e los 83 considerados pueblos mágicos
por la Secretaría de Turismo (Sectur) en toda la República Mexicana, Capulálpam de Méndez es la única cabecera municipal en el estado de Oaxaca que ostenta este reconocimiento desde 2008, limitado, por cierto, a localidades: “que tiene (n) atributos simbólicos, leyendas, historia, hechos trascendentes, cotidianidad, en fin MAGIA que emana en cada una de sus manifestaciones socio-culturales…” (Pueblos mágicos, reglas de operación, Sectur). Pero Capulálpam –un municipio indígena ubicado en la sierra Zapoteca del norte de Oaxaca– no sólo cumple con creces los criterios del programa en cuanto a riqueza arquitectónica (en este caso, con una iglesia construida en los siglos XVII-XVIII, con retablos antiguos de los estilos neoclásico y salomónico), ordenamiento del comercio, entornos urbanos y naturales de gran impacto para el turismo, festividades, gastronomía, tradiciones y compromisos de la sociedad local, entre otros, que en su conjunto debieran producir una suerte de encantamiento en el visitante. La magia de esta comunidad va más allá de los afanes neoliberales que offrece Sectur en sus programas. Radica en la indeclinable voluntad de sus habitantes y sus autoridades –elegidas según las formas colectivistas del comunalismo– en defender a lo largo de su accidentada historia, sus territorios ancestrales, sus recursos naturales, como el agua y el bosque, sus estructuras y mecanismos con base en la autonomía; se fundamenta en la experiencia histórica de comuneros y comuneras –y de todos los ciudadanos del municipio–, asociada a batallas políticas por el control de la propiedad comunal, en contra de empresas forestales privadas que por décadas arrasaron los bosques de los pueblos de la sierra, para alimentar a la insaciable fábrica de papel Fapatux, que durante 25 años, desde 1954, extrajo una considerable cantidad de pino selecto; se encuentra en el imaginario de las luchas centenarias en contra de la antigua compañía minera La Natividad, enquistada en territorio comunitario desde la Colonia y asociada desde 2002 a la empresa canadiense Continuum Resources para realizar trabajos de exploración. Entre 2003 y 2007, el gobierno federal asignó más de 50 mil hectáreas de concesiones mineras a esta corporación, incluyendo territorio de Capulálpam y de varios municipios de las sierras Mixe y Zapoteca, por lo que la comunidad, como otras en Oaxaca, en el país y en el continente, se ha declarado en alerta roja de rebeldía y movilización –por las vías legales y por las políticas pacíficas–, para oponerse a una reactivación de la explotación minera, que ya en el pasado ocasionó graves daños ecológicos y divisiones entre comunidades, que perviven hoy en día y es posible observar en el terreno.
Esta determinación de exorcizar la maldición minera
expresada en las asambleas generales y por medio de las autoridades comunales y municipales de Capulálpam es reconocida en el estado y en el país, por lo que desde el día 17 y hasta este domingo 20 nos encontramos reunidos en este pueblo mágico en el Encuentro de Pueblos de Mesoamérica, Sí a la vida, no a la minería, y bajo el lema: tejiendo la resistencia por la defensa de nuestros territorios
, con el propósito de conjuntar esfuerzos desde la sociedad civil para rechazar los proyectos de explotación minera, para demandar el cese de las concesiones de gobiernos obsecuentes que han entregado vastas porciones del territorio nacional a las corporaciones, para generar alternativas de defensa, organización y articulación desde los pueblos y con las fuerzas políticas y sociales que acompañan estos procesos.
La anunciada reactivación del Congreso Nacional Indígena, como parte de los esfuerzos del EZLN por enlazarse con los movimientos de los pueblos originarios, sería el espacio natural de las coincidencias en las luchas de resistencia contra un sistema de producción que privilegia la acumulación de riquezas de un número limitado de personas por encima de la vida de los pueblos y las comunidades. No obstante que las corporaciones mineras prometen empleos, servicios públicos, proyectos productivos y respeto al medio ambiente, es un hecho que históricamente estas empresas han dejado una estela de muerte, empobrecimiento, daños irreversibles al medio ambiente y afectación a la salud, polarización y división social en las comunidades.
Además de las autoridades comunales y municipales de Capulálpam de Méndez, convocan a esta reunión en curso: la Coordinadora de Pueblos Unidos del Valle de Ocotlán, el Colectivo Oaxaqueño en Defensa de los Territorios, Servicios del Pueblo Mixe AC, Unión de Organizaciones de la Sierra Juárez de Oaxaca SC, Centro de Derechos Indígenas Flor y Canto AC, Servicios para la Educación Alternativa Educa AC, Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez AC, Servicios Universitarios y Redes de Conocimiento de Oaxaca AC, la Red Mexicana de Afectados por la Minería y el Movimiento Mesoamericano contra el Modelo Extractivo Minero, entre otras organizaciones.
Un recorrido memorable por el municipio de Capulálpam, por sus bosques vigilados y protegidos, con sus fuentes hídricas controladas por la comunidad y a su servicio; con sus proyectos turísticos en los que no intervienen empresas privadas y están igualmente bajo esquemas de desarrollo endógenos; así como la convivencia con dirigentes, que practican –a su manera y con sus naturales diferencias– el mandar obedeciendo de otras latitudes sureñas, me hace ser optimista sobre los destinos y las luchas de este pueblo y los de otras 31 comunidades de la sierra Norte dispuestas a no dejar pasar a las mineras. La magia de la autonomía impregna los anhelos y sueños de sus habitantes, mientras el frío de la oscurana cala la vigilia de la resistencia.