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Penultimátum

España: corona averiada

L

a orden del gobierno español de defender la figura del rey Juan Carlos se emitió muy tarde. En aras de la estabilidad institucional, debía evitarse que el nombre del monarca terminara enlodado por las maquinaciones empleadas por el yerno consentido del rey, Iñaki Urdangarin (esposo de la infanta Cristina), para embolsarse millones de euros pertenecientes a diversas instituciones gubernamentales. El daño estaba hecho y no había manera de evitar que los negocios ilícitos de Iñaki salpicaran a la casa real.

En medio de una profunda crisis económica y cuando muchos piden que el rey (75 años) abdique, aparece en la escena la princesa Corina Zu Sayn-Wittgensetein (48 años), la amante de don Juan Carlos. Quien exige ser llamada Altísima Serenísima dio en exclusiva una entrevista al diario El Mundo y ayer a la revista Hola para confirmar lo sabido: su íntima cercanía con el rey, al que conoció en una cacería en tierras castellanas y el cual la puso en contacto con el marido de su hija Cristina, que andaba en busca de un empleo bien remunerado. Había uno (260 mil dólares anuales) y perfecto para hacer negocios: director de la Fundación Laureus, que presume ser un movimiento mundial que celebra el poder del deporte para unir a la gente. Su presidente honorario es alguien que sí merece respeto, Nelson Mandela.

No logró ese empleo, pero sí otro bien remunerado en las oficinas de Telefónica en Washington, inventado para tratar de que se olvidaran los millonarios negocios que, tomando de pretexto el deporte, el yerno había hecho a través de un instituto sin fines de lucro, el Nóos.

Al comparecer recientemente ante la justicia, Iñaki aseguró que nunca tuvo el apoyo real para sus tropelías. Pero su socio en Nóos, Diego Torres, al que han querido echarle la culpa de todo lo malo que pasa, demostró por medio de correos electrónicos que sí hubo complicidad y que la hija del rey sabía de los ilícitos de su marido y disfrutó de lo mal habido.

En el clímax del proceso judicial no apto para las revistas del corazón, Torres suelta información explosiva cada vez que se siente acorralado y traicionado. Y las de más poderoso efecto son las revelaciones sobre la Alteza Serenísima y su cercana relación con el rey y el yerno. La que presume de ser rubia, ciudadana del mundo, consultora internacional y enemiga de la fama echa más gasolina al fuego al asegurar que realizó trabajos importantes, confidenciales y delicados por encargo del gobierno español y hasta desactivó una crisis política. Y que no hará nada que perjudique a la corona.

Ni falta que hace. Está severamente averiada y desprestigiada. Tanto que la ciudadanía española exige ya trasparentar la forma en que la casa real gasta el abundante dinero público que cada año recibe. Por algo se comienza.