El sitio de los que poseen el tiempo
tiene un centro ritual tan importante como Teotihuacán
menores
Fue descubierta en los años 30 del siglo XX
Tiene una pirámide de 14 metros de alto y un juego de pelota, estructuras hechas con arcilla
Sólo 30% de las tierras donde está pertenence al INAH
Lunes 11 de febrero de 2013, p. 8
Ixtapa Zihuatanejo, Gro., 9 de febrero. Xihuacán, o el lugar de los que poseen el tiempo
, se perfila como una de las zonas arqueológicas en México que durante los próximos meses dará mucho de qué hablar.
Luego de varios años de investigación, con un pequeño y decoroso museo de sitio que abrió sus puertas en marzo de 2011, el sitio descubre al visitante un enorme centro ceremonial, quizá tan importante como Teotihuacán
, el cual destierra la idea de que las culturas de esa zona de Guerrero fueron menores
.
Así consideran Blanca Jiménez Padilla, delegada del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en el estado, y el arqueólogo Rodolfo Lobato, encargado de los proyectos de investigación en la zona, durante el recorrido que ofrecieron a La Jornada para conocer los vestigios del que fue hogar de astrónomos dedicados, hábiles urbanistas, exitosos comerciantes, prolíficos alfareros, sobre todo, hombres y mujeres con gran capacidad para asimilar y reinterpretar la cultura de otros pueblos.
La zona arqueológica se ubica en las inmediaciones del pueblo de Soledad de Maciel (La Chole, como se le conoce), municipio de Petatlán, a sólo cuatro kilómetros de la carretera Acapulco-Zihuatanejo y a unos 30 minutos de ese puerto de la Costa Grande.
Una pirámide de 14 metros de altura y un juego de pelota, acariciadas de manera constante por los fuertes vientos que vienen del mar, ubicado a sólo tres kilómetros y medio, son las estructuras principales del sitio. Están recién remozadas y llaman la atención por su color rojo terroso, al estar construidas, casi en su totalidad, con celdas de adobe de arcilla, algo no muy usual en las construcciones de ese tiempo.
El sitio fue descubierto en los años 30 del siglo pasado, y fue víctima del saqueo por un largo periodo, hasta que el INAH pudo resguardarlo gracias a que el municipio adquirió algunos de los muchos terrenos particulares sobre los cuales se asienta. En la actualidad sólo 30 por ciento de las tierras donde se levanta Xihuacán pertenecen al instituto.
Es tan grande la riqueza que hay en el sitio que, no obstante el saqueo, se ha hallado cerámica con importante información iconográfica. Fue en 2007 cuando iniciaron los intensos trabajos de recuperación de estos vestigios, en los que, en el contexto del programa de empleo temporal impulsado por el instituto, participan con entusiasmo algunos habitantes del pueblo de Soledad de Maciel, como Félix Abarca Santiago, quien ayuda en la reconstrucción de la gran pirámide: No puedo describir la emoción que me causa trabajar aquí, siento que estoy conectado con los ancestros; a veces hasta sueño que me dicen dónde va cada ladrillo
, señala.
Relación con Teotihuacán
En Xihuacán se realizaban rituales de fuego y agua. Hay evidencias de braceros y de depósitos para contener el líquido, casi al ras de la tierra, todas en una gran explanada que queda dividida de manera simétrica por líneas imaginarias marcadas por la ruta que siguen el Sol y la Luna, desde su nacimiento hasta su puesta, durante cada solsticio y equinoccio.
Destacan grandes rocas a las que se les tallaron orificios para contener agua sagrada
, llamados ojos de dios
o tehuacallis, a través de cuyos reflejos los astrónomos de la época observaban fenómenos celestes como eclipses. Estos hombres de ciencia eran representados en la antigüedad con figurillas de ojos bizcos y enormes tocados.
En su periodo de mayor esplendor debieron habitar en el núcleo central de la ciudad unas 15 mil personas, yendo y viniendo entre edificios de tierra roja, decorados con pigmentos de otros colores: con adobe se lograron los muros de contención, los rellenos y los adornos exteriores, en los que tenían unos acorazados de barro cocido, con motivos relacionados con el agua y grecas. Debieron haber tenido una enorme pira de fuego para la cocción de esos elementos. Pero el agua de las lluvias fue siempre su peor enemigo y erosionó muchas estructuras. Por eso, para la reconstrucción utilizamos una nueva mezcla de cal y barro que las hará soportar mejor los escurrimientos pluviales
, explica Lobato.
La etapa más temprana de ocupación de Xihuacán está registrada alrededor del año mil 300 aC, con influencia olmeca, es decir, que ya desde ese tiempo había contacto con la costa del Golfo, hay muchas figurillas de esa época, representaciones de mujeres (de caderas anchas) relacionadas con la fecundidad y la agricultura
, continúa.
