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Presentó El canto roto, su libro sobre la vida y obra del compositor duranguense

Julio Estrada propone ventilar el tema Revueltas-Chávez

Había que abordarlo porque casi no forma parte de la historia escrita y prevalece la imposición sobre la conciencia colectiva de que el primero estaba equivocado y el segundo tenía la razón, explica el musicólogo

Frente al insulto soez, Silvestre era un personaje fascinante, opina

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Silvestre Revueltas (1899-1940)
 
Periódico La Jornada
Sábado 2 de marzo de 2013, p. 2

El compositor Carlos Chávez (1899-1978) nunca pudo con el agobio de los celos que sintió por su colega Silvestre Revueltas (1899-1940). Por esa razón lo atacó hasta el final de su existencia, sin importar que el duranguense hubiera muerto casi 40 años antes que él.

Tan controversial tema fue planteado por el compositor Julio Estrada durante la presentación de su libro El canto roto: Silvestre Revueltas, efectuada la noche del jueves en el Centro Cultural Bella Época, del Fondo de Cultura Económica (FCE).

Estrada dedica uno de los capítulos del volumen –coeditado por el Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México y el FCE– a referir la relación de claroscuros entre ambos compositores, figuras señeras de la música de concierto y de la cultura de México durante el siglo XX.

“Ese aspecto –dijo el musicólogo– había que abordarlo por varias razones, la principal es porque casi no forma parte de la historia escrita y prevalece la imposición sobre la conciencia colectiva de que Revueltas era el que estaba equivocado y Chávez tenía la razón.”

El también investigador y catedrático universitario refirió que poco después de la muerte de Revueltas, Chávez recibió la carta de un colega estadunidense, el musicólogo Herbert Weinstock, –que, dijo, permanece inédita en el Archivo General de la Nación– en la cual le reclama sus celos por el autor de Sensemayá, al decirle cómo era posible que pudiera detestarlo, humillarlo y exponerlo.

Aunque desde entonces se le pidió reflexionar sobre eso, para que se retractara, Chávez, por el contrario, se echa con toda la cornamenta por delante intentando herir a Revueltas; y lo hace por un tiempo, pero termina estrellándose con un muro, quedando con los cuernos en el yeso de la pared, y esa pared se llama historia.

Otro episodio en ese sentido relatado por Estrada fue la confesión que Chávez hizo casi al final de sus días al crítico de música José Antonio Alcaraz, respecto de que en una ocasión Silvestre Revueltas, estando ambos solos en un baño, le pidió perdón tras aceptar sus supuestas equivocaciones y que había sido un cabrón.

Esa es una versión de la que el autor descree completamente, dijo, no sólo por tratarse de un episodio que Chávez fue incapaz de confrontar con alguien, sino porque, de haber sido cierta, esa supuesta casi humillación de Revueltas hubiera suprimido el entuerto entre ambos.

Con esa declaración a Alcaraz, que le deslizó para ser publicada después de su muerte, como un secreto elegante, afirmó, Carlos Chavez quiere esperarse hasta el último momento de su vida para hacer el insulto más grande al personaje al que más miedo le tuvo, a aquel que no aspiró al poder, aquel que detestó el poder, aquel que frente al poder respondió solamente con sueños, con imaginación, con creatividad, con obra.

El canto roto: Silvestre Revueltas es resultado de 25 años de investigación que Julio Estrada dedicó a la vida y la obra del compositor y violinista duranguense, si bien la atracción por este personaje se remonta más de 40 años atrás, cuando realizó un análisis de su pieza Sensemayá.

El volumen consta de seis ensayos, en los cuales se abarcan diversas aristas de la biografía y el quehacer de Revueltas. Se refiere, por ejemplo, su relación con sus contemporáneos, entre ellos Julián Carrillo, Manuel María Ponce y Chávez, así como su pluralidad como artista, alguien que lo mismo hizo música para ballet, cine, orquesta que fue actor y escritor.

De igual manera hay un ensayo dedicado a los cuartetos de cuerda, obras con las que emerge el estilo de Revueltas; otro sobre la música política, desconocida, censurada por décadas, en la que ataca a León Trotsky, se muestra sindicalista, defensor de los obreros y en la que está presente la República Española.

Según el autor, no se trata de una biografía sino de un estudio. Tampoco hay afán de hacer análisis de la obra revueltiana, ni mucho menos un intento personal de espejearse con ese excepcional creador.

Veo a Silvestre Revueltas como un personaje fascinante, como alguien que responde frente a todas las mentiras, frente al insulto soez de una cultura que se pone encima de aquellos que la crean. No veo en eso una autobiografía, simplemente pertenezco al mismo partido sin partido en el cual se inserta Revueltas frente a todos.

Aclaró que los personajes de la música mexicana que le interesan son Julián Carrillo y Silvestre Revueltas. El primero, inventor del Sonido 13, por ser un gran utopista, porque, a pesar del nacionalismo mexicano insistente y obsesivo, hizo lo que le dio la gana. Mientras que del segundo quedó atrapado desde que escuchó su música y sus anécdotas, como la de que se desnudó en el Conservatorio Nacional.

Creo en México y en esos personajes esenciales que le dan el rostro al país, como no creo en otros que se lo quitan o que le ponen uno de goma.

Entre otros aspectos, Julio Estrada sostuvo que una de las asignaturas pendientes a investigar en torno de Silvestre Revueltas es la interpretación de su música, debido a que las actuales son hechas con una pureza y exactitud que distan del espíritu con el que fueron concebidas.

Esta idea de desastre, de descalabro, que también yace en su música tiene que ser el grado de interpretación. Es decir, tocar a Revueltas sin el respeto civilizado por la partitura, sino por la imaginación del desastre, del desmadre, la visión de los jodidos, recalcó el compositor, quien, al respecto, anunció que su proyecto de este año es dedicarse a interpretar como director algunas de las partituras del duranguense.