Su confesión sacaría a flote si contaba con la anuencia de la UCI
Lunes 7 de enero de 2013, p. 3
Miami, 6 de enero. El ex ciclista estadunidense Lance Armstrong reflexiona en Hawai si tras años de construir un muro sin fisuras ahora lo destruye confesando que se dopó.
Si se confirma la confesión de la que el viernes informó The New York Times, el texano podría ver mitigada su sanción de por vida y evitar una posible pena de cárcel por perjurio. Para eso deberá negociar, y ya lo ha hecho, según el rotativo.
De producirse un acto que sería de los más recordados en el mundo del deporte, no sólo Armstrong conseguiría una recompensa: la confesión conviene a todos, empezando por el propio acusado.
Una de las cosas que más asustan al ex pedalista es una posible pena de cárcel como la de la ex atleta Marion Jones, quíntuple campeona olímpica, quien también tuvo que admitir finalmente que consumió sustancias prohibidas. Se le acusó de perjurio por haber mentido a autoridades federales y pasó por prisión, imagen que Armstrong, de 41 años, desea evitar a toda costa. Él también dijo bajo juramento que no se dopó.
En su cuenta Twitter, Armstrong publicó hoy una imagen en la que se le ve en bicicleta, su pasión, en Hawai. Ni una palabra sobre la confesión, que precisamente podría permitirle competir en carreras ciclistas, de triatlón o atletismo, para las que la USADA (Agencia Antidopaje de Estados Unidos) también lo vetó.
La vergüenza y el daño a su imagen quedarían algo mitigados, aunque aumentaría el número de demandas para que devuelva el dinero, como las que ya presentaron una aseguradora que le pide que regrese el premio que recibió en bonos por ganar sus tours de Francia, y el dominical británico The Sunday Times, que le reclama medio millón de dólares que le pagó tras una denuncia por injurias.
Otra beneficiada con una eventual confesión sería la propia USADA. Travis Tygart, su jefe ejecutivo, ha sido el gran enemigo de Armstrong, pero parece que ambos han dejado atrás sus diferencias.
Representantes del ex ciclista se pusieron en contacto con Tygart el mes pasado para concertar una cita. El propósito, saber si una confesión mitigaría la sanción de por vida de Armstrong en deportes olímpicos
, afirma hoy el New York Times.
Tygart, el hombre que desde dentro del país destruyó el sueño americano que había protagonizado el estadunidense, se vería respaldado y concedería una eventual medida de gracia si Armstrong da detalles de lo que la USADA definió como el programa de dopaje más sofisticado, profesionalizado y exitoso que se haya visto jamás en el deporte
.
En las mil páginas de evidencias que condenaron a Armstrong, la USADA reconoce que no actuó solo
y la confesión podría llevar a que se pudiera desentrañar todo el sistema que el estadunidense encabezaba. El éxito para Tygart sería incuestionable.
Una admisión de culpas también sería necesaria para una refundación del ciclismo. Si Armstrong se desmorona, otros pedalistas podrían hacerlo también y así llevar a cabo el proceso de verdad y reconciliación
que haga comenzar de cero a un deporte continuamente golpeado por las sospechas desde hace dos décadas.
Casi tenemos que destruirlo para poder salvarlo
, dijo el ex corredor Jonatha Vaughter, ex compañero de Armstrong.
Además, el estadunidense podría dar detalles de cómo eludía los controles –nunca dio positivo– y se destaparía si, como algunos sospechan, contaba con la anuencia de la Unión Ciclista Internacional. Pat McQuaid, su presidente, se aferra al puesto pese a las continuas voces por un cambio.