Aprieta el sitio del estado contra
San Dionisio del Mar


Sed pública. Foto: Manuel Álvarez Bravo, 1933

La primera semana de febrero fue para los ikoot (huave) de tensión y resistencia. Los cuerpos policiacos de Oaxaca y del gobierno federal han intentado entrar “a sangre y fuego a nuestro territorio, como lo han hecho en otras comunidades”, para poner en marcha las obras del parque eólico de Barra de Santa Teresa, pues la empresa española Mareña Renovables les ha dado un ultimátum y les exigen tomar medidas contra las comunidades en resistencia. Incluso, denuncia la Asamblea de los Pueblos del Istmo en Defensa de la Tierra y el Territorio, “preparan tentativa de asesinato contra el compañero Rodrigo Flores”.

Desde hace 30 años se descubrió el potencial del viento del Istmo de Tehuantepec. Desde entonces la clase política oaxaqueña y los medios de comunicación repiten que los territorios istmeños están constituidos por tierras vírgenes e inhabitadas y, por lo mismo, son ideales para sus propósitos. Nada más lejos de la realidad.

Desde la apertura del primer parque hace diez años, han sido instalados y están en funcionamiento 685 aerogeneradores en el Istmo, en los territorios de La Venta, La Ventosa, Ingenio Santo Domingo, Unión Hidalgo y Juchitán, en una superficie total de 8 mil hectáreas y con una producción total de 938 mega watts a través de 11 centrales explotadas por siete empresas. La inversión ha sido de mil 900 millones de dólares, y las cifras de las ganancias no se han hecho públicas.

“No queremos para nuestros hijos una lucha que nunca se acaba. Necesitamos dar un paso más, ya son muchos agravios y no lo podemos seguir permitiendo No quecesitamos dar un paso más, ya son muchos agravios y no lo podemos seguir permitiendo”

En el Istmo hay ya regiones enteras dedicadas a la monoindustria eólica, kilómetros de tubos de acero que han sido levantados cierran la vista. El horizonte istmeño se reconocía por sus palmeras, ahora se reconoce por sus molinos de acero. Otras cuatro centrales están en construcción en la misma zona. Comenzarán a operar en el 2013 para recoger la energía de 339 aerogeneradores suplementarios que ocuparán 3 mil hectáreas más, con una capacidad de 462 mega watts, lo cual requerirá una inversión de 864 millones de pesos.

El campo magnético liberado por las centenas de aerogeneradores, reporta el periodista marsellés Allessi Dell’umbria, “disminuyó a la mitad la reproducción del ganado y los habitantes de La Venta deben dormir con los oídos tapados por el incesante ruido de las eólicas. A esto se suma la muerte de miles de aves migratorias y murciélagos, miles de árboles arrancados, miles de toneladas de cemento inyectadas en el suelo y la desaparición de gran parte de la fauna salvaje”.

Para el proyecto de San Dionisio, “se prevé la instalación de 132 aerogeneradores que formarán una línea a lo largo de la barra Santa Teresa. Cada aerogenerador medirá 80 metros de altura y producirá tres mega watts. Este parque producirá en total 396 mega watts que serán transportados primero a través de un cable de transmisión instalado en el fondo de la laguna superior (la fauna acuática podrá sentir las vibraciones) y luego por una línea de 52 kilómetros hasta la subestación de Ixtepec, de la cual será redirigida a la red nacional de la Compañía Federal de Electricidad. Esta electricidad será destinada a la cadena de tiendas Oxxo, Coca-Cola, Heineken y Moctezuma”, señala Dell’umbria.

San Dionisio está en el centro del conflicto. Hasta ahora, los parques eólicos no habían llegado a las lagunas. La barra Santa Teresa, que pertenece a San Dionisio y separa las dos lagunas, define los territorios de pesca comunes a todos los indígenas que viven alrededor, ikoots y zapotecos. San Dionisio no debe ser abandonado al aislamiento. Con la solidaridad activa de todos, San Dionisio puede vencer. El ejemplo del proyecto eólico cancelado en Cozumel, Quintana Roo, teniendo en cuenta la preservación de los manglares, es esperanzador. Ya la comunidad ikoot de San Mateo, que siempre se ha declarado en contra de cualquier proyecto eólico y que ha mandado varios delegados al encuentro del 14 y 15 de septiembre, se ha solidarizado con la de San Dionisio, al igual que lo hicieron habitantes de San Francisco del Mar, de Huamuxil, de Unión Hidalgo y de Juchitán.

La renovada y violenta embestida contra el territorio ikoot se dio a partir de la amenaza de la empresa Mareña Renovables, que advirtió a gobiernos y empresarios que el proyecto eólico de San Dionisio del Mar “se irá a otro estado si no se le ofrecen las garantías para la inversión”.

La represión ya empezó. Y la resistencia continúa.

Gloria Muñoz Ramírez,
con información de Allessi Dell´umbria