Incorregible, la empresa de la Plaza México ofrece nueva mansada en la undécima corrida
Buena impresión del madrileño Roberto Galán
Israel Téllez y Lupita López, sin redondear
Lunes 31 de diciembre de 2012, p. a35
Congruente con su política de actuar de espaldas al público, la empresa de la Plaza México, al igual que su competidora totalmente taurina, continúa adquiriendo encierros de ganaderías que en temporadas anteriores han reiterado su mansedumbre y escaso lucimiento. Sus razones tendrá, excepto la de dar un espectáculo digno y atractivo.
Ayer, en la undécima corrida, esta absurda política tocó en suerte al hierro guanajuatense de Vistahermosa que, como en otras ocasiones, hizo que se estrellaran los buenos deseos de los alternantes y, lo más grave, las expectativas del escaso público, que volvió a pagar por una bravura que no obtiene, en esta autorregulación que a algunos beneficia pero tanto perjudica a la fiesta de los toros.
Partieron plaza el guanajuatense Israel Téllez (33 años de edad, once de matador y 17 corridas toreadas este año), la yucateca Lupita López (un año y nueve meses de alternativa y siete festejos) y el madrileño Roberto Galán (31 años, tres de matador y cuatro corridas en 2012), quien lleva siete años viviendo en México y en este festejo confirmó su alternativa.
Correspondió a Galán el abreplaza Son cubano, con 502 kilos, muy bien armado, alto de agujas –la distancia de la pezuña a la cruz–, amplio de cuna –espacio entre pitón y pitón– y, como el resto de sus hermanos, rabicorto, aunque sin llegar a chincolo –carente de cola–, como presagiando que a ninguno le cortarían el rabo por su bravura. Y empezó el insólito espectáculo de los antitumbos, en que mansos escasos de fuerza hicieran doblar por los cuartos traseros o de plano derribaran al caballo del picador en puyazos de trámite.
Tras un quite por tafalleras y revolera, el toro rodó por la arena en repetidas ocasiones, llegando casi inválido a la muleta, y fue allí donde brilló a gran altura el potencial tauromáquico de Roberto Galán, ya que el toro, clarote pero soso, exigía un mando sutil a partir de una colocación y una distancia precisas en el cite. Eso fue lo que hizo el madrileño en importantes y meritorias tandas por ambos lados, aguantando más por el izquierdo, hasta remontar con su torería lo deslucido del astado. Fue una faena tres ces –cabeza, corazón y cojones– que tuvo como colofón ajustadas manoletinas.
Desafortunadamente dejó media estocada caída que bastó y el inadvertido público apenas lo llamó al tercio, cuando se trató de un sólido trasteo de vuelta al ruedo. En el mismo tenor estuvo con su anovillado segundo, pero de que el hombre trae el toreo en la cabeza, no cabe duda. Ah, si a los buenos toreros les dieran más corridas.
Israel Téllez, torero completo que tenía cuatro temporadas sin venir, estuvo certero y sobrio en banderillas en sus dos toros, templando muy bien la embestida antes de cuadrar, y con su segundo, Bolero, con 546 kilos, que exhibió nuevamente el anormal estado de la cuadra de caballos en esa plaza pero que llegó a la muleta con recorrido y fijeza, inició la faena con suaves doblones y tuvo buenos momentos sobre todo con la diestra. El toro se apagó pronto y Téllez se puso pesado con la espada.
Momentos importantes tuvo Lupita López en su lote, pero los toreros de detalles son de otra época. Con su primero, el menos malo del encierro, no acabó de confiarse, y con su segundo, de embestida brusca, aguantó a pie firme.
Un feliz año, querido lector, y harta paciencia.