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Chiapas Elaborando nuestras propias normas Certificación Agroecológica Participativa Gabriela Ortiz
El tianguis Red Comida Sana y Cercana de San Cristóbal de las Casas hace tiempo decidió dirigir sus esfuerzos hacia una producción agroecológica. Ésta enfatiza la diversidad y la sustentabilidad de las parcelas. Durante por lo menos cinco años hemos reflexionado sobre el proceso de Certificación Participativa; hemos elaborado nuestras propias normas y procedimientos basándonos en los saberes de las personas productoras y técnicas, en los principios agroecológicos y de sustentabilidad, y en las condiciones ambientales y sociales de la región. Probablemente somos el primer mercado que incluye a los y las consumidoras en la construcción de sus lineamientos, y a los que estamos haciendo un gran esfuerzo para ofrecer seguimiento técnico a sus participantes. Hace año y medio comenzamos la certificación de las y los productores agropecuarios con el fin de ofrecer calidad y sustentabilidad social, ambiental y económica de los productos; para contribuir a la construcción de una agricultura ecológica, democrática, inclusiva y accesible para todas las personas productoras y consumidoras; para crear estructuras por medio de las cuales distintos actores de la Red Comida Sana y Cercana podamos apoyarnos en la lucha por una vida digna en armonía con la naturaleza y por la soberanía alimentaria. Las personas involucradas hemos aprendido un montón de cosas, pero a lo largo del proceso han surgido las preguntas: ¿en realidad qué es?, y ¿para qué estamos certificando? El diccionario dice que es asegurar, señalar con certeza la verdad de un hecho. La certificación participativa, según la definición de la Red Mexicana de Tianguis y Mercados Orgánicos, AC, “es un sistema que garantiza, fortalece y da validez e integridad orgánica a los alimentos” (www.tianguisorganicos.org.mx). Entonces, hablamos de un sistema que certifica el producto de un trabajo. Los productores agroecológicos tienen la tarea de cuidar el manejo del agua, trabajar el suelo apropiadamente, mantener su parcela biodiversa y con plantas locales, manejar adecuadamente las plagas, usar de forma sustentable los bosques y la leña, mantener un cuidado ambiental, pagar salarios y dar capacitación adecuada a sus trabajadores, tener equidad en la toma de decisiones, apoyar a su comunidad y ofrecer precios justos tanto para personas campesinas como para consumidoras. Aunque los lineamientos que establecen esta forma de producir y que pretenden darle certeza fueron elaborados por los mismos productores y consumidores, son procesos no siempre fáciles ni sencillos, requieren tiempo y mucho trabajo. Hay consumidores que dudan de la calidad de estos productos y piden garantías sin comprender la realidad en que se producen. ¿Por qué se exige tanto al productor y nada o muy poco al consumidor? Son pocos los consumidores responsables, al menos con el funcionamiento del Tianguis (traer sus bolsas, no usar plásticos, re-usar material). ¿Por qué no les exigimos a estas personas y al productor sí? ¿No deberíamos ser todos los que compramos en el tianguis co-productores y co-consumidores? ¿De dónde nace la necesidad de la certificación? Ciertamente de las personas consumidoras y no de las productoras. ¿Será por esta razón que muy pocos productores exhiben su certificado? ¿Hemos logrado que éste sea un “plus” para el productor, un reconocimiento a su trabajo y a la calidad de su producto? Las exigencias de consumidores y hasta de otros productores pueden llevar a que el proceso de certificación participativa no se haga ya en un ámbito de confianza, no se haga con el objetivo principal de mejorar la producción y se convierta en un mero proceso de validación y cumplimiento de normas. En este caso se debe reconsiderar cómo re-aprehender los ideales agroecológicos, dialogar más sobre el tipo de participación a la que nos comprometemos y que realmente se intercambien conocimientos. El Tianguis es un espacio de intercambio social, económico y de saberes. Los productos que se ofrecen son agroecológicos y procesados artesanales. Comida Sana y Cercana es un circuito corto de comercialización que ofrece principalmente productos locales minimizando el gasto de energía de transporte, contribuye a la economía local, los productores y consumidores encuentran en él elementos importantes que les dan buen vivir. Si este proyecto cumple una función ecológica tan importante al cuidar la madre Tierra, si lo que se ofrece es tan importante para el planeta y las personas, ¿por qué como consumidores les exigimos tanto y damos tan poco? Provocando aún más la reflexión, pregunto ¿qué tiempo estamos dispuestos a dar y esperar para una real transformación agroecológica?, ¿cómo podemos medir su impacto social?, ¿cómo podemos promover la participación activa de las y los diferentes actores? Qué estructuras debemos estar construyendo para apoyarnos? ¿Certificación o reconocimiento participativo? Mucho qué reflexionar, mucho qué construir, mucha tela de dónde cortar. *Este