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Reducir deserción, modificar perfil de docentes, mejorar infraestructura, retos de la educación indígena:
Lourdes Rudiño La educación indígena presenta desafíos muy grandes y destacan tres: uno, modificar el papel de los docentes –situación que tendría que ocurrir a partir de la reforma educativa, la cual establece que el profesor debe poner un énfasis en el desarrollo de capacidades de los alumnos, y debe ser más innovador e inventivo; pensarse más como formador que como un profesor clásico que sólo trasmite conocimientos– ; dos, inducir acciones del Estado que mejoren la infraestructura de las escuelas rurales y de las comunidades indígenas, que en general están más desprovistas que las del medio urbano, y tres, que el sistema educativo se ocupe más de las condiciones en que los niños y jóvenes van a la escuela, pues, por ejemplo, las deficiencias en alimentación o las necesidades familiares de que los chicos trabajen generan deserción. De acuerdo con Fernando Salmerón, titular de la Coordinación General de Educación Intercultural y Bilingüe (CGEIB), en las Universidades Interculturales (UI) que esta dependencia ha promovido en la década reciente “los muchachos a veces se pasan el día sin comer; salen de su casa en la mañana con un café, no tienen dinero para comprar alimentos y comen hasta que regresan a casa por la noche”. Así, y eso puede observarse desde que están en la secundaria, la insuficiente alimentación los lleva a reprobar dos o tres materias, a irse rezagando y al final abandonar la escuela, y la deserción también ocurre cuando los chicos deben cambiar el estudio por el trabajo. Así puede verse que los indígenas que llegan a estudios universitarios representan apenas el diez por ciento de los que iniciaron la instrucción primaria, esto es la mitad o la tercera parte de los no indígenas, lo cual es grave si se considera que hay un alto grado de deserción en el estudiantado mexicano en general, comenta el funcionario en entrevista. Y abunda respecto del tercer reto, que además el sistema educativo debe esforzarse por afrontar el rezago académico de los indígenas, por la vía de impulsar programas de tutoría o asesoría que ayuden a quienes se atrasan o se rezagan, a fin de que logren concluir su secundaria, bachillerato y universidad en la edad y tiempo que les corresponde. La CGIB, cabe decir es una instancia coordinadora, promotora, evaluadora y asesora en materia de equidad, desarrollo intercultural y participación social dependiente de la Secretaría de Educación Pública (SEP) –según establecen sus propios documentos– y una de sus principales labores ha sido el impulso y la coordinación de las Universidades Interculturales (UIs). Las UIs son instituciones cuyas carreras son propuestas por las comunidades donde se instalan, y que sostienen un trabajo permanente de vinculación (de investigación, tesis, etcétera) con las comunidades. Las UIs son instituciones descentralizadas de los gobiernos estatales, promovidas por la CGIB, y hoy día suman 12, en Quintana Roo, Tabasco, Chiapas, Veracruz, Hidalgo, Guerrero, Estado de México, San Luis Potosí, Michoacán, Nayarit, Sinaloa y Puebla, señala Salmerón. El entrevistado afirma que no obstante todos los defectos que puedan verse, en los diez años recientes la educación en zonas rurales e indígenas ha ido creciendo tanto en número de secundarias y bachilleratos, como de universidades. “A lo mejor no tan rápido como quisiéramos, pero hace diez años no existían las UIs, que hoy tienen siete mil alumnos, y al lado de ellas las universidades tecnológicas y politécnicas (a veces no propiamente en poblaciones rurales, pero sí en zonas marginales de las ciudades a donde migra población rural). La calidad de los tres sistemas “no es necesariamente terrible, dice, pueden tener defectos –como es que las becas a veces llegan con retrasos de hasta seis meses y los jóvenes deben desertar por falta de recursos–, pero ninguno de ellos es mayor que no tener estas universidades”. Fernando Salmerón, quien es antropólogo, reconoce que las condiciones de rezago educativo que padece la población indígena se deben a la discriminación que históricamente ha sufrido, y comenta que el trabajo de la CGIB tiene entre sus objetivos fundamentales propiciar la formación de intelectuales y profesionistas indígenas que puedan luchar a favor de sus comunidades y sus culturas. La CGIB, creada en enero de 2001, nació “precisamente con la idea de transformar el sistema educativo en lo que se refiere a educación intercultural, y se trabaja con la coordinación de dos grandes vetas, una orientada a la atención de la población indígena y afrodescendiente, y otra enfocada a la población en general, pues es necesario que todos los mexicanos tengamos una idea distinta de la que siempre imperó en México de que íbamos a ser una nación mestiza. Entonces debemos educar a la población en el sentido de lograr un trato equitativo y respetuoso para los pueblos indígenas y otros pueblos con culturas diferentes”. Para ello, “no hemos buscado crear un sistema educativo paralelo. La CGIB trabaja de forma transversal con el sistema educativo, buscando que lo que ya existe se modifique, se mejore, se transforme para atender la educación de manera distinta (y ello ocurre desde la formación preescolar)”. En todos los casos trabajamos con las áreas responsables de brindar los servicios educativos y con ellos se van desarrollando estos programas”. En ese sentido, comentó sobre la polémica prueba Enlace, la cual se aplica igual para ámbito rural y urbano, y en español, y donde siempre el medio rural e indígena resulta el peor calificado. Dijo que la prueba no pretende evaluar a los estudiantes, sino más bien detectar las deficiencias (infraestructura, calidad de la educación, etcétera) en que trabajan las escuelas. “Eso nos deja ver las dificultades del sistema”. La CGIB trabaja en el análisis de estos resultados con la entidad de la SEP responsable de la prueba. Entre los trabajos que ha desarrollado la CGIB, Salmerón ejemplifica con un programa que generó para secundaria: una asignatura de lengua y cultura indígena que es obligatoria en todas las localidades donde hay 30 por ciento o más de población indígena. La CGIB elaboró materiales, libros de texto, “y ahora estamos en el proceso de trabajar con los estados para que esta asignatura sea estatal; se están desarrollando los materiales en los propios estados y en las distintas lenguas”. La intención es propiciar en los estudiantes orgullo por su lengua y cultura, reivindicarla.
