Óscar Valdez promete ser un boxeador diferente y no le gustaría acabar como la mayoría de los profesionales y algunos campeones mundiales con una carrera llena de escándalos por fama, dinero, fiestas y mujeres.

El sonorense afirma que los valores que ha aprendido en el seno de su familia lo hacen pensar de otra manera, además de que lo respalda ser parte de una nueva generación que tiene otra mentalidad que dista mucho de los púgiles que han sufrido carencias y comienzan en el boxeo con la intención de ganar grandes bolsas de dinero.

No quiero ser del montón y procuro no caer en tentaciones, porque en el boxeo es lo que te jala. No, yo quiero ser diferente y ganar respeto, asegura el púgil.

Antes de viajar a Los Ángeles para su tercer combate el 16 de marzo en Carson, California, en la categoría pluma, el nogalense de 22 años, se observa entusiasmado. Debutó en el profesionalismo el pasado 3 de noviembre contra Ángel Prado y después frente al estadunidense Corben Page, en Las Vegas: a los dos les ganó por nocaut en el segundo asalto.

El ímpetu de Valdez, a quien le apodan el Niño por un rostro que todavía no conoce golpes fuertes y cortadas en peleas ensangrentadas, se muestra en su forma de hablar sin tratar de comerse al mundo como acostumbran los boxeadores de paga. Es cauto, aunque –eso sí– rápido de palabras como si estuviera arriba del ring.

El púgil expresa: “Vamos, vamos bien, mi estilo se ha favorecido y eso significa que estamos en buen camino. Mi pegada es más dura, salgo rápido y meto presión.

“Me falta experiencia, más peleas. En el boxeo nunca se deja de aprender, debemos corregir errores. Afortunadamente tengo un buen equipo manejado por mi padre, una buena promotora (Top Rank) y sólo me falta llegar a lo más grande que aspiramos: ser campeón mundial de cualquier organización''.