artículo no necesariamente reflejan el sentir de todas las personas involucradas en Comida Sana y Cercana. Chiapas La construcción de experiencias desde lo local: El caso del Tianguis de productos naturales y orgánicos el Huacalero Rosa E. Hernández C., Raúl Cuevas G., Manuel Figueroa Y. El Soconusco, Chiapas, es una de las zonas más ricas en diversidad de cultivos. Sin embargo, esa condición se ve amenazada por el uso intensivo de agroquímicos, ya que ponen en peligro no sólo la prosperidad de los cultivos sino también la salud de sus pobladores. Por esta razón, en 2007 personal de la unidad Tapachula de El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur), en coordinación con el doctor William Gamboa (†), el Centro Agroecológico San Francisco de Asís (CASFA) y la Universidad Autónoma de Chiapas, se mostraron interesados por impulsar en la región un espacio de encuentro entre productores y consumidores en torno a la producción orgánica. Todo esto inició con una encuesta a los habitantes de Tapachula para conocer su opinión acerca de la instalación de un tianguis o mercado orgánico. Posteriormente se adhirieron al grupo promotor, o apoyaron a los productores a participar en el proyecto, la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, el Centro de Bachillerato Tecnológico Agropecuario 60 de Ciudad Hidalgo y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Por la estrecha colaboración entre académicos de Ecosur con grupos organizados, se invitó a participar a productores y productoras de distintos ejidos del municipio de Cacahoatán, Tuxtla Chico y Tapachula. Así, poco a poco se unieron los productores de la cooperativa de ecoturismo Pak´al Tsix A´ o Mariposas Alas de Agua del Águila; productores de Alpujarras, Benito Juárez el Plan, Fracción Bella Vista, Faja de Oro, Rosario Ixtal; la organización Kay kab, Santa Rosalía, y la organización de productos lácteos La Pomarroza. Los primeros años el Tianguis, denominado El Huacalero, se establecía de manera itinerante y no contaba con una fecha determinada. Esta etapa de inicio fue difícil, sin embargo la persistencia de los participantes ha rendido frutos y ahora se mantiene estable durante tres días a la semana: miércoles, sábados y domingos. El Tianguis se ha convertido en un espacio donde los consumidores pueden conversar bajo el cobijo de una hermosa ceiba, conocer a las y los productores que comparten de esta manera parte de su cultura de la etnia mam. Además, los consumidores pueden aprender o reaprender a comer plantas comestibles que habían quedado en el olvido en la ciudad, o adquirir frutas y alimentos producidos con esfuerzo en las comunidades y transportados con mucho cuidado y esmero. Al igual que los otros tianguis y mercados de la Red Mexicana de Tianguis y Mercados Orgánicos, AC (REDAC), en El Huacalero se garantiza la calidad mediante el Comité de Certificación Orgánica Participativa, en el cual participan productores, consumidores, académicos y aliados de instituciones que avalan el sistema de trabajo. A la fecha las y los integrantes del Tianguis han fortalecido diversas capacidades mediante procesos largos de capacitación, tanto en aspectos sociales como ambientales, que propician la diversificación productiva, el cuidado del ambiente y el trabajo organizado. Este camino recorrido brinda la oportunidad para que los académicos construyan en colectivo propuestas de investigación aplicada para resolver problemáticas, y abre espacios para que estudiantes y consumidores vayan reconociendo la importancia de la producción orgánica en la región y el beneficio para la salud. Uno de los resultados de esta colaboración, y derivado de proyectos de investigación aplicada, es la propuesta de la integración de estos grupos en una red de agroecoturismo de la región del Tacaná, la cual ofrece distintos servicios basados en su quehacer cotidiano como es la agricultura y sus riquezas naturales y culturales. Entonces los visitantes pueden trasladarse a las comunidades y visitar por ejemplo, el centro experimental de hongos en Alpujarras. Además, realizar recorridos en los senderos del mariposario y la cascada de la Sirena con el grupo Pak´al Tsix A´, conocer las prácticas agroecológicas para el cultivo de las hortalizas y la milpa en Benito Juárez el Plan, o bien conocer las principales actividades del cultivo de plantas ornamentales en Fracción Bellavista, entre otras actividades en las faldas del volcán Tacaná. La propuesta de red fortalece las relaciones que ya existen entre comunidades y promueve los vínculos con Guatemala. Por ejemplo, se han realizado reuniones entre productores de El Huacalero y Toniná o Trigales, una comunidad en el Volcán Tacaná pero del lado de Guatemala, para compartir sus experiencias en torno a la producción orgánica de hortalizas y flores. Como podemos ver, construir procesos entre productoras, productores y académicos en torno a la agricultura orgánica es un reto e implica paciencia para caminar juntos, pasito a pasito para poder lograr resultados a largo plazo.
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