Puebla Educación superior en el medio rural: algunas reflexiones desde la UIEP Sergio Enrique Hernández Loeza Profesor, Licenciatura en Lengua y Cultura, UIEP La ampliación de la cobertura en la educación superior es un fenómeno relativamente reciente que responde a las tendencias impulsadas desde organismos internacionales, en donde se plantea que es necesario echar a andar estrategias que propicien la disminución de la desigualdad educativa para así lograr el tan ansiado “desarrollo”. En México, a escala nacional se han implementado acciones que buscan acercar la educación superior a los jóvenes del interior del país, y cada gobierno de los estados ha hecho lo propio. En el caso particular del estado de Puebla, desde el inicio del siglo XXI se ha ampliado considerablemente la oferta de educación superior en las zonas rurales, en donde las opciones educativas incluían fundamentalmente a las normales superiores y las sedes de la Universidad Pedagógica Nacional. Hoy son más de 70 las Instituciones de Educación Superior (IES) que los gobiernos federal y estatal han ubicadas en el estado, ya sean universidades e institutos tecnológicos, unidades regionales de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), universidades interserranas o campus de la Universidad del Desarrollo del Estado de Puebla (Unides). Destaca que estas universidades ofertan licenciaturas convencionales, es decir vinculadas con las demandas del mercado y orientadas a los campos de conocimiento que tradicionalmente han sido trabajados desde las universidades. Algunas de las instituciones adecuan sus programas de estudios a las regiones donde se encuentran, pero siguen trabajando con el modelo convencional de educación universitaria (es decir, universalizante) que soslaya las particularidades socio históricas de los grupos sociales que habitan el territorio. Esta situación de universidades que trabajan bajo un modelo homogéneo y hegemónico es parte de una herencia colonial del mundo occidental. Ante ello, ha surgido otro tipo de universidades, denominadas interculturales, comunitarias o pluriversidades, en diferentes latitudes. La base de este tipo de IES es la lucha contra la negación de los saberes de una gran diversidad de pueblos, negación fundamentada en la pretensión de la existencia de un saber universal. Particularmente, aunque no de manera exclusiva, han sido los pueblos indígenas quienes han luchado por el reconocimiento de sus saberes. En materia educativa los pueblos indígenas de México han venido enarbolando principalmente dos demandas: a) la impartición de una educación en sus propios idiomas y b) la incorporación de sus saberes y conocimientos tradicionales en los planes de estudio. En este escenario, en 2001 el gobierno mexicano creó la Coordinación General de Educación Intercultural y Bilingüe (CGEIB), desde donde se plantea la idea de crear universidades interculturales, dada la necesidad de construir un paradigma educativo y de investigación que logre vincular las producciones del mundo indígena y del no indígena, por medio de la generación de un espacio de intercambio y diálogo. Uno de sus principales objetivos es construir métodos y realizar acciones que fortalezcan las prácticas culturales de los pueblos, por lo que, por medio de la docencia, la investigación y, fundamentalmente, la vinculación, se plantea conjuntar los esfuerzos de las comunidades y la universidad. La Universidad Intercultural del Estado de Puebla (UIEP) surgió en 2006. Se ubica en la Sierra Norte de Puebla, en el corazón de la región sociocultural del Totonacapan. Tras un proceso de negociación para elegir su sede, se le instaló en Huehuetla, municipio con una larga tradición de lucha, donde uno de los principales actores colectivos es la Organización Independiente Totonaca (OIT), que estuvo al frente del gobierno municipal en la década de los 90’s y que propició la creación de instituciones tales como el Centro de Estudios Superiores Indígena Kgoyom (CESIK) y el Juzgado Indígena de Huehuetla. Pero si ampliamos la mirada más allá de Huehuetla, encontramos otras organizaciones y procesos importantes, ubicados en municipios como Ixtepec o Cuetzalan. En 2006 la UIEP inició labores con las licenciaturas en lengua y cultura y desarrollo sustentable; en 2010 abrió la de turismo alternativo y en 2011 ingeniería forestal comunitaria. Hasta el momento han egresado tres generaciones de las dos primeras licenciaturas, pero muy pocos se han titulado. Entre los egresados hay quienes se han incorporado a laborar en gobiernos municipales, en instituciones de gobierno, en organizaciones no gubernamentales y en escuelas; han generado sus propias organizaciones, o han migrado en búsqueda de empleo. En relación al estudiantado, hay dos procesos importantes a señalar, uno vinculado al ingreso y otro a la deserción. Cuando la universidad inició sus labores, ingresaron alrededor de 250 estudiantes, y a inicios del ciclo escolar 2012-2013 lo hicieron sólo 50. El índice de deserción a lo largo de la carrera es de alrededor de 40 por ciento. Las causas de estas cifras son múltiples, entre ellas la incertidumbre sobre el perfil de egreso y campo laboral, condiciones de hospedaje y alimentación inadecuadas, alta rotación de personal docente, bajo uso de las lenguas originarias en los procesos educativos y falta de implementación de actitudes y estrategias interculturales. El principal reto de las universidades interculturales es dejar de pensar y actuar bajo el modelo hegemónico de universidad, para crear uno propio desde la interacción con el territorio y quienes lo construyen, así como con otras experiencias educativas interculturales. Si no avanzamos en esa dirección, corremos el riesgo de caer en el juego del multiculturalismo neoliberal. |