Reconoce su directora, Sylvia Ortega Salazar, causas de la elevada deserción
décadas de abandono
Deterioro del modelo pedagógico e instalaciones; condiciones de violencia dentro y fuera de sus 20 planteles, y consumo y distribución de drogas que involucran a la comunidad escolar
Todos lo conocen como la opción del vas si quieres, señala en entrevistaFoto Luis Humberto González
Martes 5 de febrero de 2013, p. 38
Fundado hace 40 años, el Colegio de Bachilleres (Colbach) enfrenta el costo de décadas de abandono
, reconoce su directora general, Sylvia Ortega Salazar. Deterioro de su modelo pedagógico e instalaciones, condiciones de violencia dentro y fuera de sus planteles, e incluso consumo y distribución de drogas que involucra a la comunidad escolar, han generado una elevada tasa de deserción, afirma.
En entrevista con La Jornada, la doctora Ortega –quien ha sido rectora de la Universidad Pedagógica Nacional y de la unidad Azcapotzalco de la Universidad Autónoma Metropolitana, así como directora general de Asuntos Internacionales y Becas del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, entre otros cargos– asegura que se enfrentan retos descomunales
que no se pueden resolver ni mágica ni rápidamente
, sino con una detallada planeación e inversión de recursos. Admite que de los 90 mil alumnos que en promedio atiende este subsistema, sólo 12 por ciento desea estar ahí, pues “todos lo conocen como la opción del vas si quieres”.
Con 20 planteles, casi todos ubicados en rumbos díficiles
del Distrito Federal y del estado de México, reconoce que su principal desafío es retener a los jóvenes y convencer a los padres de familia de que el Colbach puede ser una opción de calidad, aunque lograr que esto se transforme en una realidad, afirma, no es tarea de una sola persona, sino de toda la comunidad
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–¿En qué condiciones encontró el Colbach y dónde están sus principales desafíos?
–Tenemos una altísima deserción. Vienen con sus papás, con ilusión, pero no los retenemos. La mayoría de quienes solicitan el ingreso no quiere estar aquí, hay que enfrentarlo. El Colbach tiene 40 años y mantiene el modelo académico que en su surgimiento fue innovador, con profesores de primera, después perdió vigor.
Su tasa de deserción pasó de 17.2, en 2008, a 22.5 por ciento en el ciclo escolar del año pasado. Esta es nuestra urgencia: retener con esmero a quienes ingresan. De nuestros alumnos sabemos que 73 por ciento habita en el Distrito Federal; 94 por ciento son solteros y viven con sus padres, y 54 por ciento recibe una beca o apoyo económico para estudiar. Se trata de hijos de familias de escasos recursos; 25 por ciento trabaja, por lo menos, cuatro horas a la semana, y dos tercios de los alumnos provienen de hogares con ingresos mensuales menores a 6 mil pesos
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–¿Por qué se van?
–Una causa es el entorno de los planteles. Las historias que están oyendo son dolorosas. Estudiantes que se sienten amenazados en el camino al plantel, que son víctimas de porros. Droga, violencia, que sabemos que ya traspasó los muros de la escuela, cambia el entorno dramáticamente. Los estudiantes se sienten en riesgo, lo sabemos por la encuesta que hizo la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal. Tenemos alumnos que han consumido drogas y quizá también han participado en su diseminación o distribución.
–¿Qué porcentaje de los estudiantes realiza estas actividades?
–Habría que consultar la encuesta, pero no era un porcentaje menor. A esa edad son víctimas de extorsiones, de presiones.
Un muchacho o una niña en esas condiciones llega al plantel y no encuentra motivo por el que deba estar ahí. Encuentra también un ambiente poco cohesionado en su escuela. Al menos, 55 por ciento de los jóvenes que participaron en esta encuesta perciben la discriminación entre alumnos de un mismo grupo, particularmente hacia aquellos que pertenecen a clanes urbanos, y quienes tienen otra prefencia sexual. Es decir, está el entorno, y no hay un ambiente acogedor en la escuela
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–¿Hay una crisis pedagógica entre los docentes del Colbach?
–Hay una crisis en el mundo de cómo educar a estos adolescentes. La literatura sugiere que el modelo escolar que tenemos dejó de ser una organización que eduque y retenga; hay que buscar alternativas. Y ese es el centro de la posibilidad de combatir la deserción. Dar más libertad a la escuela, trabajar la parte pedagógica con los maestros, y entre todos enfrentar el problema, porque cuando los retenemos no aprenden lo que deben, y lo evidencian los resultados de la Evaluación Nacional de Logro Académico en Centros Escolares.
–¿Detectó un decremento de la calidad educativa?
–En el caso del Colbach los resultados han sido más bajos que en 2008. En ese año, 5.8 por ciento de los estudiantes se encontraba en nivel insuficiente de su habilidad lectora, pero para 2012 pasó a 13.3 por ciento en promedio, es decir, hay más estudiantes con niveles de insuficiencia grave.
–¿Cuál es la razón de este desplome?
–Hay un rezago fuerte en toda la infraestructura escolar, es un problema que se va mitigando, los planteles son de hace 40 años. No tienen los espacios y la configuración de áreas distintas a los salones, lo cual es importante. Tener laboratorios ya ni siquiera de física, química, pero sí los de multimedia, que da voz a los alumnos y aumenta su creatividad. Los malos resultados se explican por el deterioro en el entorno, ambientes hostiles dentro, y una relación difícil para los maestros.
Tenemos una infraestructura obsoleta que hace muy poco propicio que cultives un ambiente que te invite al conocimiento, a la indagación, al deporte, a la cohesión, es difícil que te aísle de la violencia
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–¿Cómo cambiar la percepción de que no es una opción educativa de segunda?
–Del vas si quieres. Todos saben que le dicen así. Hay cuatro acciones inmediatas: la primera es hacer saber a los padres las ventajas del Colbach. Están ubicados en rumbos difíciles, habitados por familias que quieren mandar a sus hijos a la educación media superior. Es una ventaja, ¿por qué mandarlo a dos horas de distancia, si cerca hay un plantel digno? Se puede hacer una campaña de difusión, pero se debe decir la verdad. La segunda acción es tener la confianza de directores y profesores. Necesitamos programas serios y de calidad para su desarrollo profesional. Otra es reconocer a los buenos alumnos, porque los tenemos. Y la cuarta es plantear un plan de mejora.
–¿Fue una década pérdida para el Colbach?
–Sí, pero fue más de una década perdida; el deterioro se acumula en muchos años. A esto contribuyó la expansión sin recursos y sin una política educativa. Hoy tenemos planteles de 7 mil alumnos en dos turnos, y llegamos a eso sin planificación.