Mancera se define
El DF, de izquierda
Factor de equilibrio
l jefe de Gobierno de la ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, decidió poner fin a una serie de observaciones de casi todas partes, y de casi todos los colores, que le cuestionan una postura política poco definida hacia la izquierda, y aseguró que el DF seguirá por el camino de la idea que lo llevó al gobierno de la capital del país.
Con mucho, la sospecha de que a Mancera le importaba un pepino el destino de las izquierdas en el DF aumentó día con día, con el dato incontrovertible del acercamiento del jefe de Gobierno hacia el PRI, que ha justificado como parte indispensable de su mandato, pero que tampoco ha señalado como su inspiración política.
Tal vez su definición provenga de las declaraciones de Marcelo Ebrard –que extraña el juego de los equilibrios– de que durante tres gobiernos seguidos se había construido desde el Distrito Federal y había caracterizado a esta ciudad como la oposición
, pero también, no hay que olvidar, la voracidad del PRI en el gobierno pudo ser el factor que impulsó las declaraciones del mandatario.
La posibilidad de que desde el PRI se impulse la enajenación de la renta petrolera por compañías de capital privado, la imposición del IVA a medicinas y alimentos que propone ese partido es, casi seguro, el factor que rompió lo que para muchos era la luna de miel entre el gobierno federal y el local.
Y es que no le dejaron salida. Acompañar una acción de ese tipo sería tanto como ponerse la soga al cuello. Mancera ya lo ha dicho: no está de acuerdo con esas medidas, y con ello, por el momento, con esa declaración sí se desprende de lo que es y significa el PRI para las mayorías, y Mancera levantó la bandera de ir con la gente, de gobernar con ella. Tomar otro camino sería suicidio.
El hecho es contundente. No tuvo que subirse a ningún escenario para hacer la declaración, pero ya era necesaria esa postura, por el bien de su gobierno. Una acción en contrario le hubiera significado enfrentarse con sus gobernados a cada paso, en cada colonia, en cada esquina de la ciudad.
Y es importante que en esa declaración Mancera no se refiriera a ningún partido en especial, sino a la izquierda, a las izquierdas. Eso no puede considerarse como un descuido; Mancera es más que cuidadoso al hablar, y muy pocas veces se compromete cuando no es necesario.
Así que no quiso plantear que alguno de los organismos partidistas registrados pueda ser el impulsor, el apoyo que requiere para continuar los cambios que requiere la ciudad, sino el conjunto de las banderas de la izquierda el que deberá continuar en la lucha por lo justo que se impone desde el DF.
Sí, habrá quien diga que el dicho de Mancera no es más que eso, una declaración que no tomará piso, pero, frente a las circunstancias, el jefe de Gobierno pintó su raya y dio color. Siempre que no esté de acuerdo con los lineamientos que se lancen desde Los Pinos, la voz del jefe de Gobierno se hará escuchar para poner en los oídos de los otros la forma de pensar de una mayoría de los habitantes de la ciudad de México.
Y todo esto pasa antes de que se cumplan los primeros cien días de su gobierno, es decir, no pasó tanto para que flotara la postura que sí corresponde a un mandatario que no será títere de los caprichos de los gobiernos que pugnan para limpiar la pista, a la carrera del capitalismo loco que busca tragarse al Distrito Federal.
Miguel Ángel Mancera parece que ya salió del cuadro del espejo donde todo el reflejo era tricolor. Eso asegura que el jefe de Gobierno tiene bien puestas las manos en el timón de este inmenso barco que se llama Distrito Federal. En buena hora.
De pasadita
Las vueltas que da la vida, dice el lugar común, que regularmente acierta. Cuentan en la Universidad Complutense de Madrid que no hace muchos años, en la unidad de posgrado, uno de los alumnos era el que hoy es procurador general de la República; nos referimos al hidalguense Jesús Murillo Karam. Eso, desde luego, habla muy bien del funcionario. Lo malo, nos dicen, es que el curso fue pagado por el SNTE. ¿Será?