dirección General de Juegos y Sorteos.

El deterioro físico y administrativo en estas oficinas evidencia años de abandono. El panorama de los despachos es de alfombras sucias y rotas, parchadas con cinta canela; ventanales cubiertos con papel estraza; muebles y archiveros viejos sin cerraduras, y cilindros plateados (de lo que alguna vez fue el aire acondicionado) colgando encima de las cabezas de los abogados que supervisan la industria del juego en el país.

Además de las pésimas condiciones de seguridad e higiene para 158 trabajadores –que todos los días tratan de esquivar los montones de papeles, cajas y polvo– este desorden ha provocado que se pierdan asuntos ante los juzgados porque la información para acudir a las audiencias puede no estar completa o ser hallada a destiempo. Hace algunas semanas aparecieron 10 cajas que contenían asuntos concluidos, pero también otros vigentes.

Cuando llegué aquí, el 7 de enero pasado, los primeros días nos la pasamos solicitando prórrogas al Poder Judicial porque no sabíamos ni en qué caja estaba el documento que nos pedían, relata Marcela González Salas, responsable del área que regula cientos de casinos instalados a lo largo y ancho del país, así como de los sorteos que requieren permiso federal.

La funcionaria se quejó, y la Oficialía Mayor de Gobernación finalmente le autorizó el cambio a un edificio en el que haya mejores condiciones físicas y administrativas. Lo que encontré fue una oficina en desorganización total, absoluta, repite González Sala a casi tres meses de haber asumido el cargo.

Estar en el piso 12 de este edificio enclavado en plena Zona Rosa agobia. No hay ventilación adecuada y, aunque se trata de un área restringida, los documentos más importantes de los litigios contra casineros –y de la historia de cada uno de los 31 permisionarios– están en carpetas colocadas en estantes de metal, insuficientes para dar cabida a tantos oficios, por lo que los documentos se desbordan ya en el piso y, otra vez, en cajas de cartón.

En una de tantas hileras verticales se lee en una hoja blanca colocada en la parte lateral: Caja 106 Documentos para integrar a expedientes y, más abajo, Caja 111 Gallos, Caballos Mayo 2012. Juegos. A un lado Caja 94 Solicitudes canceladas 2005-2006. Juegos y, en una más, Caja 127 Auditoría 002/11, pero en muchas más sólo hay letras y números trazados con plumón.

Posiblemente el contenedor más famoso es en el que se apilan los turnos para enviar a los inspectores de la Secretaría de Gobernación, cuya presencia se anuncia pomposamente en los sorteos de la televisión (sin imaginar la precariedad que hay en su centro laboral).

Resulta que alguien adaptó a esta caja unas patas de madera, retazos de algún mueble igualmente viejo; le puso orejas, nariz, ojos y trompa de papel para simular un canino que, en los hechos, resulta el guardián de los juegos y sorteos en el país.