Pipilcallis en el DF
el náhuatl pipil (niño) y calli (casa), se ha dado el nombre de pipilcalli a centros de desarrollo infantil y, en general, a escuelas que atienden a niños pequeños. Pero en esencia, pipilcalli quiere decir techumbre, conjunto de elementos que conforman la parte superior de una edificación, que la cubre y cierra
. Por eso, el concepto y la acción de proteger a la infancia es el sentido preciso de pipilcalli: abrigar, cubrir, proteger a la infancia como construcción social.
El modo en que nombramos las cosas es importante para tener claridad acerca de ellas, para no confundirnos ni desviarnos. Por eso hemos insistido en que el DIF ha sido una institución errática, desde su nombre, que ha quitado visibilidad al niño en su calidad de persona y sujeto de derechos, independientemente de si tiene o no familia.
La situación ideal para un país es que los niños crezcan en el seno de una familia bien integrada y armónica, pero cuando eso se convierte en la excepción más que en la regla, el Estado debe entrar en acción para garantizar a los niños sus derechos fundamentales. Debe hacerlo no sólo por una cuestión jurídica o de humanidad, sino para proteger al conjunto de la sociedad, al responsabilizarse de los más tiernos y vulnerables de ella.
Hay muchas maneras de dar protección: una mala protección es la que debilita y crea dependencias nocivas; una buena protección es la que fortalece y promueve el desarrollo y la autonomía de los protegidos. Por ello estoy pensando en pipilcallis para nuestra capital, considerada una de las ciudades más inhóspitas para los menores, en el mundo.
Se puede pensar en un megaproyecto Pipilcalli que haga del DF una verdadera ciudad de vanguardia para niños y jóvenes. Imagino, por ejemplo, escuelas y clubes itinerantes que vayan por toda la ciudad ofreciendo puntos de encuentro.
Estos espacios itinerantes pueden funcionar en enormes tráilers, que generosamente pueden ser donados por el señor Slim para la infancia y juventud. Se puede invitar a los jóvenes universitarios a realizar su servicio social en este proyecto. También pueden participar los cuentacuentos, los titiriteros, los jóvenes músicos y todo tipo de artistas plásticos.
Los tráilers pueden tener en su interior una pequeña biblioteca y mesas de trabajo. En ellos se enseñará a leer a los niños que se han quedado sin escuela. Porque si todos los niños saben leer y pueden disfrutar de cuentos y poemas, o ser ayudados a hacer sus tareas, estaremos inventando una nueva manera de ver y pensar en los niños, de llegar a ellos y brindarles una luz que los ponga a salvo del abandono, del peligro y de la tristeza.