Insuficientes, las habilidades cognitivas: Juan Carlos Tedesco
El reto de la educación en AL, superar el déficit de sentido colectivo, dice
Domingo 3 de febrero de 2013, p. 34
El reto que enfrenta la educación en América Latina no sólo es definir hacia dónde va, sino superar el déficit de sentido colectivo, porque la escuela no sólo debe dar habilidades cognitivas, sino fortalecer el compromiso con la justicia social, asegura Juan Carlos Tedesco, pedagogo y educador argentino y ex secretario y ex ministro de Educación de su país.
Con más de tres décadas como especialista de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), afirma en entrevista con La Jornada que ante la imposición de una visión neoliberal en la educación, ésta pasó de ser un instrumento para la construcción de un proyecto de nación, a la formación de recursos humanos, y más tarde, con las ideas del mercado, a tener clientes y consumidores
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Pero advierte que no habrá justicia social sin educación, porque para estar incluido socialmente se debe estar informado, ya sea para buscar empleo, para formarse como ciudadano o construirse como sujeto social; por eso, afirma, la educación debe también propiciar la adhesión a la justicia como principio formativo.
–Ante coyunturas sociales y económicas tan complejas en el contexto mundial, ¿qué desafíos enfrenta la educación en América Latina y el Caribe?
–De los años 90 a la fecha hay una situación de déficit de sentido colectivo. La vigencia del neoliberalismo con su idea de mercado mata el sentido o crea el sentido individual. En el mercado somos competidores. Hay ganadores y perdedores: me desrresponsabilizo del otro. El mercado crea una ruptura de la cohesión social.
“En la región estamos volviendo de esa etapa y recuperando la idea de que necesitamos retomar un sentido colectivo. Esta volviendo la necesidad de la justicia social, de crear sociedades más justas que las que tenemos.
Este concepto es fundamental para los educadores, porque pueden marcar un sentido en la escuela, porque cuando se crean los sistemas educativos en nuestras naciones está la idea de nación que había que construirla, y ese era el sentido de la educación; luego nos fuimos por conceptos de formación de recursos humanos, por la función económica de la educación, y entró la idea de mercado donde aparece el cliente; es decir, ni ciudadano ni el recurso humano: es el consumidor.
–¿Se están encontrando respuestas a esta demanda de justicia social?
–Hay experiencias aisladas, pero quizá debe haber una variedad de respuestas. Por ejemplo, en el campo universitario fortalecer el servicio social obligatorio se transformó en algo que no tiene sentido, pero puedes tomar esas propuestas curriculares y dotarlas de más sentido. Porque el objetivo es que el universitario, antes de egresar pone su conocimiento al servicio de una necesidad social.
Está el juramento de los médicos. La idea de que un científico tenga que jurar porque se compromete para que el uso científico de sus resultados tenga responsabilidad social. Los maestros, por ejemplo, jurar que se comprometen con los resultados del aprendizaje de sus alumnos, aunque sea simbólico, todo esto va en esa línea.
–¿Se trata de formar para la justicia social?
–Se ha discutido mucho la idea de las habilidades blandas en la escuela, que se refiere a lo que no es cognitivo, lo que te pueden dar para ser un buen ciudadano; pero esto no es blando, es muy duro. No se puede disociar de lo cognitivo. Hoy para ser solidario hay que tener mucha información, ademas del sentimiento y valor ético. La educación sexual, por ejemplo, además de tener los valores exige mucha información, igual el cuidado del medio ambiente. Además de tener sentimientos hay que estar informado.
–¿Qué papel juega la formación docente en estas metas?
–Es un tema de discusión en todas partes. Nadie tiene la solución, porque además estamos también en momento donde hay cierta crisis del saber pedagógico. Es evidente que debemos tratar de disminuir la disociación entre formación inicial de los docentes y las exigencias para el desempeño, son mundos totalmente diferentes.
Una forma de hacerlo es articular la formación inicial del maestro con el desempeño. Los médicos lo resolvieron con las residencias, donde antes de ejercer su profesión pasan algunos años en un hospital donde aprenden de los más experimentados. Una idea es que este proceso sea parte de su formación inicial, puede parecer muy ambicioso, pero debemos ir en esa dirección.
–¿Qué papel ha jugado la evaluación en los sistemas educativos?
–Es legítimo preocuparse por los resultados, pero a veces se van desvirtuando. Antes si un alumno aprendía o no, daba lo mismo. La culpa era del estudiante, hoy es del docente, pero de los resultados educativos debemos responsabilizarnos todos.
“Evaluar es fundamental, pero para qué. Si el objetivo es la justicia, entonces es para saber dónde tengo que intervenir y con qué. Si es por las bajas condiciones económicas de la familia, entonces debo intervenir con políticas alimenticias y de salud, porque la idea de justicia social debe ser un proyecto de sociedad, de nación. Si sólo la educación se va a ocupar de la justicia, no hay ningún país del mundo que haya logrado justicia educativa con injusticia social.
Debe ser un proyecto sistémico que involucre empleos, distribución de ingresos, salud, y con ese criterio retomar la evaluación, y decir para qué quiero evaluar y qué voy a hacer con los resultados.