Expertos consultados por La Jornada opinan del supuesto apocalipsis atribuido a los mayas
las teorías del fin del mundo
Los límites de la inconsciencia y sinrazón fueron superados: Joel Santos
El término del ciclo de 5 mil 200 años muestra que esa cultura puede y debe ser de interés mundial, dice Adriana Velázquez
Jueves 20 de diciembre de 2012, p. 5
Aprender de la grandeza, de la sabiduría, de la filosofía y de la vida misma de los pueblos mesoamericanos es un deber de los mexicanos, pues las teorías del fin del mundo
crecen con la ignoracia, sostienen expertos consultados por La Jornada a propósito del fin del 13 B’aktun, era de 5 mil 200 años, previsto en el calendario maya.
La arqueóloga mexicana Marcela Zapata, responsable del proyecto Magdala, en Galilea, Israel, explica que la idea apocalíptica no corresponde a las civilizaciones antiguas, como la maya, sino que se introduce mediante la creencia judeo-cristiana de un tiempo lineal con un principio y un fin.
Sostiene que mucho tendríamos que aprender de las civilizaciones que nos precedieron, entre otros aspectos, acerca de su contacto con la naturaleza, su capacidad de observar cambios mediante los procesos naturales y el hecho de contemplar ciclos que implican un inicio con la enseñanza de lo vivido. Nos ayudaría a no repetir los errores que, como humanidad, hemos cometido y tristemente repetido
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Por tal motivo, considera una obligación y responsabilidad “aprender de la grandeza, de la sabiduría, de la filosofía y de la vida misma de los pueblos mesoamericanos. Para ello necesitamos imprimir más fuerza en nuestro sistema educativo, que nuestras autoridades pongan más atención en los planes de estudio.
La riqueza cultural y étnica que tenemos en México es única, pero nos falta mucho por conocer y comprender. Es de suma importancia apoyar más los proyectos de investigación que se generan en el país y aquellos que, aunque no se desarrollen aquí, como el caso del Proyecto Arqueológico Magdala, están a cargo de especialistas mexicanos.
Negocio y engaño
Para Joel Santos, director del proyecto arqueológico Las Labradas, en Sinaloa, la idea del tiempo en casi todas las culturas prehispánicas, no sólo es diferente, sino que difiere totalmente de nuestro mundo mecanizado donde el tiempo, en su sentido más ordinario, tiene sobre todo un valor cuantitativo
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La actual idea catastrofista del fin del mundo
, añade, “no permite entender el significado del tiempo en otras civilizaciones. Proviene de una forma distorsionada de entender a la tradición judeo-cristiana que anuncia en su exégesis el final inevitable de la humanidad. En la mentalidad moderna, la idea negativa y pesimista de destrucción, derivada de ideas religiosas mal entendidas, está justificada por acontecimientos nada alentadores, como crisis económicas, aumento de la violencia, pérdida de valores, surgimiento de antivalores, cambios en la naturaleza y el clima, la mayoría provocados por el hombre, destruyendo nuestros anhelos y nuestra idea de porvenir.
En este contexto es donde las teorías del fin del mundo triunfan, crecen con la ignorancia, se reproducen con la mercadotecnia, convirtiéndose en negocio y engaño, generando autosugestiones y posibles trastornos sicológicos, o sicosis colectiva a individuos que son influenciados por estas supersticiones.
Además, asevera el arqueólogo, no es la primera vez que se lucra con esta idea, pero en esta ocasión los límites de la inconsciencia y sinrazón fueron rebasados
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Santos lamentó que, en general, las personas saben poco acerca del pensamiento o la filosofía del México prehispánico: “son temas relevantes para comprender a las culturas antiguas, pero abandonados por la arqueología mexicana hace más de 20 años. La mayoría de los arqueólogos ya no buscan explicar la parte sensible e inmaterial de las culturas.
El esfuerzo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) para difundir resultados de las investigaciones en México es muy importante, pero no es suficiente, no sólo por falta de medios o recursos, sino por la ausencia de un público interesado, culto, que comprenda que el pasado no es algo trivial como hoy día nos lo han hecho pensar. Por eso es tan relevante atender la defensa legal del patrimonio, el cual es transgredido por intereses económicos y políticos.
La arqueóloga Adriana Velázquez Morlet, directora del Centro-INAH Quintana Roo, detalla que la cronología maya “parte de un tiempo mítico, el de la creación del mundo para esa cultura en el año 3114 aC. Su idea combina el concepto de un tiempo religioso y uno profano, en el que el paso de los días y los años es visto de manera cíclica y no lineal, como lo entendemos actualmente.
“Sus conceptos fueron el resultado de una profunda reflexión en torno a la naturaleza y los elementos del firmamento, porque iban de la mano con la enorme empresa colectiva que representó no sólo sobrevivir a un medio ambiente en ocasiones muy hostil, sino transformarlo con éxito para acumular el enorme poder político que tuvieron.
“Los antiguos mayas nunca concibieron el devenir del tiempo con fatalismo. Como ha señalado Alfredo López Austin, el tiempo y la historia no se entendían como la del pasado ni la del futuro, sino como una espiral que servía para explicar lo que ya había pasado y lo que estaría por suceder.
“En este sentido, aún nos falta entender que en el México antiguo y, en particular, en la región maya, el paso del tiempo nunca fue visto como simple acumulación de años, sino como un ciclo circular dominado por seres sobrenaturales, cuya voluntad podía ser modificada mediante rituales y plegarias que habían de realizarse cotidianamente.
“Por tanto, la filosofía maya no está atada a un destino fatal, en ella no cabe el concepto del fin del mundo que nos han querido vender los agoreros del siglo XX. Por el contrario, la filosofía maya está anclada al concepto de muerte como parte de un ciclo de renovación continuo que se manifiesta continuamente en su arte exquisito.
“La experiencia que nos ha dejado la gran expectación que ha causado el fin del B’aktún 13 nos demuestra que la cultura maya puede y deber ser de interés mundial. La tarea pendiente es no detener la exploración y fortalecer el trabajo de INAH.”