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Recopilan testimonios de desplazados a Puerto de las Ollas, Guerrero

Juventina y su hijo fueron al cerro a hablar por celular; ahí los mataron
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Talamontes que operan en Guerrero recorren a diario los caminos de la sierra de Coyuca de Catalán y Petatlán para vender las maderas en los aserraderosFoto Javier Verdín
Corresponsal
Periódico La Jornada
Sábado 8 de diciembre de 2012, p. 32

Puerto de las Ollas, Gro., 7 de diciembre. La mañana del 28 de noviembre en la comunidad de La Laguna tres hombres armados salieron al paso de la dirigente de los campesinos ecologistas, Juventina Villa Mojica, y su hijo, Rey Santana Villa, cuando se dirigían al cerro para hablar por telefóno celular y pedir apoyo para el traslado de las familias que ese día saldrían de la zona acosadas por la violencia.

Luego se escucharon balazos, relata uno de los desplazados de La Laguna. Enseguida supimos que los habían matado. Juventina y su hijo pretendían hablar por teléfono para ver si iban a llegar las camionetas de redilas para llevarlos a Puerto de las Ollas, municipio de Coyuca de Catalán.

Ese día, luego de varias amenazas, más de 30 hombres armados, presuntos talamontes y paramilitares la ejecutaron, junto con uno de sus hijos de 14 años.

Puerto de las Ollas, comunidad ubicada a más de 500 kilómetros de Chilpancingo, en un extremo de la Sierra Madre del Sur, a donde llegaron los desplazados, ahora es vigilada por decenas de soldados del 49 batallón de Infantería y policías estatales.

Un campesino, que pide el anonimato, relata: “El asesinato de doña Juventina fue a las 10 de la mañana, cuando iba a llamar por teléfono al cerro. Ella iba en la cuatrimoto y al llegar a donde hay señal fue donde le dieron cinco tiros y al niño tres por la espalda, con arma AK-47.

Fueron como 33 los que los emboscaron, pero había casi 50 personas armadas, que iban vestidos como policías y soldados, con ropa negra y sus mochilas, y de verde. Ellos son criollos (originarios) vienen del poblado de Los Ciruelos”, acusa.

Ya tenía días que la esperaban, porque subía al camposanto, que está en el monte para llamar por teléfono, solo allá hay señal. Ese día se fue a despedir de sus muertos y a llamar para saber de las nueve camionetas que debieron llegar a las cinco de la madrugada, y estuvieron al mediodía. Cuando subió al monte se escucharon los disparos, y los policías que escoltaban a las familias, subieron.

Pero también a ellos les dispararon. No es cierto que los policías la acompañaron. Dicen que cuando llegaron la señora sacaba sangre por la boca, y Reycito (su hijo), quedó tendido como a 10 metros de su mamá. El niño era el chofer de la cuatrimoto. Casi todos los hombres ya se habían ido a Puerto de las Ollas donde esperaban el arribo de las mujeres y niños escoltados por unos 30 policías estatales.

Leonor Ochoa , sobrina de Juventina, dice que la violencia en la zona de La Laguna, Hacienda Dolores, Los Ciruelos y otras comunidades, se debe a la defensa de los bosques que hacen los labriegos .

El coordinador de la Comisión de Derechos Humanos en la Costa Grande, Adelaido Memije, registró los testimonios de los pobladores de la Laguna desplazados a la comunidad de Puerto de la Ollas.