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El Estado no debe permitir que alguien le riña el poder

Fueron muy difíciles los años fuera de la Presidencia, acepta

No se necesita ser analista muy sesudo para saber qué se quiere con la próxima licitación de dos cadenas de televisión, señala. Sobre la próxima asamblea nacional del partido, dice que no hay temas vedados, como el petróleo y su apertura a la IP, pero se reserva cualquier postura sobre el aborto y su penalización

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El dirigente nacional del PRI, César Camacho Quiroz, en entrevista con La JornadaFoto Pablo Ramos García
 
Periódico La Jornada
Viernes 14 de diciembre de 2012, p. 11

Sin negar que los poderes fácticos tienen un peso muy importante en la sociedad, el Estado no debe permitir que alguien le riña o le compita su poder. Eso lo tienen claro el PRI y el nuevo gobierno, afirmó el dirigente nacional de ese partido, César Camacho Quiroz. Consideró que no hay que ser analista sesudo para saber qué se quiere con la próxima licitación de dos nuevas cadenas nacionales de televisión.

En entrevista con La Jornada, el nuevo dirigente priísta –ocupará el cargo hasta marzo de 2015– asegura que en un partido moderno no hay temas vedados, por lo que su 21 asamblea nacional, a realizarse en febrero próximo, estará abierta a temas como el petróleo y la participación privada en el sector. Sin embargo, se reserva cualquier postura sobre el aborto y su penalización, impulsada por el PRI en más de 17 estados.

Acepta que los años fuera de la Presidencia fueron terribles para el PRI, pero hoy –dice– está convertido en un partido más competitivo, que aprendió de sus errores y está en plena transformación.

Muy cercano a Peña Nieto

Camacho Quiroz, hombre muy cercano al presidente Enrique Peña Nieto, fue gobernador interino del estado de México, en sustitución de Emilio Chuayffet, con quien empezó su carrera política. Abogado de formación, fue alcalde de Metepec y ha sido senador y diputado federal en varias legislaturas, además de que ha ocupado infinidad de cargos partidistas, el más reciente en la dirigencia de la Fundación Colosio.

–¿Por qué creer en el nuevo PRI? ¿Cuáles serían las tres cosas que no hicieron en el pasado y que hoy pueden definir al partido?

–No he hablado del nuevo PRI porque me parece que clasificarlo así es una manera muy simple de caracterizar al partido. Creo que en sus más de 80 años de vida institucional, el PRI ha pasado por muchas etapas, no por dos, la de antes y la de ahora; esas de antes son muchas. Creo que el principal factor que ha condicionado la transformación del partido es la sociedad. Es decir, lo que ha cambiado radicalmente es la sociedad; ha cambiado México, el mundo. Entonces, si los partidos son de algún modo reflejo de la sociedad, si no cambian, los cambian. Y en el caso nuestro no es un dicho, ya nos pasó.

–¿En algún momento el PRI fue rebasado?

–Creo que algo no hizo bien, ya que perdió la Presidencia, además de que hubo factores exógenos que fueron aprovechados o que nosotros no intuimos y nos hicieron perder en 2000 y en 2006. De ser un instituto hegemónico, prácticamente único, hoy el PRI es un partido que vive en un clima de franca competencia electoral, pero es más competitivo. Hoy la contienda interna suele ser compleja y demandante, y la constitucional cuanto más, pero el PRI ha aprendido las lecciones.

–El presidente Peña ha advertido que el partido debe revisarse, pero ¿qué debe revisar? Usted ha mencionado que sanos principios del partido se han convertido en dogma, dique y lastre.

–El PRI debe transformarse, evolucionar, actualizar sus posiciones frente a los asuntos del país. En cualquier parte del mundo los partidos postulan una ideología, pero demasiada ideología, ideología convertida en dogma, se convierte en una especie de veneno.

–¿El tema del petróleo se ha convertido en un dogma para el partido?

–Creo que hay un principio muy sólido que debemos mantener vigente: el petróleo es de los mexicanos. México tuvo como uno de sus hitos en la historia del siglo XX la expropiación petrolera, y esa valiente y nacionalista decisión cambió el rumbo de la economía del país.

–¿Eso no va a cambiar a partir de la asamblea?

–Lo que creo es que esos principios no deben convertirse en dogmas, que son propios de las religiones, porque son como expresiones labradas en piedra. Una ideología llevada al extremo –insisto– puede convertirse en dique, no en cauce.

–¿Esta concepción moderna implica permitir la participación privada en rubros donde hasta ahora se le ha impedido?

