ace ya más de treinta años, la Organización de Naciones Unidas (ONU), auxiliada por el secretario general y por el grupo de expertos dirigido por Inga Thorsson, a la sazón ministra del Desarme de Suecia, elaboró el informe que se tituló Estudios sobre el desarme y el desarrollo, el cual, en su concepto más amplio, puede proporcionar la base para inscribir conceptualmente la relación asociativa entre el desarme, el desarrollo y la seguridad, y es posible concluir que el armamentismo atrae y captura capitales que, por su naturaleza y su origen, pertenecen en realidad a las inversiones que debieron ser canalizadas en beneficio del desarrollo.
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De esta manera, es entendido como una política que amenaza la seguridad global, así como la seguridad nacional de los países participantes en todo el mundo, sin importar la distancia geográfica entre ellos.
Las amenazas, pues, a la estabilidad de la paz, así como el impedimento a la realización del desarrollo, o su desviación en cuanto a finalidades y objetivos, incluso de mayor alcance que los objetivos de naturaleza bélica, no es factible realizarlas simultáneante.
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Las mayores potencias militares han pretendido en muchas ocasiones dar la impresión general de haber obtenido la victoria y de haber sometido a los contrarios. Muy claramente podemos visualizar, tanto en la primera como la segunda Guerras Mundiales y la celebración del Día de la Victoria liberando a Francia de la invasión de los alemanes, así como el derrumbe de Adolfo Hitler y sus aliados, que terminó incluso con el suicidio del patológico líder mundial, que con su muerte acabó con la ofensiva mundial que había iniciado y conducido por el camino de un triunfo aplastante sobre los aliados, cuando ya estaba montada la reacción a su locura por el coronel Claus von Staunfenberg, el cual fue fusilado junto con sus seguidores, y otros generales muy destacados, como el propio Erwin Rommel, quien fue igualmente obligado a suicidarse
, cuando en realidad fue el único triunfador del desierto. ¿Qué hubiera sucedido si nada de esto pasa y los aliados, con los soviéticos a la cabeza, entran por el arco del triunfo en París?
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La verdad de las cosas, la realidad, era que Hitler tenía perdida la guerra y no lo había percibido, como cuando Saddam Hussein, más de medio siglo más tarde, había perdido la suya antes de empezarla. Lo que todavía no se sabe es si verdaderamente la ganó el presidente George Bush, pues muchas de las consecuencias de las crisis económicas, que actualmente agobian a toda la Unión Europea no son ajenas a la guerra preventiva contra Irak, ni tampoco a la primavera árabe, como tampoco escapan a sus alcances, en todo el mundo, del eterno conflicto en Medio Oriente, el que ahora se ha reavivado, incluso después de la promesa de Barack Obama de no abandonar a sus amigos de siempre, a Israel y a Palestina, bajo ninguna circunstancia.