Aunque admite que lleva las de perder, piensa en una pelea de despedida ante Abner Mares
En diciembre pasado el filipino Donaire lo noqueó brutalmente y fue un aviso de su inminente retiro
No estaba preparado para perder
Se resiste a alejarse de la adrenalina de los golpes
Miércoles 23 de enero de 2013, p. a13
La duda asalta por las noches a Jorge Arce. Como casi todos los boxeadores que piensan en el retiro, le cuesta aceptar que su carrera ha llegado a su fin, que es momento de cerrar una trayectoria polémica, apasionada y con rivales memorables.
En el combate que sostuvo en diciembre pasado terminó noqueado de manera brutal por el filipino Nonito Donaire, y ese fue el aviso de que el fin había llegado, admitió Arce esa noche, pero días después surgi ó la picazón de una última pelea, de despedida, pero con un rival que signifique peligro. Desde entonces el Travieso se debate entre el me voy y no me voy.
Tal vez ya se acabó mi carrera y no me he dado cuenta
, dice con una expresión como si de pronto tuviera una revelación; pero quiero hacer una última pelea y no busco un rival cómodo, sino uno que me exija
.
Antes que él, muchos peleadores se han resistido a aceptar que su tiempo en los cuadriláteros está agotado. Muchos no se van hasta que terminan abatidos e incluso hay quien deja el boxeo con algunos estragos físicos.
Arce lo reconoce, pero aún así insiste. Sabe que es como una enfermedad que aqueja a todos los que han vivido toda una vida en el deporte de los golpes.
–¿Sabes por qué los boxeadores tienden a regresar al cuadrilátero? –se le pregunta.
–Porque los peleadores no tenemos ninguna preparación, lo único que hemos hecho en la vida es boxear y si nos retiramos casi nunca tenemos nada a qué dedicarnos. Por eso es difícil dejar lo único que sabemos hacer” –responde como para apaciguarse.
Sin embargo, el Travieso matiza sus palabras porque sabe que es un personaje popular y que su proyección televisiva le permite dedicarse a otra actividades fuera de los encordados. Asegura que ya tiene una oferta firme para ser comentarista de boxeo, además de que cuenta con inversiones que le permiten estar tranquilo en sus finanzas.
Todos me dicen que ya no vuelva a pelear, que ya hice mi historia y eso nadie me lo quita. Me lo dice mi familia y la gente que me quiere, pero yo soy el único aferrado en esto de una pelea de despedida
, sostiene.
Lo que en realidad le inquieta es el pugilismo, alejarse para siempre de las luces, los gritos y la adrenalina de los golpes. Parece que eso es lo que no puede dejar.
Lo único que quiero es sentir por última vez el placer de salir del camerino, de escuchar a la banda por el pasillo hasta que salgo a la arena y los gritos de la gente; eso es lo que deseo disfrutar por última vez
, expresa con nostalgia.
Y se justifica. Señala que la noche que peleó contra Donaire no estaba preparado para perder, que por eso no pudo disfrutar esa pelea ni asimilarla como su final.
Con esa determinación tratará de despedirse del público con una gran pelea, pero buscará un contrincante de peso, el cual podría ser el campeón mundial supergallo Abner Mares, porque prefiere irse con una derrota ante un peleador importante. Aunque admite que Donaire es uno de los mejores del momento.
Si peleo con Mares el favorito sería él. Pon tú que es así, que voy a perder, pero me iré como un guerrero perdiendo ante uno de los mejores
, dice Arce para justificar su empeño.
Cuando cae en la cuenta de que pocos le darían una oportunidad de vencer a Mares, empieza a aterrizar sus aspiraciones. Son sólo sueños, la realidad es que tengo pocas posibilidades de volver a pelear porque mi esposa ya no quiere verme en el boxeo
, dice en un lamento con la boca torcida.
Cuando parece resignado al retiro le viene un arrebato y vuelve a la carga. Bromea y asegura que la afición volverá a ver una vez más al Travieso batirse con pasión.
Luego se marcha y se escucha que canta A mi manera.