–Puede ser; no me toca a mí definir los contornos de esas nuevas posiciones. Lo que creo es que tenemos que analizarlo. Pero además, en un partido moderno no hay tema vedado; no sé en qué pueda acabar la discusión, pero me parece elemental que no haya tema al que le tengamos temor reverencial y no lo discutamos, o creamos que es un dogma cuasi religioso y, por tanto, no se discute, se acata.

–¿Cómo ve al PRI después de esta asamblea?

–Lo veo más fuerte, en actitud victoriosa, mejor organizado y muy cerca de su presidente. Sí, cerca, pero sin fundirse con el Ejecutivo ni con el gobierno, porque en el juego de palabras fundirse implica el riesgo de confundirse.

–La línea es muy delgada.

–Por eso debemos ser extremadamente precavidos, para que no la traspongamos y se nos pierda de vista; ese es el reto de la sensibilidad.

–Usted dice que se debe huir de las indefiniciones. El presidente Peña propuso unificar el Código Penal, pero cómo hacerle en el tema del aborto, por ejemplo, donde 17 estados lo penalizan, con el voto del PRI junto con el PAN.

–Eso es algo que debemos discutir. Personalmente, como abogado, creo que tenemos que empezar por el Código de Procedimientos Penales, el cual no genera las naturales diferencias que usted bien señala.

–¿Pero qué postura tendría el PRI en ese tema?

–Esos son los asuntos que hay que discutir: tanto la parte de cómo procesarlos, jurídicamente y legislativamente hablando, como esa posición de la que usted habla.

–El discurso de su rendición de protesta, donde critica severamente al PAN y sus 12 años de gobierno, ¿no pone algunas piedras en el Pacto por México?

–Creo que no. Primero, porque todos los que andamos en estas cosas somos profesionales. Enseguida, no podemos perder de vista el entorno en que se dio; estaba frente a mis compañeros de partido, para quienes 12 años de vida política difícil no acabaron ayer; era el día 11 de diciembre, 11 días después de la terminación de 12 años de un par de gobiernos con los que nos costó trabajo transitar.

–¿Qué tan difíciles fueron esos 12 años fuera del poder?

–Muy difíciles, pero esto nos obligó a acreditar madurez, a saber que en la democracia se gana o se pierde. Y nosotros, como experiencia de vida colectiva, no teníamos la de perder, no obstante que habíamos perdido algunas gubernaturas, como Baja California, hace 23 años.

–No sabían qué significaba la palabra perder.

–Efectivamente. Fueron años políticamente muy difíciles. Hubo quienes apostaron a la desaparición del PRI. Eran tiempos aciagos; yo era parte de la dirigencia en 2000. Fue muy difícil hablar y traer prosélitos a un partido que acababa de perder la Presidencia, cuando incluso hubo priístas que se fueron. Nadie lo decía así, pero también fue una prueba de lealtades, de congruencia, de vocación de vida.

–En la firma del pacto se planteó combatir los poderes fácticos, pero nadie aludió a ellos.

–Creo que no hay que ser analista muy sesudo para saber de lo que estamos hablando al anunciar, por ejemplo, que habrá dos nuevas cadenas nacionales de televisión. Esto se irá desarrollando con el paso del tiempo para ir poniéndole nombre y apellido a esas decisiones.

–¿Desde su visión, estos poderes fácticos han sido útiles para el desarrollo del país, o lo han obstaculizado?

–Creo que no hay poder legítimo posible más que el del Estado, hasta la teoría política así lo expresa: el único poder legítimo es el poder del Estado. Todos los demás son factores que están ahí, que juegan, en el sentido lato, que operan e influyen, por supuesto.

–¿No cree que en los últimos años el país ha jugado con las reglas que han puesto estos poderes?

–No lo suscribiría tal cual, pero diría que, por supuesto, tienen un peso específico muy importante, y lo que no puede permitir el Estado es que alguien le riña, le compita. Justamente, por el origen popular de un gobierno, cada tres o seis años hay cambios, o la posibilidad de un cambio, por lo menos el relevo de personas. Y quien tiene la decisión de quitar o poner es el ciudadano.

–Al principio del proceso electoral, el PRI iba en alianza con el Verde y el Panal. Hubo una fractura, pero ahora ¿cómo es la relación con Nueva Alianza y con la maestra?

–Formalmente, el PRI sólo tiene una relación de respeto por un partido distinto. Yo, como el PRI, no puedo decir nada más porque nada me consta. Lo que creo es que es un partido (el Panal) que ganó o que tuvo la posibilidad de contar con un registro y lo ha mantenido.

–¿Y con la maestra, que fue priísta?

–Si encontramos elementos de coincidencia y podemos ayudar a que las cosas se destraben y caminen, con la maestra y con quien sea hay que hablar.