La medición de la pobreza en el mundo (I)
Ignoramos cuánta hay en el planeta; ho hay consenso para medirla
e acuerdo con los argumentos que he expresado en esta columna varias veces en años recientes, el neoliberalismo (auténtica Revolución de los ricos, para usar el título del nuevo libro de Carlos Tello Macías) y la automatización creciente de los procesos de producción (tanto de bienes como de servicios) han llevado a la desvalorización de la fuerza de trabajo (baja de salarios reales) y al aumento de los niveles de desempleo y subempleo, y, por tanto, al incremento de la pobreza en el mundo. Sin embargo, las cifras de pobreza del Banco Mundial (BM) muestran niveles decrecientes de la pobreza en el tercer mundo, donde viven la mayoría de los pobres. O bien estas cifras son falsas (implican una operación de encubrimiento para ocultar la verdad) o bien hay algo falaz en los argumentos que llevan a la conclusión opuesta.
Afortunadamente, Thomas Pogge y Sanjay Reddy (en diversos trabajos) han demostrado que: 1) La evolución que se capta de la pobreza mundial en el largo plazo (1981-2005) depende en gran medida de la línea de pobreza (LP) utilizada. Si se utiliza la oficial
del BM, de 1.25 dólares (de paridades de poder adquisitivo: PPA) por persona al día, la pobreza en los 25 años disminuye 27 por ciento, pero si se usa la LP de dos dólares de PPA al día, la pobreza aumenta uno por ciento, y con una LP de 2.50 aumenta 13 por ciento. Como se ve, tres diagnósticos totalmente diferentes: mientras más baja es la LP, más optimista y favorable es el resultado para el capitalismo neoliberal.
El total de la población en situación de pobreza sería (expresados en miles de millones) en 2005: 1.38 con la LP de 1.25 dólares; 2.56 con la LP de dos, y 3.08 con la de 2.50. 2) Las LP oficiales del BM han estado cayendo en términos reales, mientras la institución ha querido dar la impresión contraria: que sus LP han ido en aumento. La verdad es que en términos de poder adquisitivo de 2009, la LP original de un dólar, que se utilizó entre 1990 y 1997, equivalía a 1.99 dólares (de 2009); la de 1.08, utilizada entre 2000 y 2008, equivalía a 1.60 (de 2009), y la de 1.25, que es la ahora utilizada, equivale a sólo 1.37 (de 2009) –véase la gráfica–. Al reducir la LP real, el BM simula que la pobreza está disminuyendo, añadiendo así falsedad al cinismo abierto y descarado que está implícito en ofrecerle, a casi la mitad de la población mundial, una perspectiva de apenas supervivencia animal, lo único asequible con 1.25 dólares por persona al día, como se muestra a continuación.
Las LP de 1.25 y dos dólares PPA por persona al día carecen de toda base en alguna concepción de las necesidades humanas, como se puede demostrar con el ejemplo de México, donde la LP de 1.25 dólares resulta en una incidencia de pobreza muy baja (5.3 por ciento en zonas rurales y 1.3 en las ciudades), mientras las dos medidas oficiales de pobreza (una multidimensional y otra de pobreza de ingresos) por parte del gobierno federal (Coneval) obtienen incidencias de pobreza de alrededor de 50 por ciento de la población, y con el MMIP de poco más de 80 por ciento. En mayo de 2005, un dólar PPA era equivalente a 8.9 pesos por persona al día. Es difícil imaginar cómo una persona podía, en 2005, satisfacer sus necesidades (incluso las más elementales) con un ingreso tan bajo como 11.10 pesos diarios. Baste decir que incluso la muy frugal línea de pobreza alimentaria definida por el gobierno federal reconoce que un ingreso de 26.4 pesos (2.4 veces la del BM de 1.25 dólares) es necesario para adquirir la canasta de alimentos crudos en las zonas urbanas. Esto significa que las personas que tienen un ingreso igual a la LP de ultraextrema pobreza del BM serían capaces de adquirir sólo 42 por ciento de los requerimientos mínimos de alimentos crudos. Esto demuestra que la LP de 1.25 dólares del BM ofrece, a lo sumo, supervivencia animal durante periodos cortos.
Por otra parte, al basar su LP en las líneas de pobreza extrema (LPE) de los países más pobres (casi todos de África), el BM hace un razonamiento circular, ya que toma como parámetro normativo una situación de prevalencia de altos niveles de pobreza extrema en dichos países, lo que se refleja en la reducción de expectativas y de objetivos. El BM transforma los alimentos en la única necesidad humana, dejando las demás necesidades completamente insatisfechas y mostrando así su concepción del ser humano como animal.
Desmentida la baja de pobreza que el BM pretende viene ocurriendo en el mundo, nos quedamos con los argumentos conceptuales resumidos en el primer párrafo de esta entrega que pronostican un crecimiento de la pobreza en el mundo, pero sin cifras que expresen y verifiquen tal crecimiento. Pero, además, suponiendo que el BM corrigiera estos sesgos en la evolución de la LP en el tiempo y se moviera a una LP de dos o 2.50 dólares, seguiría moviéndose en el universo parcial de las mediciones de pobreza de ingresos, respecto de las cuales hay un consenso creciente sobre su carácter parcial y, por tanto, inadecuación, que ha dado lugar a un creciente auge de las mediciones multidimensionales de pobreza. Sin embargo, la ausencia total de reflexión teórica que caracteriza la inmensa mayoría de estos nuevos esfuerzos lleva a un vacío similar al generado por el BM. Es el caso de la nueva medición multidimensional de la pobreza que el PNUD incluyó en su Informe de desarrollo humano 2010, que arroja menos pobreza en los países subdesarrollados que la que se obtiene con una LP de dos dólares (critiqué esta metodología en la entrega del 03/09/10).
En la serie de entregas que hoy inicio, examinaré la bibliografía internacional reciente sobre el tema. Entre otros trabajos que examinaré se encuentran dos libros recientes publicados por Oxford University Press: 1) Debates on the measurement of global poverty (editado por Anand, Segal y Stiglitz, de 2010), en el cual participan, debatiendo con el BM, Pogge y Reddy, y 2) Counting the poor (editado por Besharov y Couch, de 2012), en el cual se analiza si la experiencia europea puede ser útil para mejorar las mediciones de pobreza en EU, donde la medida oficial es, desde 1965, pobreza de ingresos. Pondré énfasis en la pobreza teórica de los medidores de pobreza. La introducción del segundo libro comienza así:
“Cuando este libro va a prensa, el gobierno de EU ha comenzado un esfuerzo de varios años para cambiar el cómo define pobreza y, por tanto, cómo cuenta el número de pobres. Además de ser un reto técnico, definir pobreza es una tarea subjetiva y cargada de valor, complicada adicionalmente por sus implicaciones políticas y presupuestarias… También muchos países europeos están reconsiderando cómo miden pobreza y necesidad material… En agudo contraste con el enfoque de EU, que se centra en el ingreso en relación con una canasta de necesidades…, hay varios enfoques europeos que buscan operacionalizar y medir el concepto de exclusión social (p.3).”
También en América Latina (México ya se adelantó) empiezan a soplar aires para cambiar la forma de medir la pobreza.