No quiero ser el más grande artista, sino uno de los mejores, dijo ayer en la ciudad de México quien es considerado uno de los intérpretes más relevantes de todos los tiempos: Tony Bennett.

En los años 30 en Estados Unidos, en una época de crisis económica, un niño de nombre Anthony Domenick Bennedetto, hijo de migrantes italianos jugaba a ser cantante. Lo hacía en la sala de su humilde casa en el barrio Astoria, en Queens, Nueva York. Su público estaba integrado sólo por sus dos hermanos mayores, John y Mary, y su madre, Anna, una viuda joven que tuvo que ganarse la vida de costurera para mantener a su familia.

Ante la dura situación, el muchacho decidió trabajar para ayudar a su mamá. Éramos muy pobres y no había suficiente comida en la mesa. Me propuse ser cantante o pintor, y desde ese momento (antes de los 10 años), trabajé mucho (de mesero, entre otros oficios) para sacar de trabajar a mi madre y poder comprarle una casa hermosa, lo que logré. Me lo propuse y aquí estoy, comentó ayer ante la prensa mexicana en un hotel de esta capital.

Esos domingos en los que ofrecía shows a su familia eran tiempos difíciles económicamente, pero nuestra conexión familiar era tan fuerte y positiva, que me sentía muy afortunado. Cuando mis hermanos y mi madre vieron una pintura (de unas flores) que hice y cuando me escuchaban cantar, me di cuenta de lo que quería hacer en mi vida.

Vigente

La reunión de Tony Bennett –bautizado así por Bob Hope– con los medios de comunicación tuvo el fin de promover el concierto que la noche del lunes ofreció en el teatro Metropólitan. El intérprete continúa vigente a sus 86 años, gracias a sus discos más recientes, en los que ha realizado duetos con algunos de los cantantes más populares en el ámbito internacional, como Amy Winehouse y Lady Gaga. Ha ganado 17 premios Grammy y ha vendido millones de discos.

Frank Sinatra (mi maestro junto con Nat King Cole, revela) lo consideró el mejor cantante.

La historia de su nacimiento como estrella es la siguiente: siendo alumno de la escuela Preparatoria de Artes Industriales en Manhattan, donde alimentó sus pasiones –cantar y pintar–, tuvo que desertar para ayudar a la economía de la casa. Me arrepiento de no haber terminado mi educación formal, aunque desde entonces sigo estudiando y aprendiendo. Siempre leo libros, me considero un estudiante perpetuo, porque mi preparación fue la escuela de la vida, y creo que nunca me jubilaré.

Bennett ingresó al ejército; cantaba con la banda marcial. En 1949, durante una presentación al lado del trombonista Tyree Glenn, en el salón Shangri, un tal Bob Hope lo escuchó y de inmediato le propuso irse con él a los estudios Paramount. Hope le dijo que su nombre artístico de Joe Bari no le gustaba, por lo que lo rebautizó como Tony Bennett, uno de los crooners (baladista) vivos más sobresalientes en la historia de la música.

Sinatra cambió mi vida y ahora, en todos mis conciertos, se agotan las entradas. Pero también es maravilloso que existan cantantes como Lady Gaga o Amy Winehouse, quien desafortunadamente ya no está y a quien coloco a la altura de Billie Holiday o Ella Fitzgerald. Ellas interpretan esas piezas de calidad que nunca se olvidarán, afirmó.

Bennett promueve en México y en el orbe su reciente disco: Viva Duets, en el que canta a dueto con intérpretes como Vicente Fernández, Miguel Bosé, Christina Aguilera, Juan Luis Guerra y Vicentico. La idea de grabar con artistas latinos fue de su hijo, su mánager, debido a que los que organizan los premios Grammy (estadunidenses) desdeñaron las categorías latinas, lo que enojó mucho al crooner, relató. Cuando se enteraron de que los latinos celebraban sus premios (Grammy) decidieron cancelarles esos rubros; entonces mi hijo me propuso hacer esta placa.

Todas las canciones del álbum son parte del reportorio tradicional de Bennett, como Return to Me (Regresa a mí), que canta con Vicente Fernández y la cual había grabado antes con Dean Martin.

Cada uno de los artistas fue tan cálido, que hubo química instantánea. La música gira alrededor de la armonía, de la melodía, mucha alma..., comentó respecto del disco.

Los latinos tienen un don

Por ejemplo, Vicente Fernández es fantástico; lo buscamos para que grabara y me recibió en su casa, me dio un trato maravilloso. México me encanta, amo a este país, cuyo arte podría tener éxito en todo el mundo, y lo digo como pintor. Creo que los latinos cantan con el corazón y, como son piezas románticas, sus discos los conserva la gente. Aunque he viajado por todo el mundo, no he aprendido español, pero he visto que los latinos tienen un don especial de calidad y amistad que deberían mostrar al mundo, el cual debería entender el amor que los latinos han transmitido a través de cultura y tradiciones. El mundo tendría que aprender de los mexicanos lo de ser buenos seres humanos.

Ante el tema del día en el ámbito de los espectáculos, Bennett dedicó su concierto a Jenni Rivera, esa gran cantante, y a su familia, dijo.

A Tony Bennett, de lucidez envidiable, no le gusta actuar en grandes foros como los estadios, porque no son intimistas. Me gustan los lugares pequeños, en los que se puedan escuchar bien el piano, la guitarra y la batería. Amo el jazz porque cada concierto es diferente y honesto. Me siento mejor como artista en sitios pequeños, aunque cantar con orquesta es lo más grande que puede haber.

Insistió en rendir pleitesía a lo mexicano: (El director orquestal Arturo) Toscanini dijo que hay buena o mala música. La que he escuchado de México es auténtica; en este país hay músicos excelentes y todos cantan con el corazón, además de que son adelantados a su época.