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Ver día anteriorDomingo 4 de noviembre de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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¿La Fiesta en Paz?

Prosigue Enrique Hampone su alegre troupe por el país

Usted es Dios, ¿verdad?

Farsas en Tlaxcala y Zacatecas

V

olver a Tlaxcala deja en el aficionado sensible un sabor agridulce entre el regusto por su añeja tradición ganadera, su incomparable plaza de toros, su barroco maravilloso de Ocotlán y los bandazos de su dependiente realidad taurina, de nuevo a merced del coloniaje interno de una empresa incorregible que enarbola una demagógica internacionalización, a base de vivales importados con Enrique Hamponce a la cabeza.

Si bien para el cronista de Tlaxcala José Vicente Saiz Tejero, El caso es que, antes de que Herrerías se hiciera cargo de la feria tlaxcalteca, los carteles tenían un carácter anodino, casi exclusivamente regional, en los que se ofrecían muy pocas novedades. Vivíamos al margen de lo que acontecía en el mundo taurino, inmersos en una rutina que no alentaba la competencia y que carecía de alicientes para la afición.

Como en México el valenciano Hamponce hace casi dos décadas dejó de ser torero para convertirse en apellido-garantía de tauromaquia para bonitontos y de falsa estética que en vez de arte despliega artimañas frente a novillones descastados y despuntados, gracias a la menguada legalidad que en lo taurino y en lo demás prevalece en el país, dependientes seudoempresarios continúan contratando al abusivo coleta de verónicas de mano alta, como les llama un crítico light a los distantes mantazos de Hamponce, cuyo descomunal capote le impide bajar los brazos para evitar que se lo pisen los ejemplares que enfrenta.

Pero como compartí al nutrido auditorio y al propio Saiz Tejero, con quien tuve el gusto de dialogar sobre La ética en la fiesta de los toros de México, última del exitoso ciclo organizado por el Instituto Tlaxcalteca de Desarrollo Taurino en el espléndido Patio Vitral del Palacio Legislativo, donde el 26 de abril pasado el Congreso declaró a la fiesta brava patrimonio cultural inmaterial del estado de Tlaxcala: “Con las figuras importadas pasa como con el sujeto que llegó a una isla en el Pacífico y al descender en paracaídas se encontró con bellas jóvenes de torso desnudo que lo llenaron de collares de flores y le preguntaron: ‘Usted es Dios, ¿verdad?’ El asombrado tipo recorrió con la vista su entorno para comprobar si había alguien que notara la diferencia entre Dios y él y al no encontrarlo respondió tranquilo: ‘Pues sí, en efecto, yo soy Dios’, y se alejó rodeado por las crédulas chicas que lo aclamaban jubilosas.

“Pues idéntico trato –continué– se les da a diestros foráneos de exiguo pundonor por los taurinos mexhincados, es decir, empresas, ganaderos, matadores, jueces, veterinarios, autoridades superiores, crítica especializada y público villamelón, que suponen que adquieren estatus taurino si toleran y aclaman a tan conspicuos lidiadores, hagan lo que hagan delante de lo que sea, excepto reses con edad, trapío y sus astas íntegras.

“Otros hampones responsables de esta pantomima de quien fue confundido con Dios o con un genio del toreo al que le aplauden sus genuflexiones frente a novillos mansos o semiparados que él mismo escoge con la anuencia de serviles ganaderos, son sus poderosas amistades metidas a empresarios de toros o... ¡a presidentes! Por eso México es el país taurino más tonto del mundo, ya que incluso en las colonizadas plazas sudamericanas –no se diga en España y en Francia– estos diestros son obligados a torear, acatando sin excusas la normativa, reses con presencia y comportamiento de toros, no su caricatura”, concluí.

Tras los abusos de Hamponce y sus amigos en Zacatecas, Querétaro, Pachuca y el Distrito Federal, el jueves tocó el turno a Tlaxcala, donde en el festejo inaugural de la feria pretendía torear una impresentable novillada mocha del inescrupuloso hierro de San Isidro. Inicialmente, el juez Édgar Hernández rechazó tamaña burla, luego dejó los tres menos cornicortos. Finalmente el tenaz empresario trajo tres mansos de Xajay, no obstante el penoso juego que dieron en la primera corrida de la temporada en la desprestigiada Plaza México, y otro de Jorge María, más dos de San Isidro, en el enésimo bofetón a la afición tlaxcalteca. Lo bueno fue que Hamponce pudo cortar las orejas a su segundo, de San Isidro, desde luego, y salió a hombros. Al día siguiente la postrada empresa de Zacatecas montó otro mano a mano, ahora con Juan Pablo Sánchez, otros seis bueyes de San Isidro y menos de media entrada. Parafraseando al clásico hay que reconocer: entre bobos anda el toro, blinden o no blinden esta fiesta.