os combustibles fósiles, gas y petróleo en particular, no son una mercancía más. Con la máquina de combustión interna y la petroquímica se colocaron como ejes de la mezcla mundial de energía y de una vasta transformación industrial, civil y militar, con efectos profundos en todas las áreas de la vida y de la economía.
Gas y crudo son eje de la ecuación estratégica del poder y del calentamiento global, máxime cuando se agudiza el agotamiento de los estratos de alta calidad, acceso fácil y barato y los poderosos cabildos fósiles se aferran a negocios emisores de gases con efecto invernadero resistiéndose al cambio del patrón energético. Así lo indican estudios geológicos y de las ciencias de la atmósfera. También de la historia económica y militar del siglo XX, incluyendo la relación México-EU, cuyo análisis histórico, por ejemplo en México y Estados Unidos en el conflicto petrolero, 1917-1942 (Colmex, 1981) de Lorenzo Meyer, resulta vital.
En especial porque, como recordó Luis Videgaray, secretario de Hacienda (La Jornada 18/I/12, p. 27), cuando Peña Nieto todavía no era candidato del PRI jugó su carta fuerte desde el Financial Times para acceder a Los Pinos: cuestionó el artículo 27 de la Constitución vigente con un llamado a superar atavismos ideológicos
en torno al régimen legal de Pemex que excluye la participación privada, aunque ésta fuera alentada de facto por el régimen acreedor instaurado por Estados Unidos a través del Programa de Empréstitos de Ajuste Estructural (PAE) del FMI, Banco Mundial y Banco Interamericano de Desarrollo, en vigor gracias a la torpe negociación de la crisis deudora de 1982 y a la decisión de privilegiar ante todo el impagable servicio de la deuda externa.
Desde entonces es patente la desnacionalización del proceso de toma de decisiones en materia económica. Los altos cargos del gobierno fungen como country managers del PAE que, dice Joseph Stiglitz, ex primer economista del BM, incluyen jugosas –y legales– comisiones en cuentas suizas ¿con Davos como ámbito discreto para consultar los depósitos?
En esta materia persiste la atávica propensión del BM, estipulada en las condiciones atadas a las líneas de crédito, a gestar el manejo de la inversión extranjera en gas y petróleo, en un marco orientado al mercado
, como repite Videgaray (ibid) algo que ninguna nación seria contempla, menos Estados Unidos, que utiliza instrumentos de estado
civiles (PAE) y militares, para acceder a los recursos naturales estratégicos que van quedando en la corteza: la petro-guerra contra Irak, el ataque a Libia, el acoso a Irán, el vasto despliegue de bases en América Latina.
Los esquemas de guerra irregular y terrorismo de Estado del Pentágono –Plan Colombia– avalados por Calderón (guerra al narco
) al abrazar la Iniciativa Mérida y sus 400 millones de dólares anuales, llevan a la incautación imperial de las decisiones de seguridad
.
A la catástrofe humanitaria se añade el desplome de la soberanía nacional: el panismo nos abrió a la intervención militar y al desenfreno del contratismo en actividades sustantivas de Pemex. ¿Cuál atavismo ideológico
si Pemex es fuente principal de divisas no condicionadas
, en espera de un gobierno que, como dice AMLO, no las dilapide en gasto corriente y estimule la inversión pública productiva y el empleo?
La salvaguarda de la infraestructura, de los campos petroleros, puertos y el mar patrimonial, es vital para la seguridad nacional mexicana
, noción subsumida en la de soberanía
. Así es en Estados Unidos, Europa y los BRICs. En Estados Unidos la enmienda (1988) a la Ley de Defensa de 1950 del senador J. James Exon y el diputado J. Florio, otorga al Ejecutivo el poder amplio de vetar toda inversión extranjera que amenace la seguridad nacional. En 2005 se canceló la oferta de la petrolera china CNOOC de adquirir Unocal. Poco después anularon la compra de seis puertos por Dubai.
Mientras en Estados Unidos los sectores estratégicos son asunto de seguridad, acá la cúpula en el poder alienta la privatización y desnacionalización petroeléctrica, con grave riesgo para la seguridad humana y la integridad del país.
Más que un arcaismo neoliberal, es el desenfreno de la codicia oligárquica que saca raja de la sujeción a los PAE y a los intereses de grandes firmas extranjeras. Cuando la mira de esos intereses está en el gas y petróleo convencional y no-convencional de México (en el Proyecto Truman de Seguridad
afirman que Peña Nieto cuenta con suficiente apoyo legislativo para –textual– ...hacer cambios al artículo 27 constitucional y permitir la inversión privada y los contratos incentivados en Pemex
) Peña, Videgaray et al, tendrán que decidir entre retomar y restablecer los fundamentos de la estabilidad, el empleo y la paz social o seguir la hoja de ruta
de la quinta columna neoliberal
que por 30 años acentuó el desgaste, la incoherencia interna y la endémica corrupción en Pemex, el ente de mayor facturación y peso fiscal, e hizo del país un sangriento y caótico casino.