Salud alimentaria
stamos convencidos de que la salud empieza por la alimentación. El doctor Héctor Bourges afirma que varias de las enfermedades más frecuentes tienen que ver con lo que comemos o no comemos: desnutrición, infecciones intestinales y ahora con demasiada frecuencia, obesidad y diabetes.
Un buen gobernante tendría como tarea fundamental coordinar esfuerzos para que la población disponga de alimentos sanos y culturalmente afines.
Hace años que esto se olvidó en nuestro país. El desprecio o la codicia con que se suele ver al campo así lo muestra. También es significativa la pérdida de nuestra dieta tradicional, como puede verse en algunos artículos del número del quinto aniversario de La Jornada del Campo, respecto del frijol (www.jornada.unam.mx/2012/10/20/delcampo.html).
Parece increíble, pero hace unos días (La Jornada, 19/10/12), el titular de la Secretarío de Educación Pública, quien tiene el agravante de haber sido responsable de la Secretaría de Salud, declaró y se quedó tan tranquilo, que para quitar los productos chatarra de las escuelas se tenía que demostrar científicamente sus efectos nocivos en la salud (¡!). ¿Y por qué no al revés, por qué no es él quien demuestra que no lo son?
En este contexto tan adverso, es una gran aportación la iniciativa impulsada por El Poder del Consumidor para promover una Alianza por la Salud Alimentaria (http://alianzasalud.org.mx/), a la que se han adherido numerosas organizaciones y personas.
Algunas de sus demandas son: impulsar una campaña nacional de orientación alimentaria, masiva y permanente; hacer obligatoria la provisión de agua potable purificada de acceso gratuito en escuelas y en espacios públicos y comerciales, y garantizar que dentro de los planteles educativos únicamente existan opciones saludables de alimentación.
También prohibir la publicidad y promoción de alimentos y bebidas dirigidos a la infancia, que no sean nutricionalmente recomendables, y garantizar la seguridad y la soberanía alimentaria, priorizando el fomento productivo en las pequeñas y medianas unidades de producción rural, y asegurando la producción sustentable y diversificada de alimentos suficientes y de calidad,
Esto no es más que cumplir “con los derechos de la infancia, el derecho a la salud y a una alimentación suficiente y saludable (que) están consagrados en la Constitución…” El Estado ha violado estos derechos por omisión. Invitamos a que cada quien en su espacio de acción haga suyas estas demandas y actúe. Será un paso esencial para mejorar las condiciones de vida de los mexicanos.