Lobato añade que alrededor del año 450 dC la producción alfarera y el uso de espacios ceremoniales en el sitio cambió drásticamente, empieza a aparecer cerámica sellada, más elaborada, con decorados relacionados con Teotihuacán, lo cual nos indicaría que hubo una fuerte avanzada de esa cultura en aquella época, serían ellos los que construyeron el gran centro ceremonial, la pirámide y el juego de pelota, entre otras grandes estructuras. Hicieron una planificación urbana estratégica para la observación de diversos fenómenos astronómicos: la orientación de los edificios está hacia el norte, y la misma producción alfarera fue decorada con motivos relacionados con el solsticio y el equinoccio.
En la cerámica también están presentes representaciones de deidades muy comunes en Teotihuacán, como Tláloc y la serpiente emplumada. Esta avanzada teotihuacana
conformó una rica cultura híbrida
con los cuitlatecos que habitaban Xihuacán, de quienes proviene el sofisticado sistema constructivo, basado en la elaboración de ladrillos de adobe, dando lugar a una muy concurrida urbe cosmopolita, recalca el investigador.
Los antiguos habitantes de Xihuacán elevaron el terreno de su ciudad (unas 29 hectáreas) cinco o seis metros con plataformas hechas con esas celdas de adobe, las cuales aún permanecen y que estructuralmente ayudaban también a atenuar posibles daños por los constantes movimientos telúricos en la región.
Alrededor cavaron un canal que se inundaba en época de lluvias (y en la actualidad, incluso se llena de cocodrilos), el cual les servía de protección contra invasores, además de que propiciaba la formación de lagunas artificiales a las que llegaban aves migratorias.
Se han encontrado cinco monolitos (el llamado Rey Chole, representación de Tlaltecuhtli, tres aros del juego de pelota, el glifo de Xihuacán y la piedra conocida como El Barco, en la punta del cerro de los Brujos, que se ubica dentro del perímetro del sitio y desde el que se divisa la delgada línea del océano Pacífico), así como gran cantidad de representaciones de jaguares, figuras asociadas a la deidad de la lluvia.
Los hombres jaguar eran los guardianes de las cuevas y los cerros grandes, como el de los Brujos, que se consideraban grandes receptáculos de agua. El jaguar es el animal totémico de los guerreros de Xihuacán, hemos encontrado muchas figurillas en las que se aprecia todo el proceso de esa estirpe militar; por ejemplo, los guerreros aquí se cortaban la nariz para tenerla como la de los felinos
, detalla el especialista.
También se encontraron ocho entierros (todos los individuos presentan deformación craneana, como los teotihuacanos) en la parte norte del juego de pelota, entre ellos, el de un alto dignatario nombrado por los investigadores el señor de la sal
, pues estaba en un espacio con el piso cubierto de cenizas, elaborada con una mezcla de arena con conchas molidas, material que sólo se encuentra en las salinas cercanas, de ahí su nombre. La producción de sal y concha fue muy importante para este sitio; además, el personaje fue hallado con sus punzones de hueso, usados para autosacrificio, práctica muy común entre gobernantes y sacerdotes
.
No se descarta la posibilidad de que otros dignatarios del sitio estén aún enterrados en el Xihuacán, pues hay varias estructuras grandes que no han sido excavadas.
El abandono de la ciudad ocurrió alrededor del año mil 350 dC, debido, quizá, a un devastador tsunami que inundó la zona y echó a perder, por la salinidad de las aguas marinas, los campos de cultivo de los alrededores, afirma el arqueólogo.
En el juego de pelota también se encontró el glifo que da nombre a la zona: Xihuacán, que significa, en náhuatl, los que poseen el tiempo
o los que poseen los años
. En las crónicas y códices de la época de la Colonia se describe que el sitio había desaparecido, pero que se ubicaba cerca de una laguna de sal, la cual pensamos que se refiere a la laguna de Potosí, de donde a la fecha se sigue extrayendo sal con técnicas usadas en la época prehispánica
.
Una característica que llama la atención es que los aros del juego de pelota estaban colocados de manera vertical, a diferencia de algunos de las zonas mayas. En el museo de sitio, que cuenta con seis salas temáticas, se puede apreciar un fragmento del aro.
La visita al lugar incluye un jardín botánico que abarca el llamado cerro de los Brujos, porque ahí acudían, incluso hasta hace pocos años, curanderos y demás creyentes de cuestiones esotéricas a buscar hierbas medicinales o a realizar diversos rituales. Entre las plantas que se cultivarán ahora está algodón traído de otra zona emblemática de Guerrero: Ixcateopan, cuna del emperador Cuauhtémoc, según algunos historiadores.
En Guerrero se cree que existen más de 10 mil sitios arqueológicos, de los cuales el INAH tiene registrados 2 mil, nueve de ellos, abiertos al público.
El horario de visita es de martes a domingo de 10 a 17 horas. En este ciclo escolar, es obligatoria la visita a la zona para los estudiantes de primaria, secundaria y bachillerato de Ixtapa Zihuatanejo. En su mayoría, son extranjeros los visitantes que más acuden al sitio, que en enero recibió a más de mil personas.
La entrada es gratuita en Xihuacán donde, dicen los trabajadores, por las noches llegan murmullos de piedras que chocan, como si los antiguos siguieran trabajando los textiles o haciendo los adobes para su ciudad nacida de la tierra y el mar.