Pese a fallar un penal, los choriceros remontaron en un segundo tiempo de ensueño
Los xeneizes se preparaban para dar a su afición una noche de fiesta en la Libertadores
Jueves 14 de febrero de 2013, p. a13
Buenos Aires, 13 de febrero. El Toluca fue insolente y temerario, se metió a la cancha de Boca Juniors para arrancarle una merecida victoria por 2 a 1 en el inicio de su participación de la Copa Libertadores. Le ganó al legendario club xeineze, difícil y canchero en su territorio, donde difícilmente alguien le falta al respeto. El conjunto escarlata lo hizo y con clase, con buen pulso, e incluso con dosis de suspenso, pues cometió la locura de fallar un penal cuando todavía estaba abajo en el marcador. Pese al error imperdonable y que parecía condenarlos, el equipo de Enrique Meza mostró un espíritu combativo y orgullo necesario para no dejarse intimidar en la mítica Bombonera, repleta de hinchas implacables.
Todo el partido Toluca se mostró firme en la cancha, con cada hombre bien plantado y atento a cumplir su función. En un primer tiempo cauteloso pero asumiendo los riesgos inevitables de quien quiere llevarse el resultado. No perdió el control pese a que recibieron el gol en contra en la primera parte, por un penalti ingenuo de Diego Novaretti contra Lautaro Acosta.
Dos hombres como piezas estratégicas, Sinha y Édgar Benítez, dos jugadores que fueron todo un equipo. Sinha como el mariscal que condujo al equipo con inteligencia, sin esfuerzos musculares innecesarios, su mirada atenta que veía lo que los otros no alcanzan a leer sobre el terreno, y que se adelanta a los movimientos como si en su cerebro se dibujaran los trazos que debe seguir su equipo. Benítez colaborando con cambios de revoluciones, con arranques y frenadas capaces de volver loco a cualquier marca.
Casi todo el equipo metido en lo mismo. Todos, no. Porque Diego Novaretti mostró momentos de flaqueza, titubeos que no se pueden entender salvo que el peso de la reputación de un equipo histórico como Boca Juniors, en un estadio mítico y con una afición implacable, hubieran hecho estragos en el temple del zaguero escarlata.
Novaretti fue el primero que tocó mal una cuerda que desentonó con el armónico juego de sus compañeros. Con veinte minutos de juego, cometió un error que pudo convertirse en el primer tanto de los xeinezes; perdió una pelota que quedó a merced del artillero Santiago Silva, ante lo cual la intervención asombrosa de Talavera impidió el gol.
El nerviosismo corrió entonces como por ondas expansivas. Tres minutos más tarde, otra vez Novaretti cometía un error imperdonable, infantil y gratuito al meterle una pierna tosca al bostero Lautaro Acosta, que recibió la pena máxima. El trámite lo cumplió el rapado Silva que cobró el penaltie con una furia homicida.
Benítez hizo una aparición soberbia, robó un balón que perdió inexplicablemente la zaga xeneize –más errática que nunca– habilitó a Luis Carlos Tejada, quien perdió un tiempo valioso y desperdició el que sería el tanto del empate.
En ese momento Boca ya había notado que la mejor manera de anular el avance escarlata era atacando a Sinha, y como a una orden todos fueron contra el mediocampista. Toluca no bajó la intensidad ni la presencia pero tuvo un par de aprietos que obligaron a Talavera para que evitara otro tanto local.
Después del descanso, Toluca volvió con mejor forma y decisión. A los 51 minutos parecía que el cuadro mexiquense tenía el control del juego, y en una falta que recibió Benítez dentro del área parecía que llegaría el empate por vía penal, pero Carlos Rodríguez falló el tiro.
Sin perder el ánimo, los Diablos siguieron en la lucha, y al 59 Sinha envió un pase que Esquivel –que acababa de entrar al campo– remató de primera intención para conseguir el empate.
Al 72, Sinha filtró un balón a Benítez, quien entró al área y con elegancia disparó una vaselina que venció al arquero Orión, para el 2-1 definitivo.
Toluca hizo un partido de ensueño que compensa su arranque dudoso en el torneo mexicano. Hoy los Diablos están de fiesta.