Fanfare Ciocarlia, combo originario de Rumania y una de las bandas folcóricas más reconocidas del centro y oriente de Europa, desató la histeria de los dioses de los lautari (músicos y bailarines gitanos) para crear, con sus seguidores mexicanos, un carnaval en el salón José Cuervo.

La noche del sábado la sonoridad balcánica y romaní de los 12 miembros de este combo –con ocho discos y cientos de conciertos por decenas de países alrededor del mundo– se apoderó de los gustosos de la velocidad acústica y los decibeles emanados por los instrumentos de metales, que causaron una histeria grupal y de baile incesantes del respetable que, aun sin conocer la manera de las danzas gitanas, se entregó al vertiginoso ritmo de los llamados diablos veloces.

Los miembros de Fanfare Ciocarlia regalaron un intimista y estridente espectáculo, cuyo telón fue abierto por la interesante banda mexicana Internacional Sonora Balkanera, que no sólo reproduce los sonidos balcánicos, sino que los adapta a la idiosincrasia nacional, como cuando se escuchó la rola El chubasco, de Carlos y José, pero con el balkan beat. Pocos se resistieron a mover el cuerpo debido a la incesante andanada de las tubas, trompetas, clarinetes, bombo, saxofones y percusiones.

Piezas como Vivaldi, Ruseasca lui filón, Ciocarlia si suita y Lume lumen abrieron la presentación que devino ágape extenuante por el dinamismo de estos músicos que pretenden, como lo han mencionado, mantener la alegre tradición de su pueblo. Su música ha sido utilizada por cineastas, como el turco alemán Fatih Akim, en Contra la pared.

Rolas como Hutichestra, Caravana, Yayah, Born to be wild, Iag bari y Asphalt tango fueron dardos que encendieron los motores del público, el cual pudo percibir a sus Ciocarlia de cerca, cuando los integrantes bajaron del escenario para interactuar con los asistentes, tal como sucede en las fiestas tradicionales de los gitanos.