El Nobel de Literatura 1997 se encargó del mensaje por el Día Mundial del Teatro
Jueves 28 de marzo de 2013, p. 5
Hace tiempo el poder resolvía la intolerancia contra los comediantes enviándolos fuera del país. Hoy los actores y las compañías tienen dificultad para encontrar espacios al aire libre, así como teatros e incluso público, todo ello a causa de la crisis.
Así comienza el mensaje que el premio Nobel de Literatura Dario Fo escribió para conmemorar este miércoles el Día Mundial del Teatro, instaurado en 1962 por el Instituto Internacional del Teatro (ITI, por sus siglas en inglés, instancia de la Unesco).
Este año fue Dario Fo el personaje encargado de escribir el discurso, el cual está disponible en la página www.world-theatreday.org, que fue leído en más de 20 idiomas por personajes de cada país. En castellano se prepararon versiones en Argentina, Chile y Perú, entre otras naciones.
El mensaje se repitió en distintos escenarios en los que se conmemoró este día, tanto en espacios abiertos como cerrados en los casi cien países que participan en el ITI.
En el texto, Dario Fo señala que ya los gobernantes no enfrentan más problemas para controlar a quienes se expresan con ironía y sarcasmo en cuanto que los actores no tienen espacios ni escenarios a los cuales dirigirse
, debido a esa falta de lugares para presentarse y la crisis.
La situación era completamente diferente durante el Renacimiento en Italia. Ahí “quien ejercía el poder debía darse a una gran tarea para defenderse de los comediantes que gozaban de público en gran cantidad.
“Es notable que el gran éxodo de los cómicos del arte viene en el siglo de la Contrarreforma, que decretó el desmantelamiento de todos los espacios teatrales, especialmente en Roma, donde eran acusados de desacato a la ciudad santa. El papa Inocencio XII, bajo las presiones impuestas por la parte más retrasada de la burguesía y de los máximos exponentes del clero, había ordenado, en 1697, la eliminación del teatro de Tordinona, en cuyos escenarios, según los moralistas, se había registrado el mayor número de exhibiciones obscenas.
“En los tiempos de la Contrarreforma, el cardenal Carlo Borromeo, operante en el norte, se había dedicado a la fecunda actividad de redimir a los ‘hijos milaneses’, efectuando una fuerte distinción entre arte, máxima fuerza de la ecuación espiritual, y el teatro, manifestación del profano y de la vanidad. En una carta dirigida a sus colaboradores, que cito de memoria, se expresa más o menos así:
“‘Nosotros, preocupados de extirpar la mala planta, quisimos, al registrar para fijar la letra con discursos infames, extirpar de la memoria de los hombres y con ello perseguir también a aquellos cuyos textos divulgan a través de la imprenta. Pero, evidentemente, mientras dormíamos, el demonio operaba con renovada astucia. ¡Cuando más penetra en el alma lo que los ojos ven, de aquello que se puede leer en los libros de cualquier género! Cuanto más la palabra dicha con la voz y el gesto apropiado hiere gravemente las mentes de los adolescentes y de los jóvenes, de cuánto no hace la palabra muerta impresa en los libros.
“Urge entonces cortar de nuestras ciudades a los teatreros como se hace con las almas no deseadas’.”
Por tanto, planteó el Nobel de Literatura 1997, la única solución a la crisis es de esperar que contra de nosotros y sobre todo contra los jóvenes que quieren aprender el arte del teatro se organice una fuerte caza: urge una nueva diáspora de comediantes para que de inmediato, de esta imposición, surjan los beneficios inimaginables para una nueva representación
.