ntes de las elecciones del 7 de octubre (7-O) Hugo Chávez decía: “sólo he echado las bases del socialismo y quiero construir el edificio.
Su victoria fue un mandato para seguir con la obra, pero, usando las mismas comparaciones, el balance de los 14 años de su gestión y las perspectivas de los seis por venir (si su salud se lo permite) se parecen al balance de la Gran Misión Vivienda (GMVV), uno de sus programas sociales más exitosos.
Desde abril de 2011, la GMVV construyó más de 300 mil viviendas, que fueron entregadas a los más necesitados, pero algunas inacabadas o con paredes chuecas.
O sea: los logros son enormes, pero a veces plagados de ineficiencia, burocracia o corrupción, problemas que enfrentó también el socialismo real y que fue incapaz de superar.
La economía mixta en Venezuela resuelve muchas cosas, como el acceso a los bienes y servicios, pero algunas compañías estatales enfrentan problemas con escasez de alimentos básicos, materias primas o apagones en el sistema eléctrico. Aunque algunas de estas faltas están ocasionadas simplemente porque los pobres consumen más, otras son por mala gestión.
Chávez dice que una de las fallas de su gobierno es la falta de supervisión de obras públicas. Después del 7-O, anunció que para incrementar la eficacia revolucionaria
se realizarán inspecciones sorpresa. Reorganizó varios ministerios y habló de uno nuevo: de seguimiento y control.
Se entienden los motivos de su creación, pero este ministerio de la eficiencia
parece ya un exceso de la burocracia (que también es responsable por las ineficiencias) y suena un poco como el ministerio de andares tontos
de un sketch del grupo Monty Python (1970), una sátira al gobierno laborista de Harold Wilson (1964-1970), que creó varios ministerios insólitos tratando de incentivar la economía y vigilar la implementación de las directivas gubernamentales.
Todo esto refleja, sin embargo, una pugna interna por la dirección en la construcción del socialismo venezolano.
Como subraya Michael A. Lebowitz, un economista marxista canadiense, en el chavismo hay básicamente tres grupos: el primero, son los movimientos sociales y parte de la clase trabajadora que empujan hacia el socialismo desde abajo, democrático y horizontal; el segundo es la boliburguesía
, que se benefició con los cambios y está satisfecha con lo que hay; y el tercero es una parte de la dirigencia que piensa en la revolución como un proceso arriba-abajo
, altamente institucionalizado.
Así, la forma del socialismo en Venezuela dependerá de la lucha de clases, no sólo con la burguesía, sino también dentro del mismo chavismo
, me dice Lebowitz.
Articular esta lucha será crucial. Una de las fallas del socialismo en Polonia (y en otros países del bloque) fue que, para garantizar su hegemonía, el partido silenció la lucha de clases desviándola a los enemigos externos
. En vez de las relaciones de producción se hablaba también de la propiedad de medios de producción, lo que mantenía a los trabajadores alienados del proceso productivo y ocasionó los absurdos e ineficiencias en la economía.
Este es otro punto de Lebowitz: Para no repetir la experiencia del socialismo real, los trabajadores tienen que integrarse en la producción. desarrollando plenamente sus capacidades humanas
.
Pero añade que, a pesar de los esfuerzos, no bajan suficientes recursos para la industria y el control obrero en Venezuela no avanza de manera esperada. Aquí también hay ineficiencias.
Un buen ejemplo de la realidad política, donde el centralismo choca con la auto-organización, son las comunas, nuevas entidades con poderes territoriales y legislativos impulsadas como parte del Plan Socialista 2013-19. Por un lado está el ministerio de comunas (que por suerte se piensa eliminar), con su propio modelo de la comuna; por otro, las comunas surgidas desde abajo.
Ya desde hace tiempo Chávez quiere pulverizar el Estado burgués
y la descentralización mediante las comunas apunta a la construcción de un nuevo Estado comunal
, medida profundamente estratégica inspirada en las reflexiones de Marx (La guerra civil en Francia) y Lenin (El estado y la revolución).
Y que demuestra que para construir lo nuevo, hay que demoler lo viejo (las comunas se interpondrán a las alcaldías y los gobiernos estatales).
La suerte de la revolución bolivariana dependerá así de la capacidad para transformar el aparato estatal, que puede ser exitoso en usar la renta petrolera para saldar la deuda social, pero que sigue con la misma dependencia, cultura política y clientelismo.
Lo bueno es que hay otras referencias teóricas que en el Este de Europa, como p.ej. Alfredo Maneiro
, añade Lebowitz. Maneiro (1937-1982), guerrillero y comunista, teorizaba entre otros sobre el Estado y la eficacia política y revolucionaria, temas de mayor interés ahora.
Los nuevos ministerios no salvaron a Wilson (los laboristas perdieron las elecciones para volver al poder seis años después) y por sí solos no salvarán a Chávez ni al chavismo. Los chavistas ya dicen que si no se hace algo más para corregir los errores, no volverán a ganar en 2018.
Los fundamentos del socialismo los echó Chávez, pero de la gente que lo creó a él y de sus luchas de abajo dependerá la forma de un nuevo edificio socialista.
* Periodista polaco