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Reconoce que los textos del Concilio Vaticano fueron mal interpretados y deformados

El Papa apremia a una renovación de la Iglesia católica y a dejar atrás rivalidades

Se despide de párrocos y seminaristas en medio de una charla improvisada llena de anécdotas

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Benedicto XVI luego de una audiencia con el clero romano ayer en el VaticanoFoto Ap
 
Periódico La Jornada
Viernes 15 de febrero de 2013, p. 34

Ciudad del Vaticano, 14 de febrero. Benedicto XVI urgió a una renovación de la Iglesia al despedirse este jueves de cientos de párrocos y seminaristas tras haber denunciado la víspera la hipocresía y las rivalidades que amenazan la milenaria institución. Medios del Vaticano informaron que el Papa saliente redacta ya su último mensaje en el que pide a los líderes que dejen de lado las rivalidades y sólo piensen en la unidad de la fe.

Tenemos que trabajar para que se realice verdaderamente el Concilio Vaticano II y se renueve la Iglesia, dijo a los religiosos en la sala Paulo VI del Vaticano.

Agotado, con ojeras y la voz ronca, el Papa alemán habló ante el clero de Roma de su pasado como teólogo y contó anécdotas del Concilio Vaticano, en la década de los 60, en el que participó activamente, un acto considerado clave para la modernización de la Iglesia del siglo XX, y aseveró que las reformas aprobadas entonces, su apertura al diálogo con el mundo, no se han realizado.

La Iglesia no es una organización jurídica ni institucional, sino una organización vital que está en el alma. Somos todos un cuerpo vivo, todos juntos, los creyentes, aseguró.

Recordó que los obispos unidos son la continuación de los 12 apóstoles y que su labor sustancial no se trata de poder.

Consideró que la visión actual que dan los medios de comunicación de la Iglesia, tan política, ha creado muchos problemas, ha sido una calamidad, reconoció. Los seminarios y conventos están cerrados, la liturgia banalizada, denunció Joseph Ratzinger ante los religiosos tras reconocer que los textos del Concilio Vaticano fueron mal interpretados y deformados.

Aun si me retiro estaré siempre cerca de todos ustedes y ustedes estarán conmigo aun si desaparezco del mundo, dijo el Papa, quien el pasado lunes anunció inesperadamente su renuncia a partir el 28 de febrero, un gesto inédito en la historia de la Iglesia moderna.

Debido a mi edad no he preparado un gran discurso, sino una charla, reconoció.

Las palabras improvisadas de Benedicto XVI conmovieron a los asistentes, que lo ovacionaron.

Los centenares de sacerdotes acogieron al Papa con aplausos y vivas que se mezclaron con el canto Tu es Petrus y otras muestras de cariño. En efecto, Ratzinger no leyó un discurso preparado, ni siquiera llevaba anteojos.

Es para mí un don particular de la providencia que antes de dejar el ministerio Petrino pueda ver aún a mi clero, el clero de Roma. Es siempre una gran alegría ver cómo la Iglesia vive y cómo en Roma la Iglesia está viva. Es un clero realmente católico, universal y esto responde a la esencia de la Iglesia de Roma, de llevar en sí la universalidad, la catolicidad de todas las razas y las culturas.

Benedicto XVI, con muchas ganas de hablar, en una charla entretenida, desenfadada y a ratos divertida, ha evocado el entusiasmo, la alegría, los momentos culminantes del Concilio Vaticano II, que él vivió, como joven teólogo y colaborador del cardenal de Colonia.

En nombre de los sacerdotes de Roma le aseguramos al Papa que lo queremos y que nos comprometemos a orar por él, le dijo el cardenal italiano Agostino Vallini.

La víspera, sus palabras de condena a la Iglesia, a la que llamó a superar hipocresías, rivalidades y divisiones, fueron interpretadas como una referencia a las luchas internas por el poder y a las intrigas dentro del Vaticano que han marcado sus casi ocho años de pontificado.

Benedicto XVI, de 85 años, considerado un teólogo brillante, fue durante un cuarto de siglo firme defensor de la doctrina durante el pontificado de Juan Pablo II, reiteró su apoyo a una renovación de la Iglesia dentro de la continuidad, en contra de toda ruptura, como exigían los movimientos de base y la teología de la liberación en América Latina, a los que combatió como cardenal y como Papa.

En su disertación, de unos 40 minutos, el Papa mencionó la histórica declaración Nostra Aetate durante el Concilio y que marcó un punto de inflexión en las conflictivas y complejas relaciones con los judíos, al eliminar la enseñanza según la cual los judíos son culpables de la crucifixión de Cristo.

Desde el inicio, nuestros amigos judíos estaban presentes y pedían, sobre todo a nosotros los alemanes, que la Iglesia hablara del Antiguo Testamento, del pueblo judío, sobre todo después de los tristes acontecimientos del nazismo, dijo.

Si bien para ellos era claro que la Iglesia no fue responsable del Holocausto, un número notable de cristianos perpetró esos crímenes. Aunque sabemos muy bien que los verdaderos creyentes resistieron al nazismo, agregó.

Antes de marcharse el 28 de febrero, el Papa aparecerá en público el domingo desde la ventana de su departamento en el palacio apostólico para el ángelus dominical, y el día 27 para la audiencia general en la plaza de San Pedro.

El cardenal sudafricano Wilfriel Fox Napier, en la lista de los papables, estima que la elección de su sucesor no será rápida y que el cónclave podrá durar mucho tiempo.

El elegido, independiente de la persona, tiene el camino marcado, deberá completar la purificación iniciada por Benedicto XVI, explicó el purpurado, al referirse al testamento teológico del Papa alemán.

Varios analistas destacaron la conocida rivalidad entre el cardenal Angelo Sodano, ex secretario de Estado de la Santa Sede bajo el papado de Juan Pablo II, y el actual número dos del Vaticano, el cardenal Tarcisio Bertone. Sodano y sus allegados culpan la gestión de Bertone por muchas de las crisis del papado de Benedicto XVI, desde el desafortunado sermón en Ratisbona en 2006 que enojó a los musulmanes, hasta el robo de documentos que generó el escándalo de Vatileaks.

Los documentos filtrados publicados en mayo en el libro Su Santidad relataban casos de corrupción y enemistades dentro de los muros del Vaticano y muchos de ellos reflejaban fuertes reacciones contra Bertone y sus más cercanos aliados.

Existe preocupación por la renuncia de Benedicto XVI porque se convertirá en el primer ex Papa vivo desde los amargos cismas de la Edad Media, lo que dejaría al centro de una oposición a su sucesor. Ratzinger aseguró este jueves que se dedicará a la oración y permanecerá aislado del mundo.