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Ver día anteriorSábado 16 de febrero de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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El derecho a un futuro no pronosticado: el hambre
E

l recientemente fallecido Albert O. Hirschman analizando los procesos de diseño de las políticas públicas desde el mirador que le brindaba Colombia en los años 50 señaló una debilidad de los administradores públicos y políticos latinoamericanos, utilizando para ello una frase de Flaubert en 1863: La manía por extraer conclusiones es una de las mas estériles obsesiones de la humanidad. Cada religión, y cada filosofía ha reclamado tener para sí mismas la propiedad de dios asumiendo que comprenden el infinito y que conocen la receta para alcanzar la felicidad. Hirschman se refería a la obsesión por los grandes diseños o las fórmulas únicas.

En la práctica el economista heterodoxo, utilizando en un ensayo la figura del posibilista, convocaba a la experimentación, a no extraer conclusiones rápidas y en gran medida a confrontar la realidad contra las verdades reveladas que siempre se nos presentan como barreras para entender bien y para actuar mejor.

Como señala Jeremy Adelman en un artículo en El Clarín argentino ( autor además de una gran biografía intelectual de Hirschman,Wordly Philosopher, Princeton University Press, 2013) la “brújula ética del posibilista era un concepto de libertad definida por Hirschman como el derecho a un futuro no pronosticado, la libertad de explorar destinos no previstos o pronosticados por las leyes de hierro de las ciencias sociales. El derecho a un futuro no pronosticado es en realidad un ejercicio de reformismo adaptativo.

Quisiera revisar a partir de una visión posibilista cuatro iniciativas que me parecen marcaran al presente régimen: La Cruzada contra el Hambre y en general la lucha contra la pobreza; la reforma fiscal, la reforma de telecomunicaciones y la reforma petrolera. En esta y la próxima entrega comentaré algo más sobre la primera de estas iniciativas.

En mi artículo anterior (febrero 2) me referí a las características hasta momento conocidas de la Cruzada contra el hambre y a algunos rasgos del programa brasileño Fome Zero. Ahora quisiera enunciar los que a mi juicio serán los principales retos de la Cruzada y mas ampliamente del combate contra el hambre y la pobreza.

Los principales retos los sitúo en el ámbito de la implementación dado de que una propuesta como ésta sólo puede funcionar a partir de: ejercicios descentralizados, con enorme espacio para iniciativa ciudadana en el ámbito local, y con una clara articulación entre una política de asistencia social y una de fomento productivo.

El primer reto en el ámbito federal es ciertamente de coordinación intersecretarial. Pero mas que de declaraciones grandilocuentes se requiere un alineamiento presupuestal que supere la fragmentación y sobre todo corrija el sesgo regresivo del gasto social. El reto se encuentra en el presupuesto y en la reforma al gasto social.

El segundo reto es de competencias. Qué corresponde a cada nivel de gobierno y qué a la sociedad civil. Colocar en el centro a las comunidades locales - como debería ser- equivale a una verdadera revolución copernicana.

El tercero es de representaciones. ¿Cómo lograr representación de las comunidades cuando frecuentemente están fragmentadas o desarticuladas? ¿Cómo evitar clientelismo y corporativismo?

El cuarto reto es lograr convergencia desde las comunidades y en lo regional, entre asistencia social y fomento productivo. El hecho ampliamente comprobado en muchos estudios empíricos es que el capital humano –educación y salud– o capital social –lazos solidarios y cooperación– se consumen no con su uso sino con su falta de uso. Dicho de otra manera sin actividades productivas, sin crédito, sin empleo, el capital humano y social se erosiona.

Un dato revelador: la pobreza mundial se reduce en 600 millones de personas de 1990 a 2008. La población con hambre y desnutrición se mantiene entre 800 y mil millones de personas en ese mismo periodo.

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