Injusta paradoja
a concesión de la ciudadanía rusa al actor francés Gerard Depardieu, quien se indignó con el gobierno de su país por el intento de subir los impuestos a los más ricos, puso de relieve una injusta paradoja.
La paradoja de que obtenga por decreto la nacionalidad de Rusia alguien que en realidad no la necesita, mientras hay cientos de miles de personas que la requieren con urgencia y tienen que esperar años.
Depardieu ya aclaró que no tiene la intención de residir en Rusia, salvo esporádicas estancias, ni piensa pagar impuestos en este país.
En contraste, quienes carecen de la posibilidad de ser agraciados con un decreto presidencial sufren todo un catálogo de humillaciones y desesperación, la amenaza de deportación pendiente sobre sus cabezas.
Desde que se disolvió la Unión Soviética los países vecinos de Rusia le suministran mano de obra barata y esos extranjeros, documentados o no, aspiran a quedarse y solicitan la ciudadanía rusa para dejar de padecer el menoscabo de sus derechos más elementales.
Afrontan una odisea burocrática de trámites interminables que no siempre tiene final feliz. Además los obstáculos, muchas veces puestos de manera artificial, son una fuente de corrupción para beneficio de las autoridades migratorias.
Por eso, para ellos resultó una grata sorpresa que la Duma, cámara baja del Parlamento, haya anunciado que va a facilitar los trámites para la obtención de la ciudadanía rusa para los nacidos en la antigua Unión Soviética y sus descendientes.
El proyecto de ley, aprobado en primera estancia, establece que quienes deseen acogerse al programa de repatriación ya no tendrán que cumplir estos cuatro requisitos: estancia continua de cinco años en el territorio de Rusia; permiso de residencia; solvencia económica, y examen de conocimiento de idioma ruso.
Dicho programa, vigente desde 2006, se concibió para cerca de 25 millones de personas que podrían querer fijar su residencia en Rusia, y de paso, a falta de la baja natalidad, mejorar la catastrófica situación demográfica.
En siete años se beneficiaron de él poco más de 125 mil habitantes de repúblicas ex soviéticas. Hasta 2015, calculan, podrían venir otras 100 mil personas.
Demasiado pocas comparadas con los casi 16 millones de ciudadanos rusos que, según la más reciente encuesta por encargo de Gallup, estarían dispuestos a dejar Rusia para residir en otros países.
Aun así, si la ley se promulga en los términos anunciados, será un alivio para eventuales migrantes hacia Rusia, en espera de solución para los trabajadores extranjeros indocumentados, la mayoría de los aspirantes a ciudadano ruso.