Amberes acogió la primera gran retrospectiva a escala mundial del estadunidense
la visión de los vencidos
El Museo van Hedendaagse mostró la complejidad de la multifacética obra del autor de ascendencia cherokee
Quiero ser parte del proceso pensante de la humanidad y no de aquello sensible
Sábado 1º de diciembre de 2012, p. 3
Amberes. El Museum van Heden-daagse Kunst Antwerpen (M HKA) mostró a lo largo de seis meses –del 24 de mayo al 18 de noviembre– la primera retrospectiva integral en el mundo dedicada a Jimmie Durham (Arkansas, 1940), considerado uno de los artistas vivos más importantes e influyentes de los recietes 20 años
, según manifiestan los organizadores.
La exposición A matter of Life and Death and Singing –como ocurrió con su primera muestra individual de 1985 en el Museo Alternativo de Nueva York– fue curada por Bart De Baere y el sueco Anders Kreuge, director y curador, respectivamente, del M HKA.
Con más de 120 obras, abarcó la producción del artista desde sus primeras y raras esculturas que realizó cuando estudiaba en la École des Beaux-Arts, de Ginebra, a principios de los años 70, hasta las instalaciones más recientes, al reflejar la complejidad de su multifacético quehacer empezando por la diversidad de materiales y la interdisciplinariedad de su actividad. Durham inició su carrera en los años 60 al explorar teatro, literatura y performance.
La muestra belga integró, por tanto, aquella francesa de 2009 titulada Pierre Rejetées, presentada en el Musée d’Art Modern de la Ville, de París, que sólo incluyó el periodo europeo desde 1994.
Obra con materiales reciclados
Al recorrer las cándidas y anónimas salas del museo que adoptó un criterio cronológico-temático, la sensación inmediata es de una obra desguarecida y escueta, del todo antiespectacular aunque clara e inmediata, puesto que para el artista –como sucede con sus ensayos– es fundamental la comunicación con el espectador, pues considera que el arte no es individual, sino colectivo.
El arte de Durham es contrario a la arquitectura, a la narración y a la estructura
como él mismo afirma.
Sin embargo, el artista no pretende del espectador el goce estético ni la pasividad contemplativa, sino que lo pone en condición de cuestionarse y romper con los paradigmas estéticos e ideológicos establecidos por la cultura hegemónica en términos de colonialismo y racismo, a menudo interpretado irónicamente.
La vena intelectual del artista emerge en toda su producción: “Quiero pensar sobre arte, ser parte del proceso pensante de la humanidad y no de aquello ‘sensible’. Tenemos suficientes emociones y sentimientos, pero carecemos de pensamientos”.
La palabra escrita es un reflejo de ello, no sólo en su actividad de poeta, teórico y ensayista, sino al integrarla en su arte, como es plausible en los títulos que nunca son banales o casuales.
La obra de Durham está realizada con objetos reciclados, ensambles con materiales pobres y poco atractivos, como pedazos de madera, plumas, hueso, tubería de PVC, troncos u objetos de desecho. Sin embargo, el material símbolo de su arte son las piedras que comenzó a utilizar cuando arribó a Europa, usadas como objeto artístico y como símbolo de la destrucción del sistema, pero también como herramienta para arruinar objetos o agredirlos durante sus performances.
Crítica al poder y el Estado
Jimmie Durham es un artista de ascendencia cherokee, lo cual se cita no como dato exótico, sino como elemento determinante para comprender su arte. Su condición periférica, sumada a una sensibilidad y estatura intelectual singular, lo han puesto en condiciones de experimentar en primera persona y desde adentro la visión de los vencidos
, donde su arte asume una actitud fuertemente crítica respecto de las estructuras del poder y del Estado sin ser un arte visiblemente político o de protesta.
Durham comenzó su actividad artística mediante el teatro experimental, pues tuvo como referencia el teatro del oprimido, teorizado por el brasileño Augusto Boal. En una entrevista Durham manifestó: “Las personas de mi grupo eran en su mayoría negros, y trabajábamos también muy cerca del teatro campesino, compuesto por chicanos. Nuestra idea primordial era organizar políticamente a la comunidad, educando a la gente a entender sus derechos con la idea de liberarnos de la opresión cotidiana. Para mí, el teatro era un acto político.”
El empeño político de Durham fue completo de 1973 a 1979, como activista del American Indian Movement (AIM), además de haber fundado y dirigido el International Indian Treaty Council, reconocido por la ONU.
Tal experiencia debió de ser fundamental para afianzar sus ideas y transmitirlas a través del arte cuando la retomó en 1980. En estos años hizo performance con la colaboración de su esposa, compañera de vida y colaboradora, Maria Thereza Alvez (de origen brasileño), como ocurre hoy. Pero lo más reconocible de en-tonces es la escultura con esqueletos de animales y plumas que le permitieron adquirir fama en Nueva York. Su trabajo, al ser interpretado como arte indio
, lo lleva a mudarse a México y es cuando comienza a exponer en galerías y museos del mundo, así como más recientemente en las prinicpales citas del arte desde las bienales de Venecia y São Paulo hasta Manifesta 7, Documenta IX, y la XIII de este año, entre muchos otros.
Jimmie Durham ha tenido un contacto importante con México, donde vive desde 1987 y por siete años en Cuernavaca en condiciones de gran pobreza.
De este periodo son algunas de sus obras más famosas y reconocibles, como las esculturas La Malinche (1988-1991) y Cortés (1991), pertenecientes al Museo SMAK, de Gante, en Bélgica.
En la poesía Columbus day (en Día de la raza, 1975), Durham recuerda que fue en la escuela donde supo de Colón, Cortés, Pizarro y una docena de inmundos asesinos
.
El artista se indigna porque la historia ha olvidado a sus víctimas, preguntándose: ¿Cómo se llamaba la joven que agraciadamente bailaba y que todos en el pueblo cantaban con ella antes que la espada de Cortés le tajara sus manos, mientras protestaba porque habían quemado a su amado?
Representado por Kurimanzutto
El Cortés de Durham aparece frente a nosotros como Deus ex machina: una enorme escultura-collage compuesta en su mayoría por objetos metálicos disímiles y con ruedas en lugar de piernas. Su aspecto amenazante y gélido es mitigado apenas por un pedazo de tubería naranja que completa el cuerpo del personaje. El único aspecto humano
de su figura es el semblante-máscara de rasgos caucásicos que contrasta con la piel morena y cálida de La Malinche, resaltado por la madera y la tela que componen la figura melancólica de ella que cubre su desnudez con un anacrónico corpiño.
Kurimanzutto es la galería mexicana que representa a Durham; además, críticos como Cuauthémoc Medina se han ocupado de su obra al realizar la curaduría, por ejemplo, de la exposición Dominó caníbal en Murcia, que duró todo 2010.
Asimismo, por estas fechas saldrá una recopilación de ensayos de Durham, 1993-2011, publicada por Jean Fisher.
La muestra forma parte de un proyecto de investigación que incluye la creación de una base de datos desarrollada por el M HKA, museo que ha recopilado todos sus textos y más de 800 obras, lo cual marca el inicio del catalogue raisonné, que el recinto realiza.