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Conviven en 150 laboratorios máquinas que datan de los años 30 con las de vanguardia

En la Esime hay historia y todo sigue funcionando: decanos

Con una matrícula de 9 mil 500 estudiantes, la escuela, inaugurada en Allende 36 por Lázaro Cárdenas, alberga una de las comunidades más numerosas del área de físico-matemáticas del IPN

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Laboratorio de la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica del Instituto Politécnico Nacional, en ZacatencoFoto Guillermo Sologuren
 
Periódico La Jornada
Martes 20 de noviembre de 2012, p. 36

En la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica (Esime) del Instituto Politécnico Nacional (IPN) se conserva, con palancas e interruptores originales, el primer panel de control eléctrico instalado en Allende 38, sede original del plantel en 1936. Su tamaño, que en comparación con los instrumentos más avanzados de su campo da cuenta de su obsolescencia, alcanza dos metros de largo.

En los laboratorios de la Esime conviven dos épocas. Junto a instrumentos adquiridos para sus primeras instalaciones, inauguradas por el presidente Lázaro Cárdenas del Río a finales de los años 30 del siglo pasado, y que aún se resguardan, operan máquinas de vanguardia en sistemas eléctricos y comunicación electrónica.

Sin embargo, la presencia del pasado es constante. En las mesas de trabajo donde realizan sus prácticas estudiantes del cuarto semestre de ingeniería eléctrica, aún se emplean transformadores y motores que fueron novedosos en 1965, mientras el estudio de las conversiones de energía se realiza con alternadores, transformadores y motores de inducción de esa misma época, muchos de los cuales operan gracias al esfuerzo de profesores y técnicos que con más de 38 años de experiencia se las ingenian para que todo, aunque sea viejito, funcione, porque en la Esime hay historia, aseguran.

Jorge Ramírez, jefe del laboratorio de conversiones de energía, recuerda: me tocó hacer los tableros de control eléctrico con dos profesores más, porque aquí uno aprende a ir resolviendo problemas. En 1984 nos llegó un equipo, que costaba un millón de pesos de aquel entonces, y con otros compañeros se hicieron modificaciones para seguir usándolos. Se asesoraba uno con los viejos maestros, esa era la experiencia.

Ángel Lucio Rojas, maestro decano de la Esime, con 52 años en la docencia, reconoce que pese al uso de instrumentos obsoletos, las máquinas son muy nobles, no cambian. El principio de funcionamiento es el mismo.

Rafael Navarrete Escalera, director del plantel, sostiene que en los 150 laboratorios con que cuentan, a los futuros ingenieros se les enseña el principio básico de su formación.

Estudié aquí e hice prácticas de conversión de energía y la máquina rotatoria es la misma. Es un estator y un motor. A lo mejor ahora tienen un control que es por computadora, pero la base de la conversión no se modifica.

Con 9 mil 500 alumnos, la escuela forma una de las comunidades estudiantiles más numerosas del área de físico-matemáticas del IPN, pero la creciente demanda y la saturación en sus instalaciones ha llevado a aceptar sólo a 2 mil 500 alumnos adicionales cada año, frente a una demanda de 10 mil.

Estas condiciones, asegura, imponen retos, que siempre existirán; sin embargo, no hemos descuidado el principio básico en la formación de nuestros ingenieros. La tecnología avanza y hemos actualizado nuestro equipo sin perder el principio rector de la máquina eléctrica.

De 2010 a 2012 el IPN invirtió en equipamiento e insumos 55 millones de pesos; cerca de 27 millones se aplicaron en este año.

La meta es que no nos disminuyan este monto para seguir actualizando el equipo, afirma.

Lucio Rojas, maestro decano, recuerda que hace más de cinco décadas los ingenieros tuvimos la oportunidad de ser pilares de la industria eléctrica del país, y sin muchos recursos. Al terminar tus estudios estabas prácticamente contratado. Era otra época.

De su importante papel en la consolidación de este sector da cuenta su laboratorio de alta tensión, equipado con instrumentos capaces de realizar una descarga de 300 mil voltios para simular un rayo en transformadores y cables.

En sus instalaciones, con una antigüedad de 20 años, se imparten técnicas de alta tensión en condiciones que, asegura, no existen en otra escuela pública por el tipo de equipamiento.

El IPN nació, apunta Rojas, para formar profesionales que pudieran hacerse cargo de la industria eléctrica y petrolera, ésta nacionalizada por el presidente Lázaro Cárdenas. Para alcanzar ese objetivo se echó mano del modelo europeo de escuelas superiores. Alemania era vanguardia, por eso muchos de los libros de la biblioteca estaban en alemán. Se trajeron los mejores profesores y equipamiento.

De las antiguas máquinas que llegaron a la Esime Allende aún quedan algunas en los laboratorios pesados de ingeniería eléctrica para uso didáctico.

Desde hace décadas, agrega, los alumnos lo primero que buscan en uno de los costados de un generador eléctrico de 50 ciclos es una placa de cobre grabada con una esvástica. Fue parte del antiguo equipo de la Alemania nazi que nos llegó, sustituido, años más tarde, por instrumentos de origen francés una vez firmados convenios para comprar equipos.

Fue un periodo en el que cada año egresaban 300 ingenieros de cuatro especialidades: electrónica, eléctrica, mecánica y aeronaútica, ésta última, gracias a la visión de Lázaro Cárdenas.

Hoy, destaca Navarrete Escalera, concluyen sus estudios mil 300 jóvenes en cuatro licenciaturas: comunicaciones y electrónica, control y automatización, ingeniería eléctrica y sistemas automotrices.

Actualmente, insiste, el mercado laboral pide un perfil más internacional para sus alumnos. Por ello, en la carrera se ha incluido el inglés como asignatura obligatoria y se imparten cursos para emprendedores, para que no salgan sólo a buscar trabajo, sino que lo generen, concluye.