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La continuidad económica no ayuda a México: Carlos Marichal

En los procesos financieros de la década pasada hay dos caminos y el país no tomó el mejor, señala

Estamos estancados y hay una terrible deficiencia en educación primaria y secundaria

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Carlos Marichal durante la entrevista con La Jornada, en las instalaciones de El Colegio de MéxicoFoto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Jueves 3 de enero de 2013, p. 2

¿El endeudamiento de los países de América Latina ha sido un factor de atraso o de desarrollo?, se le pregunta a Carlos Marichal, historiador y especialista en historia económica y financiera de la región. No responde enseguida, pero hace un revelador flash back de los préstamos extranjeros a México y otros países de la región, así como de diversas crisis económicas, desde el siglo XIX al presente.

Y a la mitad de su exposición, el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2012 en el rubro de historia, ciencias sociales y filosofía, además de profesor e investigador en El Colegio de México y autor de libros como Historia de la deuda externa de América Latina, recuerda:

“Después de la Segunda Guerra Mundial los países latinoamericanos no tuvieron que endeudarse significativamente. Experimentaron un proceso de crecimiento muy largo, de los 40 hasta los 70. El endeudamiento fuerte de América Latina empezó en los 70, y no está claro si fue necesario.

Lo que sí sabemos es que la crisis de 1982 provocó un mega colapso financiero y ajustes, y a partir de ahí el crecimiento anual bajó durante más de 20 años. La de los 80 fue la peor crisis financiera, de deuda, de la historia latinoamericana.

De los procesos económicos de la década anterior, Marichal observa que en Latinoamérica se han tomado dos sendas distintas y al parecer México no está en la mejor opción:

“Sudamérica va en un camino de crecimiento sostenido, con la aplicación de políticas sociales, educativas, bastante avanzadas y de desarrollo interno sólido. El crecimiento de países como Argentina y Brasil, que se ven como exportadores fuertes, es un oxígeno y le da mucho impulso a la economía. Pero lo fundamental ha sido el crecimiento interno.

Sus empresas han ido creciendo muy fuerte en el área industrial, agrícola y de servicios, y observamos una disminución de la pobreza. Ello no se aprecia en el caso de México ni de Centroamérica, que están en el mismo barco, en una situación muy dramática.

Marichal dice que después de la Independencia todas las nuevas repúblicas tomaron préstamos, pero al poco tiempo encontraron que no podían pagar. Y en 1826-27 se dio la primera crisis de deuda externa en América Latina.

“México fue el último país de los que suspendieron pagos. El problema fue que no pudo volver a pagar hasta 60 años más tarde. Ello tuvo consecuencias tremendas, como la intervención francesa y otros problemas.

Hubo una nueva crisis financiera, de deuda, en 1873, en coincidencia con una crisis mundial. Se dio otra en 1890, considerada la primera de los mercados emergentes, en Argentina, Brasil y Uruguay, aunque no tanto en México.

En nuestro país se generó otra crisis en 1914, debido a la Revolución. Se suspendieron pagos y no se renovaron hasta 1946. En otros países de América Latina la crisis vino en los años 30, con la Gran Depresión, porque es muy común que una gran crisis mundial coincida con una crisis de deuda soberana, como la que estamos viviendo hoy.

–¿El llamado milagro mexicano, de la década de 1940 a la de 1970, tuvo sus paralelos en América Latina?

–Sí, en casi todos los países. Hubo un crecimiento fuerte, un proceso de industrialización, un aumento de la tasa de crecimiento del PIB de entre 4 y 6 por ciento por año, como en México, Brasil, Chile y Colombia. Todo ello pese al crecimiento demográfico, el cual tiene ventajas en cierto sentido, porque hay más población, mercado y consumo, pero también hay un problema si no se generan suficientes plazas de trabajo. Se logró mantener el empleo en crecimiento, la industrialización, la urbanización, el avance, todo con financiamiento doméstico, sin depender de deuda.

Explica algunos factores de cómo empezó el fuerte proceso de endeudamiento de Latinoamérica. En los años 70, en Europa, Estados Unidos y Japón tenían economías un poco deprimidas y no sabían muy bien qué hacer con sus capitales. La globalización financiera comenzó en buena medida con el endeudamiento latinoamericano, con la amplia exportación de capitales a esta región. Los préstamos fueron sobre todo a los gobiernos, los cuales canalizaron mucho de ese dinero a empresas estatales o a gasto militar, en el caso de las dictaduras.

–¿O a corrupción?

