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Discurso del Nobel Mo Yan en Estocolmo

Piedras y lodo, las críticas a mi persona

Me he dado cuenta que la polémica por el premio se dirige a alguien que no soy yo, asevera

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El escritor Mo Yan, premio Nobel de Literatura 2012, ayer, durante la firma de sus libros en la embajada de China en EstocolmoFoto Xinhua
 
Periódico La Jornada
Sábado 8 de diciembre de 2012, p. 6

Estocolmo, 7 de diciembre. Mo Yan, premio Nobel de Literatura, calificó las críticas recibidas por su posición respecto de la política china de piedras y lodo, durante el tradicional discurso en Estocolmo, tres días antes de recibir el galardón. El escritor chino consideró que el tema del debate no tiene nada que ver con él como persona.

El anuncio de mi premio Nobel causó controversia. Al principio, pensé que era el objetivo de las polémicas, pero con el tiempo he llegado a darme cuenta de que el verdadero objetivo era una persona que no tenía nada que ver conmigo, dijo el autor de 57 años, quien leyó su discurso vestido con un traje oscuro del tipo que usaba Mao.

Para un escritor, la mejor manera de hablar es la escritura. Todo lo que tengo que decir lo escribo en mis obras. Las palabras que salen de la boca se dispersan con el viento. Las que nacen de la pluma nunca se borran, afirmó.

Espero que tendrán la paciencia de leer un poco mis libros, añadió. El novelista, obligado a hacer contorsiones políticas al recibir su premio Nobel en Estocolmo, fustigó a sus críticos reprochándoles atacar a un personaje que nada tiene que ver con él.

Según contó, se sentía como si estuviera viendo una obra de teatro en la que el ganador del premio era halagado con flores y, al mismo tiempo, asediado con piedras y lodo. El autor de Sorgo rojo sostuvo que para un escritor la mejor manera de hablar es escribiendo. Encontrarán todo lo que necesito decir en mis trabajos, aseguró.

Intelectuales chinos críticos con el régimen y autores internacionales, como la Nobel de Literatura rumano-alemana Herta Müller, acusan a Mo Yan de plegarse a los poderosos. En sus declaraciones del jueves comparó la censura con los molestos pero necesarios controles de seguridad en los aeropuertos, causaron indignación. Además, rechazó apoyar la iniciativa de 134 premios Nobel para la liberación de Liu Xiaobo, Nobel de la Paz, quien se encuentra bajo arresto domiciliario.

Un día después de un encuentro con periodistas donde se le hicieron muchas preguntas sobre derechos humanos y la censura, Mo Yan quiso volver a llamar la atención sobre su obra. El escritor dedicó la mayor parte de su discurso a su madre y a describir pasajes de su humilde infancia en la localidad de Gaomi.

Mencionó de nuevo el viernes a través de su recorrido personal, su infancia junto a una madre campesina analfabeta, su paso por el ejército, su vocación de narrador, y al final, la gloria literaria, hasta el Panteón de los Nobel. Después de que el premio le fue otorgado, ocurrieron historias maravillosas que me convencieron de que la verdad y la justicia existen, se congratuló Mo Yan.

“Mis mayores retos son escribir novelas que traten realidades sociales, como Las baladas del ajo, no porque tenga miedo de ser abiertamente crítico respecto de los aspectos oscuros de la sociedad, sino porque las emociones intensas y la ira permiten a la política suprimir la literatura y transformar una novela en un reportaje sobre un acontecimiento social”, expresó.

En cuanto a su formación literaria de narrador de historias, habló de sus primeros intentos durante su etapa en el ejército, la época en la que intentó emular a escritores como William Faulkner o Gabriel García Márquez y su posterior dedicación a las tradiciones narrativas chinas.

No había leído ampliamente a ninguno de ellos, dijo en referencia a Faulkner y García Márquez. Pero me estimulaba la forma atrevida y libre de ataduras en la que creaban nuevos territorios en la literatura, y aprendí de ellos que un escritor debe tener un lugar que le pertenezca sólo a él.

El escritor chino se definió como un contador de historias, que comenzó a interesarse en la palabra a través de los narradores que pasaban por su localidad natal, cuyos cuentos volvía a contar para los integrantes de su familia.

No pasó mucho tiempo hasta que me resultó insatisfactorio volver a contar las historias de otros, así que comencé a embellecer mis narraciones. Contaba cosas que sabía que le gustarían a mi madre; incluso alguna vez cambié el final.

El Nobel de Literatura 2012 recibirá el galardón –dotado con ocho millones de coronas– el lunes, de manos del rey Carlos XVI Gustavo de Suecia.