Jueves 13 de diciembre de 2012, p. 8
El corazón de Pandit Ravi Shankar dejó de latir. Su cuerpo fue rodeado por su familia, la que pidió que en lugar de flores envíen donaciones a la fundación que organizó en vida el maestro.
Shankar deja The Living Room Sessions Part 1, que salió en enero de 2012. De manera paradójica, en la era de la información
cibernética, los medios se ceban en las desinformaciones, la principal, confundir la cítara con el sitar. La cítara es un instrumento en desuso y poco o nada tiene que ver con el sitar.
Shankar expandió el dominio de la música de la India hacia todo el mundo. Pero no sólo con los Beatles y los Stones; también con Frank Zappa, con quien realizó grabaciones y experimentaciones.
Imprescindibles
Hay discos clásicos e imprescindibles de Shankar a dúo con personajes claves de la música de concierto: el que grabó con Yehudi Menuhin, titulado West Meets East: The Historic Shankar/ Menuhin Sessions; otro de esa misma serie, el volumen tres, lo hizo con el flautista Jean Pierre Rampal, e igualmente trascendente el que hizo con Philip Glass: Passages. Hay otras grabaciones sinfónicas también determinantes, asequibles todas ellas.
La disquera Deutsche Grammophon celebró los 90 años de Shankar con una edición de superlujo: tres discos con sus obras completas.
Shankar abrió parteaguas: los ragas, que datan de milenios y atan y desatan el cosmos, son ahora referentes vastos. Parejas musicales tuvo muchas y buenas Pandit Ravi; la más longeva y productiva fue con el tablista Alla Rakha. Son históricas también las participaciones de Susumu Miyashita en el koto (obviamente japonés) y Hozan Yamamoto en el misterioso y alado shakuhachi.
El legado de Shankar está encarnado: su hija Anoushka Shankar es la mejor sitarista y, al igual que su padre, cultiva la música clásica de la India guardando su evolución.
El último concierto de Ravi Shankar fue con ella, el 4 de noviembre en Los Ángeles, donde residía.