–En muchos de los casos hubo un alto grado de corrupción. Con el endeudamiento América Latina perdió su experiencia previa de ser financieramente independiente. De los años 40 a los 70 financió el desarrollo con ahorro propio. ¿Cómo lo logró? Bueno, eso es complicado, pero lo logró: vía banca, banca de desarrollo, aumento del gasto público, reinversión y otras vías. Y además, en ese periodo no hubo mucha fuga de capitales.

Tras la crisis de la década de los 80, comenta que fue hasta alrededor de 2002 cuando Sudamérica comenzó un proceso de crecimiento, basado fuertemente en exportaciones de minerales y productos agrícolas, pero sobre todo en crecimiento interno.

“Ello se debió a la adopción de nuevas políticas económicas y sociales a raíz del ascenso al poder de partidos diferentes, socialdemócratas, progresistas, que llegan a ser en buena medida hegemónicos en América Latina, salvo Colombia. Y este auge coincide con una disminución de la pobreza.

En cambio, México y Centroamérica no se beneficiaron del mismo auge exportador, en parte porque producen otros productos, pero también por la vinculación con Estados Unidos. Las economías de México y Centroamérica pudieron crecer a una tasa baja, aunque no insignificante, hasta la crisis de 2008. De 2008 a 2010 el golpe fue muy grande para México y Centroamérica, mucho más que para Sudamérica.

Dice que la gran crisis global de 2008 pegó menos en Latinoamérica que en Europa y Estados Unidos. “Casi se colapsó el sistema financiero, pero intervinieron los bancos centrales y cambió la política neoliberal que se había tenido hasta entonces. Fue una intervención pública masiva. Si no se hubiera hecho nada habría pasado lo de la crisis de 1929.

Entre octubre de 2008 y octubre de 2009, la crisis financiera, comercial e industrial fue peor que en 1929. Pero hacia octubre de 2009 empezó una recuperación, con altibajos en Europa y Estados Unidos, y luego con notable recuperación en China, India, Australia y Sudamérica, inclusive bastantes países de Africa. Ya no era depresión, caída sostenida, muy marcada. La intervención de los gobiernos fue como nunca en la historia de la humanidad o del capitalismo moderno.

–¿Cómo transitó México esta crisis de 2008 para acá?

–Al principio no se sintió tanto, sino hasta 2009, por la caída en el comercio con Estados Unidos, la reducción de remesas, de flujos de capitales. La respuesta del gobierno fue defensiva, pero no activa: acumular reservas y decir que había que mantener las defensas altas. No se respondió a la crisis. Financieramente el Banco de México tiene muchas reservas y los bancos están bastante sólidos, aunque desde 2000 hasta la fecha han bajado sistemáticamente su crédito al sector real. Eso no es una economía dinámica ni sana.

–¿Por qué no ajustar o modificar la fórmula si hay ejemplos exitosos en Sudamérica?

–Es una buena pregunta. El tema es que no está claro que haya un plan fuerte, riguroso, de impulsar la pequeña y mediana empresa, el mercado interno, las nuevas industrias, las innovaciones en general.

–¿Con los pocos anuncios que ha hecho el gobierno de Enrique Peña Nieto percibe algún posible cambio respecto a la política económica de Felipe Calderón y sus antecesores, hasta Miguel de la Madrid?

–Es prematuro, tendría dificultad en decir cuál es la orientación que va a tener. Lo que hay que hacer es mirar al pasado reciente y ver qué ha ocurrido para poder mejorar. México ha logrado remontar las crisis a grandes costos: con las reservas, el dinero de Pemex al pago de deuda, el marcado empobrecimiento de la gente, distribución del ingreso que empeora y, sobre todo, tasas de crecimiento bajas.

A nivel económico tenemos una situación muy dramática, pero a nivel educativo también. El gran problema está en la educación primaria y secundaria, mejorarlas debiera ser la prioridad número uno del nuevo gobierno. Si no hay una transformación muy notable, el crecimiento económico no puede ir muy lejos.

Se le pregunta acerca de las declaraciones del nuevo gobierno de dar continuidad a las políticas de estabilidad macroeconómica. Eso es lógico, cualquier gobierno lo diría. Ese no es el punto en cuanto al reto grande de México.

Hablar de estabilidad, dice, está bien, pero eso no resuelve el problema del crecimiento. México está estancado, tiene un grave problema de inseguridad y una terrible deficiencia del sistema educativo en primaria y secundaria. La estabilidad no es una receta para una política económica activa, progresiva, que ayude a impulsar el crecimiento, la distribución del ingreso, la educación, la innovación. Hay que tener una política con una mirada mucho más hacia el futuro, innovadora, diferente.