Miércoles 2 de enero de 2013, p. 3
A mi esposa Leticia
Antiguos comerciantes, adivinos, magos
o domadores de caballos,
Les Deux Magots son el símbolo
de uno de los cafés más famosos de París.
De las fotografías distribuidas en sus paredes
–Hemingway, Picasso, Dora Maar, Simone de Beauvoir–,
es la de Borges la que resulta más inquietante,
más conmovedora.
El poeta argentino está al borde de las lágrimas
y casi podemos oír su petición a Les Deux Magots.
No es el milagro de recobrar la vista lo que pide,
sino algo más azaroso:
que María Kodama nunca deje
de ver por él.
Poema hasta ahora inédito, cedido por su autor para su publicación en La Jornada, a manera de primicia