Ese ballet del compositor ruso ha logrado gran popularidad y conserva todo su poder
fiascoque cumple un siglo
El estreno efectuado el 29 de mayo de 1913, en la capital francesa, puso en movimiento la música del siglo XX
Nicholas Roerich, diseñador del ballet, debe recibir mayor crédito
Jueves 21 de febrero de 2013, p. 5
Londres. Tal vez ha sido el momento más cataclísmico en la historia de la música. El 29 de mayo de 1913 se levantó el telón en el Théâtre des Champs-Élysées, en París, para el estreno del ballet Le sacre du Printemps (La consagración de la primavera), coreografía de Vaslav Nijinsky con música de Igor Stravinsky.
Fue un escándalo. Ese acontecimiento puso en movimiento la música del siglo xx del mismo modo en que el asesinato del archiduque Francisco Fernando, 13 meses después, preludiaría una nueva era terrible en la guerra, la política y la sociedad.
En una charla reciente en la noche inaugural del festival de música de los siglos xx y xxi Lo demás es ruido, en el centro Southbank, que durará un año, la directora artística Jude Kelly llamó a este tiempo la edad de la violencia
. Y en 1913 La consagración de la primavera fue sin duda la música más violenta que el mundo había escuchado. La armonía es cortada, cúbica, de capas múltiples. A menudo la orquesta toca en dos claves al mismo tiempo. La melodía, si está presente, es fragmentaria, insinuando el ambiente y contornos de las canciones folclóricas. El ritmo impulsa todo, pero esos ritmos son todo menos predecibles, lanzando al escucha de un lado a otro como un tren sin rumbo.
Stravinsky fija una pauta sólo para destrozarla. Se ha sugerido que la obra contiene un toque de sadismo
.
De hecho, el argumento del ballet es cruel. Una antigua tribu imaginaria sacrifica a una joven virgen para complacer al dios de la primavera. Somos testigos infortunados de cómo la doncella es elegida, glorificada y luego obligada a danzar hasta la muerte. Es una idea que retuerce las entrañas y casi parecería apelar a una primitiva sed de sangre. Si ese fue el propósito de Stravinksy o de Nijinsky, nunca lo sabremos.
Stravinsky afirmaba que concibió la idea del ballet en una visión pasajera
. Pero alguien más necesita recibir mayor crédito por soñarla: el diseñador del ballet, el artista y filósofo ruso Nicholas Roerich, quien estaba aún más comprometido con asuntos de folclor que el compositor. Los primeros ballets de Stravinsky abrevaron en cuentos de hadas y música folclórica de su país, pero los manantiales de horror que subyacen en La consagración… nunca están presentes del todo en ellos. Stravinsky desarrolló el escenario en colaboración con Roerich, y más tarde el artista se enfureció al ver que su papel crucial en la creación se minimizaba en tanto el compositor acaparaba la gloria.
Pero muy poco de eso hubo entre los abucheos y silbidos de la noche de estreno. Las protestas comenzaron poco después de la subida del telón. Stravinsky huyó del auditorio y observó el resto de la obra tras bambalinas: Jamás volví a enfurecerme tanto
, recordaba. Aun así, Serge Diaghilev, el empresario detrás de los Ballets rusos de Monte Carlo, responsable de contratar a todos los interesados, quedó satisfecho con el resultado. Ya en esos tiempos no había nada mejor que la mala publicidad.
El motín
en La consagración… ha sido objeto de interminable escrutinio. Se han expresado dudas de que en realidad fuese un motín; ruido hubo, pero no peleas a puñetazos, aunque se dice que 40 personas fueron sacadas del teatro. Lo más probable es que la desaprobación se haya dirigido a la excéntrica y desgarbada coreografía de Nijinsky, más que a los esfuerzos de Stravinsky.
Hoy día, La consagración de la primavera ha logrado una popularidad que Stravinsky ni siquiera pudo soñar en esa primera noche. Es un tributo al compositor que, aun pasado un siglo en el que todos los parámetros tradicionales de la música –tonalidad, ritmo, melodía, sonoridad– han sido subvertidos o destruidos, esta obra conserva todo su poder. En un año dominado hasta el exceso por aniversarios de compositores –Wagner, Verdi, Britten–, La consagración…, de apenas media hora de duración, disfruta una celebridad similar por derecho propio.
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya