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Bajo la lupa

¿Colapso del petróleo y la OPEP como consecuencia de la geopolítica del gas esquisto (shale gas)?

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Campo de petróleo en una región kurda semiautónoma del norte de Irak, la cual suspendió las exportaciones de crudo en mayo de 2009, luego de un acuerdo con el gobierno de BagdadFoto Ap
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na parte nada desdeñable del extenso documento de National Intelligence Council (NIC) y su controvertida prospectiva para 2030 (ver Bajo la Lupa, 19 y 23/12/12) se centra en la ruptura del cordón umbilical de Estados Unidos con el mundo del petróleo, lo cual desembocaría en el colapso del precio del hidrocarburo concomitante a la irrelevancia de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).

La ruptura energética de EU con el petróleo –que, por cierto, contribuyó en su notable encumbramiento a lo largo del siglo XX– sería dramática con consecuencias geopolíticas de envergadura debido a la dependencia forzada de varias potencias regionales (v.gr. Europa).

Las Tendencias globales 2030: mundos alternativos, de NIC, sesgadamente americanocentrista, evocan el declive del poder hegemónico de EU y su preponderancia en materia de seguridad gracias a la vigencia de la globalización (Nota: controlada por la anglósfera) y su autosuficiencia energética mediante el polémico gas esquisto(shale gas).

En la sección de cambios tectónicos de ahora hasta 2030, NIC expone la independencia energética de EU: con el gas esquisto –señala–, EU “tendrá suficiente gas natural para cumplir sus necesidades domésticas y generar potenciales exportaciones globa- les en las décadas por venir, mientras, gracias a las nuevas tecnologías extractivas, se facilita el acceso a depósitos petroleros no convencionales, lo que redundaría tanto en un neto superávit comercial como en su aceleración económica.

Así las cosas, la “capacidad de reserva global excedería 8 millones de barriles (nota: me imagino que por día, para ser determinante, porque no lo especifican), punto en el que la OPEP perdería su control del precio cuando se colapsarían las cotizaciones, ocasionando mayor impacto negativo en las economías exportadoras de crudo”.

Tal americanocentrismo energético, viciosamente maniqueo/lineal, es muy discutible cuando faltan por asentarse las nuevas correlaciones de fuerzas y los requilibrios del poder en el incipiente orden multipolar en su quintaesencia multidimensional que definirá también su nuevo orden geoenergético. No es tan sencillo.

El embelesamiento, para no decir obsesión, de EU y NIC por el gas esquisto es abusivamente vicioso: “EU podrá convertirse independiente en energía al haber recuperado su posición como el mayor productor de gas natural (¡supersic!) y al haber expandido la vida de sus reservas de 30 a 100 años gracias a la tecnología de fractura hidráulica (Nota: el polémico fracking).

El periodista Robert Kaplan, quien operó en el ejército de Israel, aborda “la geopolítica del gas esquisto en el portal de corte propagandístico unilateral Stratfor (19/12/ 12) –célebremente hackeado por Anonymous.

Kaplan abulta la posesión del gas esquisto por EU con extensos depósitos en Texas, Louisiana,Dakota-Norte, Ohio, Pennsylvania, New York, que le convertirán en el gigante energético del siglo XXI, en particular, a lo largo de la costa del Golfo de México (nota: donde entran en juego posesivo los depósitos transfronterizos traslapados y entregados por Calderón y el Congreso mexicano) en torno de Texas y Louisiana.

El Caribe se convertiría así en el punto económico focal del Hemisferio Occidental, acompasado por la ampliación del Canal de Panamá en 2014, cuando se intensificará la cooperación entre Texas y el adyacente (¡sic!) México: el “creciente mercado de gas esquisto cerca de su frontera norte.

¿Tendrá algo que ver la despoblación deliberada del norte de México, zona gasera por antonomasia, por la vía de la guerra de los cárteles refaccionados por los expendios de armas de EU?

Vuelve a brotar la rusofobia de partida doble tanto de Stratfor como de Kaplan: el auge del gas esquisto del Caribe (léase: la cooperación de Texas y el norte de México) representa una perturbadora noticia para Rusia, el gigante energético de Europa cuyas exportaciones le confieren inmensa influencia política en Europa central y oriental. Se le pasó la influencia primordial de Rusia con Alemania mediante la inversión conjunta North Stream.

Hoy Rusia es la principal potencia de gas natural (sin fracking) del planeta –antes que Irán, Qatar y Turkmenistán– y lo único que le puede desbancar es el precio anómalamente bajo (¿subliminalmente subsidiado?) en EU: hoy a 3.30 dólares por BTU (British Thermal Unit) frente a 16 dólares en Europa y alrededor de 20 en Asia, lo cual obligaría a las potencias gaseras que no se encuentran bajo la férula de EU (léase: el México neoliberal itamita) a reajustar dramáticamente sus precios con las consecuentes rebeldías poblacionales.

La exportación de gas esquisto norteamericano (Texas más México) a Europa no es para mañana, pero está contemplada para pasado mañana, según Kaplan, cuando comience la construcción de plantas de licuefacción gasera en el Golfo de México, de por sí altamente contaminado después de las hazañas cataclísmicas de BP.

La reducción de la dependencia de los países europeos al gas ruso, más caro (casi 5 veces mayor), cambiaría la geopolítica de Europa. A mi juicio, falta ver los teledirigidos daños y perjuicios provocados por la crisis de la eurozona, al unísono del tamaño de los resentimientos.

EU (quinto lugar) ayudaría a Polonia que, a juicio de Kaplan, poseería las mayores reservas de gas esquisto de Europa, que le colocaría como país pivote o potencia de mediano nivel en el siglo XXI, en detrimento de Arabia Saudita, de la que cada día dependería menos Washington.

Kaplan matiza un poco: las inmensas reservas de Medio-Oriente sólo perderían su prominencia frente a la revolución del gas esquisto. Por lo menos no aniquila a la OPEP como vaticina el documento NIC, pero sepulta a Chad, Sudán y Sudán del Sur como productores de petroleo.

Asimismo, visualiza las inmensas reservas de gas esquisto de la anglósfera: Australia (6º lugar) y Canadá (7º lugar), aliados militares de EU y con capacidad de convertirse en los principales exportadores de energía para Asia del este. Llega hasta contemplar que EU y Australia se dividirían el mundo energético y no habría tal mundo postestadunidense. ¡Uf!

Al propagandista de Stratfor se le atraviesan las inmensas reservas de gas esquisto de China (1er sitio global; ver Bajo la Lupa, 29/04/12).

¿Tendrán Texas y el sometido, perdón, aliado México (3er lugar) las cantidades necesarias de gas esquisto para desplazar a Rusia de Europa, si es que este no queda balcanizado geopolíticamente?

Vienen los cuentos y cuentas alegres de Kaplan, diseñados para ingenuos: la menor dependencia a Rusia permitiría la visión (sic) de una verdaderamente independiente y culturalmente (sic) vibrante Europa central y oriental para prosperar plenamente.

Ya está listo el nuevo eslógan propagandístico de la ingeniería mercadotécnica de EU: el gas esquisto de Texas/México como nueva arma de superación cultural y prosperidad, algo así como un Aspan central/oriental europeo, el cual, por cierto, en el México neoliberal panista propagó la miseria medible y la inseguridad tangible: es decir, lo contrario a sus propósitos publicitados.

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