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Segundo mandato de Obama

La desigualdad económica es extrema; también se incrementa la polarización social

El discurso presidencial se estrella contra la creciente división política
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Barack Obama y su esposa, Michelle, durante el desfile de investiduraFoto Reuters
Corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 22 de enero de 2013, p. 3

Nueva York, 21 de enero. El mensaje de Barack Obama en el despuntar de su segundo periodo presidencial estuvo centrado en la inclusión y la acción común para defender los derechos y las libertades individuales consagrados por los documentos y principios de la fundación de este país, enfatizando como piedra angular la frase nosotros, el pueblo. Pero su elegante retórica se estrella contra una nación definida por la desigualdad económica extrema, una creciente polarización social y divisiones políticas cada vez más severas.

La ceremonia se realizó con un transfondo simbólico más marcado que lo normal, ya que el primer presidente afroestadunidense rindió juramento en el Día de Martin Luther King, y en un año en que se festeja el sesquicentenario de la Proclamación de Emancipación (declaración del presidente Abraham Lincoln en 1863 para abolir la esclavitud) y el 50 aniversario de la famosa Marcha sobre Wa-shington de Martin Luther King.

Obama hizo referencias a los movimientos de derechos civiles de mujeres, de minorías y de gays en su discurso ante cientos de miles reunidos frente al Capitolio en Washington, poco después de haber rendido juramentado sobre una biblia que pertenecía a Lincoln y otra que fue del reverendo Luther King.

Con su usual talento retórico, Obama resaltó la inclusión. Subrayó que negros, latinos, asiáticos y blancos; mujeres, gays e inmigrantes; pobres y ricos, juntos, determinan el futuro de Estados Unidos. Enfatizó que el país no prospera cuando las necesidades básicas de salud, educación y trabajo no están al alcance de todos.

También habló de que esta superpotencia prefiere la paz sobre la guerra. Hizo un par de referencias (muy indirectas) al control de armas y al cambio climático, notables porque estaban virtualmente ausentes en la agenda política de su Casa Blanca en sus primeros cuatro años.

El discurso fue elogiado de inmediato por simpatizantes. Muchos celebraron que haya abordado temas que habían generado esperanzas en su primer periodo, desde la defensa de derechos civiles y los inmigrantes, el medio ambiente, el fin de las guerras y una crítica a las políticas de división promovidas por la derecha. Fue un discurso diseñado para animar a sus bases y ayudar a promover algunas de las iniciativas que marcarán su segundo periodo.

Pero el mensaje se da ante un país que parece estar más lejos que nunca de la inclusión, la igualdad y la paz.

Hoy día hay más adultos afroestadunidenses bajo control penal –en prisión o en libertad condicional– que esclavos en 1850, antes de que estallara la Guerra Civil, informa la reconocida experta Michelle Alexander, profesora de leyes y autora de un libro extraordinario sobre las condiciones sociales de la comunidad afroestadunidense y el sistema judicial.

Con tantas referencias a la libertad en los festejos de hoy, vale recordar que ese mensaje se da en el país con la población más encarcelada del mundo, con unos 2.3 millones en prisiones y cárceles, más otros 5 millones en libertad condicional.

El incremento dramático del encarcelamiento de personas de color en este país es función de la llamada guerra contra las drogas, que, en la práctica y en propósito, es en verdad una guerra contra sectores pobres y minorías, afirma Alexander, junto con otros críticos destacados de esas políticas.

Por otro lado, el mensaje de Obama, igual que al inicio de su presidencia, incluyó de nuevo referencias a los inmigrantes. En los hechos, su gobierno ha deportado un número récord de inmigrantes, casi un millón al año, y más que su antecesor republicano, George W. Bush, en sus primeros cuatro años.

A la vez, durante su estancia en la Casa Blanca se ha intensificado la ola antimigrante en este país y, junto con ello, han empeorado los niveles de racismo en la opinión pública.

Un sondeo de la agencia Ap en octubre de 2012 registró que 51 por ciento de los estadunidenses expresaron actitudes antinegros, comparado con 48 por ciento en 2008, y 52 por ciento de blancos manifestaron explícitamente actitudes antilatinas, más que hace cuatro años.

Pero tal vez lo más contrastante entre la retórica de inclusión del presidente hoy y la realidad es la creciente exclusión de la mayoría del llamado sueño americano.

El economista premio Nobel Joseph Stiglitz escribe que “con la desigualdad a su nivel más alto desde antes de la Depresión, una recuperación robusta será difícil a corto plazo, y el sueño americano –una buena vida a cambio de duro trabajo– está muriendo lentamente”.

En un artículo ayer en el New York Times, Stiglitz señala que mientras el uno por ciento más rico en ingresos concentró 93 por ciento del incremento en ingresos en 2010, los hogares en medio de la pirámide económica tienen un ingreso menor hoy que en 1996. A la vez, millones permanecen en el desempleo y los salarios reales se han estancado o reducido (el sueldo de un trabajador masculino típico hoy es inferior al de 1968).

Las ganancias de las empresas estadunidenses han crecido 171 por ciento durante la presidencia de Obama, más que bajo cualquier otro presidente desde la Segunda Guerra Mundial, y hoy día están a su nivel más alto en relación con el tamaño de la economía desde que el gobierno empezó a medirlas, en 1947, según un análisis de Bloomberg News publicado este mes.

Lo que no estaba hoy en el discurso de Obama, que incluyó referencias a King, fue lo que el reverendo subrayó en sus últimos años: no puede haber igualdad sin justicia económica.

La marcha de King a Wa-shington en 1963 no fue sólo por los derechos civiles de los negros, según afirmó, sino por empleos e ingresos para los pobres, y en 1968, justo antes de ser asesinado, organizaba una Campaña de los Pobres para demandar mayor igualdad y apoyo económico.

Un año antes ofreció su famoso discurso en el que no sólo se pronunció contra la guerra de Vietnam, sino fue más allá: denunció a Estados Unidos como el mayor proveedor de violencia en el mundo, vinculando las políticas imperiales a la injusticia dentro del país.

King demandó: nosotros como nación tenemos que realizar una revolución radical de valores... Cuando máquinas y computadoras, motivos de ganancia y derechos de propiedad son considerados más importantes que la gente, la terna gigante de racismo, materialismo y militarismo es imposible de conquistar.

Afirmó que el alma de Estados Unidos nunca podrá ser rescatada mientras destruye las esperanzas más profundas de los hombres por todo el mundo con sus guerras y políticas imperiales.

Ese discurso nunca es recordado por las cúpulas políticas en este país. Hoy, Día de Martin Luther King, que coincidió con la ceremonia de investidura presidencial, no fue excepción.