Lunes 29 de octubre de 2012, p. a41
Lo sucedido ayer en la Plaza México ha sido tan asqueroso, tan indigno y tan reprobable, que sólo puede considerarse como un auténtico fraude.
Y todos coludidos, la empresa, el ganadero, las autoridades y los toreros.
Como de costumbre, el torito de regalo para Enrique Ponce, un auténtico buey, espantoso, esmirriado y con cuernos de vaca lechera.
¿Cómo pudo la autoridad aprobar esto?
Y Enrique Ponce poniendo cara y haciendo gestos de yo no sabía.
¿Y su apoderado qué no tiene ojos? Sí, pero de ciego.
Asquerosidad tras asquerosidad, por lo que consideraron los estafados que ya era justo y necesario hacer sentir su total repudio a tanto robo.
Y, como ya lo hemos señalado, todos a una, para estafar al respetable, que por algo les ha perdido el respeto.